Blue Bayou 4 Puntos
EE.UU./Canadá, 2021.
Dirección y guion: Justin Chon.
Intérpretes: Justin Chon, Alicia Vikander, Sydney Kowalske, Mark O’Brien, Linh Dan-Pham, Vondie Curtis-Hall.
Estreno en la plataforma Flow On Demand.
“Estoy tan sola todo el tiempo/ Desde que dejé a mi niño atrás”, dice la letra de Blue Bayou, el hit de Linda Ronstadt que en un momento canta entre lágrimas Alicia Vikander, y de tristezas y parentalidades complicadas habla Blue Bayou, la película dirigida por el cineasta estadounidense de ascendencia coreana Justin Chon. Blue Bayou trata de un tipo particular de inmigrantes indocumentados, los nacidos en otro país y adoptados por padres sustitutos estadounidenses, que han cometido delitos y por lo tanto necesitan de una autorización de algune de sus padres para no ser deportados. Es el caso del protagonista, el infortunado Antonio LeBlanc (su nombre de adopción), que parece haber nacido estrellado en Corea, ya que ninguna de sus madres lo quiso lo suficiente, por lo cual se enfrenta a un casi seguro camino de expulsión del país. Casi seguro: uno de los motores de la película dirigida y protagonizada por Chon es el suspenso de si la hermética madre adoptiva aceptará prestar su testimonio favorable en la corte. En la última parte de Blue Bayou Chon recurre no sólo al suspenso sino también al más recargado y lacrimógeno melodrama para capturar una empatía ya ganada por la situación del protagonista.
La película comienza en un tono medio sobrio y contenido, y termina entre lágrimas y gritos, como si cortándola por la mitad se obtuvieran dos films contrapuestos. En el comienzo, Antonio, felizmente casado con la dulce Kathy (Vikander), se encuentra, a la hora de buscar trabajo, con el inconveniente de dos estancias previas en prisión, por robo de motocicletas. El otro conflicto que debe enfrentar Antonio es que la hija de Kathy, la pequeña Jessie (Sydney Kowalske), abandonada por su padre biológico, teme volver a correr la misma suerte cuando nazca la hermana que su madre y Antonio esperan. Si bien el tono dramático está dado por este “double trouble”, en ese comienzo la película, cuyo guion también es de Chon, transcurre entre planos reposados, que transmiten sensibilidad e intimidad.
Todo se va al demonio a partir del momento en que, por la denuncia del maldito padre de Jessie, Antonio enfrenta la deportación y consiguiente separación de los suyos. Como si sus desgracias no fueran suficientes (su madre biológica intentó ahogarlo, su padre adoptivo le pegaba todos los días y la madre adoptiva se hacía la distraída), un policía lo muele a palos el mismo día en que debería presentarse en el juzgado, y de paso se hace amigo de una mujer china que está muriendo de cáncer. El final es una orgía de llantos, forcejeos, separaciones y buenos sentimientos, que tira por la borda no sólo los logros (moderados pero ciertos) de la primera parte, sino la grave cuestión política y social a la que la película hace referencia, de enorme actualidad por la persecución internacional que se desata sobre los inmigrantes pobres. Que aquí devienen pobres inmigrantes, y eso es pobrismo, no conciencia social.