Con la persistencia de la sequía en el arranque del invierno, los ganaderos de las islas mostraron la hilacha, tal como se percibió en el aire el fin de semana, con el regreso del humo proveniente de la quema del humedal. La mayoría de los focos ígneos están a la altura de Arroyo Seco, y el viento sur y sureste empuja el humo hacia Rosario. Pero también hacia el norte, en la franja islera hacia San Lorenzo. El Observatorio Ambiental de la UNR estima que en los últimos días se han quemado 4.000 hectáreas de islas, de manera intencional, y que ese efecto seguirá en los próximos días, hasta tanto no llueva. Como efecto inmediato, ese organismo midió un nivel de contaminación del aire en Rosario y en San Nicolás dos veces y media peor que lo admitido por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Desde ese espacio de expertos y desde la Municipalidad de Rosario miran de reojo al sistema de "faros de conservación" anunciado con bombos y platillos el año pasado. El dispositivo no logra prevenir los incendios, tal como se había prometido.

"Si esto no se logra resolver, vamos a tener una semana con bastante humo porque el viento seguirá viniendo desde el sur y sureste, y recién el lunes 27 es probable que llueva", alertó el director del Observatorio Ambiental de la Universidad Nacional de Rosario, Matías De Bueno. El analista reveló que con el monitoreo realizado en los últimos días se puede afirmar que son "entre 3.800 y 4.000 hectáreas que se vienen incendiando, y de manera claramente intencional", apuntó.

De Bueno, abogado especialista en Derecho ambiental, reveló que el monitoreo satelital que realizan de manera periódica en la región arrojó niveles de contaminación del aire superior al que tolera la OMS. En el centro de Rosario, 2 veces más polución que la admisible; en la zona sudoeste, 2,5 veces, lo mismo en San Nicolás, y en Arroyo Seco en estos días el aire es 4 veces más enrarecido de lo que debería tolerarse.  

De Bueno ponderó que el río Paraná haya recobrado algo de su caudal como para volver a inundar cauces de arroyos internos en el humedal y así restarle superficie a la quemazón. "Pero vemos que sigue habiendo un gran problema de prevención y falta de políticas públicas concretas para resolver la situación. Llevamos más de 3 años en la misma situación, se sabe cómo es la geografía, pero cuando el fuego arranca igual tenemos que salir corriendo de atrás", cuestionó. 

La diputada provincial Mónica Peralta denunció ayer que "las medidas de prevención son insuficientes", y reclamó a Nación y a las provincias litoraleñas "que respondan con acciones efectivas, que los responsables de los incendios sean sancionados". 

El director del Observatorio relativizó la eficacia del sistema de 5 faros de conservación instalados por el Gobierno nacional en este delta para anticiparse a la ignición de nuevas quemas. "Sí, captan con mayor anticipación, pero cuando se anunciaron se hablaba de armar destacamentos con toda la tecnología, con brigadistas apostados en el lugar, drones, computadoras, camionetas, etc. Hoy basta pasar por el puente a Victoria para ver lo que es el faro de conservación: una torre con cámaras que van girando. Es escaso porque si no, no tendríamos estos incendios que siguen habiendo", reclamó.

Se refirió al faro situado en la isla del Charigüé, frente a Rosario. Los otros están frente a Puerto Gaboto, otro en la Reserva Natural Isla del Sol, de Villa Constitución, uno más en el Parque Nacional Pre Delta, de Entre Ríos, y el quinto en el Parque Nacional Ciervo de los Pantanos, frente a la ribera bonaerense, a la altura de Campana.

"El problema ambiental es económico: se invierte o no se invierte. Y para los dueños de las tierras también debería haber una política pública, tipo incentivo para que en lugar de hacer una mala práctica tuvieran una rentabilidad por otro lado, como los bonos de carbono. El humedal es estratégico a nivel global", indicó.

El experto sintetizó la alquimia de factores que propician el regreso del desastre ambiental que de este lado del río se percibe por el olor a humo y el aire ennegrecido hacia el este. "Hay sequía, con frío y heladas, suficiente para que haya de nuevo material combustible y pueda llegar a incendiarse lo que ya estuvo incendiado", indicó De Bueno. Y centró su preocupación en el daño causado sobre los montes, la flora y la fauna del sistema. "La tierra se va deteriorando quema tras quema. Es una batalla que venimos perdiendo, pero se puede recuperar. El humedal tiene capacidad de regeneración, pero hay que darle las condiciones para que pueda hacerlo", explicó.