El máximo tribunal de la justicia francesa ratificó este martes la prohibición del uso de burkini, una prenda de uso extendido entre las mujeres musulmanas, en piletas públicas amparándose en supuestos motivos de higiene y de seguridad y para garantizar la "laicidad" en los servicios públicos. La medida aplica para los espacios comunes de la ciudad de Grenoble, ubicada en el sureste de Francia.
Un grupo de activistas musulmanas había impulsado una campaña en favor del uso libre del burkini en esta ciudad francesa y consiguió que la iniciativa sea votada en el Ayuntamiento local a mediados de mayo, obteniendo como resultado una respuesta positiva a sus reclamos. Sin embargo, el Ministerio del Interior consideró que la medida se contraponía al principio de neutralidad en los servicios administrados por el Estado y apeló la decisión.
"El sectarismo de Éric Piolle, alcalde de Grenoble, es censurado por el Consejo de Estado. Una victoria en favor de la ley (contra) el separatismo, la laicidad y, por toda la República en su extensión", manifestó el titular del Ministerio del Interior, Gérard Darmanin, en su cuenta de Twitter tras la decisión de la justicia francesa.
Francia cuenta con la comunidad musulmana más grande de Europa con más de 5 millones de creyentes. Anteriormente, en 2016, autoridades de la ONU le reclamaron a Francia que elimine las prohibiciones para el uso de burkini debido a que solo alimenta "la intolerancia religiosa y la estigmatización de los musulmanes" y se trata de una medida "humillante y degradante".
Qué es el burkini
Los trajes de baño que están en el ojo de la tormenta son prendas de vestir que cubren casi la totalidad del cuerpo, desde el tobillo a la cabeza, y solo dejan al descubierto las manos, los pies y parte de la cara. La palabra burkini nació de la combinación de burka, es decir el velo que usan las mujeres en los países islámicos, y bikini. Su uso solamente está permitido en algunas piletas púbicas de Francia, como en la ciudad de Rennes.
Esta indumentaria pretende que las mujeres musulmanas puedan asistir a los espacios de recreación según lo indican sus creencias, pero algunos sectores critican su uso y se amparan en defender la no religiosidad de los espacios comunes. En 2016 tuvo lugar el primer intento del gobierno galo de prohibir su utilización en las playas del Mediterráneo.