“Para ser breve, mi nueva novela será la historia de un arquitecto que sigue sus propias convicciones a lo largo de toda su vida, sin importar lo que la sociedad piense o le haga. Es la historia de un hombre tan auténtico consigo mismo que nadie en la Tierra, ni sus prejuicios, ni sus mentiras, puede afectarlo a él o su trabajo. Un hombre que tiene un ideal y atraviesa el infierno por él. Así que podrá comprender por qué me parece que de todos los hombres en la Tierra es a usted a quien tengo que ver. Mi héroe no es usted. No tengo intención de seguir en la novela los hechos de su vida y carrera. Su vida no será la suya, ni su trabajo, tal vez ni siquiera sus ideales artísticos. Pero su espíritu, creo, es el suyo”. Así le escribía en 1937 Ayn Rand a Frank Lloyd Wright, tradicionalmente considerado la inspiración de Howard Roark, el arquitecto protagonista de su novela El manantial, que le daría fama, dinero y la convertiría en una de las escritoras más influyentes del siglo XX en Estados Unidos. En ese entonces, Rand era todavía poco conocida –solo había publicado su primera novela, Los que vivimos– y Wright una figura consagrada que ya había comenzado el trabajo sobre una de sus obras más célebres, la Casa de la Cascada de Pennsylvania. Hoy esta vivienda, que llegó a ocupar la portada de la revista Time y es Monumento Nacional, es uno de los epicentros de las conmemoraciones por los 150 años del nacimiento de Wright. El otro es el Museo Guggenheim de Nueva York, embajador de su obra en el corazón de Manhattan.

UN LEGADO El aniversario del arquitecto fue el 8 de junio, pero los homenajes duran todo el año. La Casa de la Cascada presenta durante julio y agosto una serie de conferencias que abordan desde el concepto de arquitectura orgánica hasta el interior de las casas diseñadas por Wright, además de una muestra llamada Wright for Wright: The Experimental Architecture of Frank Lloyd Wright’s Homes en el Centro de Visitantes Speyer Gallery, hasta diciembre de este año. Por supuesto, no falta la oportunidad de probar en el Fallingwater Café algunas de las recetas favoritas del arquitecto (incluyendo una torta de cumpleaños con avellanas, chocolate y frutillas) o llevarse de recuerdo algunos de los objetos especialmente diseñados para la ocasión por el Fallingwater Museum Store (inútil ir sin reserva, la Casa de la Cascada es siempre un hito turístico y académico que recibe visitantes de todo el mundo deseosos de comprobar en primera persona las palabras de Wright: “Todo gran arquitecto es necesariamente un gran poeta. Debe ser un intérprete original de su tiempo, su día, su era”).   

La ruta Wright sigue por muchos otros estados de Estados Unidos y hasta puede extenderse hasta Japón, aunque allí la mayor parte de su obra –mínima en comparación con los numerosos proyectos realizados en su país natal– fueron destruidos por sucesivos terremotos. Un itinerario posible debería tener en cuenta especialmente a Wisconsin, el estado donde nació, que recientemente presentó una guía con un paseo realizable en auto por algunas de las principales estructuras del arquitecto, incluyendo el cuartel general de la compañía Ceras Johnson en Racine y el Taliesin Estate and Frank Lloyd Wright Visitor Center (donde a las visitas guiadas que se organizan todos los años se agregan ahora conciertos, talleres de arte y de arquitectura). Illinois se suma a los homenajes durante todo el verano boreal con paseos guiados en bicicleta por Oak Park, donde se encuentra el mayor número de edificios diseñados por Wright: 21 en total, incluyendo su casa y estudio, la Frank Thomas House, la Heurtley House, la Cheney House y la Furbeck House. En Buffalo, Nueva York, también se organizan durante todo el año visitas guiadas del complejo de seis estructuras Darwin Martin House (1903-1905), en el vecindario de Parkside. Se lo considera generalmente como uno de los mejores ejemplos de las Prairie Houses de Wright –construcciones con aleros y ventanas integradas en el paisaje– y fue una de las obras más valoradas por el arquitecto a lo largo de su extensa carrera de siete décadas. Siempre en Buffalo, entre junio y octubre hay visitas guiadas acompañadas por un arquitecto para conocer, entre otros edificios, la Filling Station, la Fontana Boathouse y el Blue Sky Mausoleum, que fueron proyectados por Wright pero construidos mucho después de su muerte. 

EN NUEVA YORK A partir de mañana y hasta el 1º de octubre, el Museo de Arte Moderno de Nueva York presenta Wright at 150: Unpacking the Archives, la primera exhibición importante de los archivos de la Fundación Frank Lloyd Wright adquiridos por la Universidad de Columbia hace cinco años. Una auténtica antología de su trayectoria que abarca unos 450 croquis, maquetas, cartas, impresos, álbumes de recortes filmaciones y fotos, muchos de ellos nunca exhibidos en público hasta ahora. La muestra se organiza en doce secciones que analizan los aspectos claves de la obra de Wright y la ponen en contexto yuxtaponiéndola con otros trabajos de los archivos, del MOMA y de colecciones externas. Si se quiere profundizar en particular en los proyectos de las Prairie Houses, sin embargo, el lugar ideal será el Museo de Arte de Milwaukee, que entre julio y octubre inaugura una exposición exclusivamente sobre ese eje temático. 

Mientras tanto, no muy lejos del MOMA el famoso edificio espiralado del Solomon R. Guggenheim Museum en Nueva York abrió sus puertas especialmente el 8 de junio (aunque suele cerrar los jueves) con entrada reducida a 1,5 dólar y una muestra especial de fotos raras de la construcción del lugar. Este martes, en cambio, el homenaje sigue durante el Museum Mile Festival con ingreso libre después de la apertura habitual del museo y tatuajes temporarios de Wright, además de talleres para grandes y chicos a lo largo de todo el mes. Asimismo todos los domingos de junio habrá paseos arquitectónicos guiados –gratuitos junto con la entrada al museo– para evocar cómo fue la concepción y la construcción de la obra que Wright quiso como un “templo del espíritu”. Pero que, muy materialmente, planteaba toda clase de desafíos por su forma circular, la rampa interior y un diseño que es más agosto en la base que en la cima. Las críticas se hicieron oír con fuerza –muchos pensaban que el edificio en sí competía con las obras de arte que debía albergar– pero después de la inauguración Wright (que había muerto seis meses antes) ganó largamente la batalla: su edificio se impuso como un ícono de Nueva York y una obra maestra de la arquitectura inspiradora para muchos otros arquitectos en las décadas siguientes. En 2008 se completó un trabajoso proceso de restauración que le devolvió el brillo original y cubrió grietas y daños causados por la intemperie: hoy más de un millón de visitantes al año acuden no solo por su colección, sino también especialmente para admirar la magnífica “cáscara” que la contiene.

La ruta por los 150 años de Wright, mientras tanto, sigue. En todo Estados Unidos numerosos hoteles situados en las cercanías de sus obras más conocidas –como el Nemacolin Woodlands Resort de Pennsylvania– ofrecen paquetes especiales para alojarse y efectuar visitas guiadas. Lo mismo hace el Ash Street Inn de New Hampshire, con una visita a la Zimmerman House, y el Edgewater de Madison (Wisconsin), cuya propuesta incluye la recorrida por cuatro sitios históricos vinculados al arquitecto y un paseo por el Taliesin Home and Studio a lo largo de dos horas. Y no es todo, porque el Frank Lloyd Wright Trust organiza un viaje del 8 al 10 de julio por la Nueva York del arquitecto, y otro en septiembre a Japón para descubrir su legado en Oriente. Eso sí: los cupos están completos y no queda más opción que anotarse en lista de espera.

Pixabay
La Casa de la Cascada, magníficamente integrada en el paisaje circundante.