Es sabido que Orfeo logró derrotar al Cancerbero soltando una elevada melodía de lira que adormeció las tres cabezas de la bestia, y que Heracles domó la hidra quemando cada una de las cabezas. Si la inflación es un fenómeno multicausal, y, por lo tanto, una bestia de muchas cabezas, el oficialismo debate los distintos orígenes de la inflación, tanto como la metodología: si seducir a los inversores con las melodías de las expectativas, o quemar las cabezas de las empresas que impulsan la puja distributiva.
Es imposible realizar un análisis actual sin tener en cuenta el contexto internacional. La actual suba del precio del trigo sólo es comparable con las alzas entre 2006 y 2008, por su velocidad y sorpresa. Lo mismo sucede con los incrementos del gas y petróleo, cuyo shock se asemeja al del '73. Se puede acotar que el entonces ministro de Economía, José Ber Gelbard, llegó a desarrollar una Ley de Abastecimiento de avanzada con penas de prisión y la nacionalización de las bocas de expendio, y aún así no logró que el shock de precios terminara de desbaratar el ya difícil acuerdo social.
Para esta inflación –llamada importada- la única solución es el desacople de precios domésticos. Existen pocos instrumentos para ello: retenciones, cupos de exportación, e instrumentos de “subsidios cruzados” entre los productos exportables y la canasta básica.
Pero el desacoplado de los bienes exportables tiene límites: si los productores de soja y gas decidieran, ante las nuevas retenciones, stockear sus productos, dejarían al gobierno sin abastecimiento interno ni divisas. La política en este punto requiere una mezcla entre la antorcha y la lira: una opción podría ser incrementar sensiblemente las retenciones por medio de una discusión en el Congreso, y destinar lo recaudado a un fondo de financiamiento barato para capitalizar a pequeños productores, economías regionales y agroecológicas. Otra opción podría ser aplicar cupos de exportación con una pauta de “precios cuidados” con ajustes compatibles con el ingreso salarial para exportables y derivados.
De todas maneras, lxs argentinxs tienen que empezar a aceptar que, aun si todo se hace perfecto, van a tener que convivir con un nivel de inflación más alto. Lo responsable en ese punto es trabajar para incrementar los ingresos por encima de esos niveles altos de inflación y procurar que el tipo de cambio no siga automáticamente a los precios.
Una vez con precios internacionales más estables, y recompuestos los ingresos, urge atacar los componentes internos de la inflación. Se necesita un plan creíble, gradual y ordenado. Debe ser creíble porque debe ordenar a toda la fuerza política y el gabinete en su defensa, y no debe ser percibido en general como insostenible. Debe ser gradual para no romper los contratos. Y debe ser ordenado porque tiene que partir de un alineamiento de tipo de cambio, tarifas, tasa de interés, salario, y los objetivos y canastas de precios.
Sólo con ese alineamiento y estabilidad externa se puede plantear un sistema de canastas de referencia y canastas a precio social, y aplicar con dureza la ley de abastecimiento contra quienes se desvíen de las pautas.
Finalmente, cabe mencionar que no todo es inflación. Es necesario bajar el precio de los alimentos. Desde abril de 2018, el inicio de la corrida cambiaria, la inflación aumentó 424 por ciento y la de alimentos, 500 por ciento, lo cual perjudica a los más pobres.
Mientras aquí se cobra IVA a los alimentos, en el mundo se los subsidia. Se podría utilizar rentas de nuevos sectores del futuro, como la minería, el gas, el litio o el hidrógeno, para subsidiar alimentos. Pero hoy no se sabe cómo impactaría en la cadena productiva dada la opacidad y concentración del sector.
Por eso dicha política podría complementarse con una Empresa de Alimentos testigo tanto en el acopio de productos tradicionales como en la comercialización frutihortícola, y poner en marcha el Observatorio de Precios para estudiar cómo se reparte la renta dentro de las cadenas de valor alimentarias.
Tal vez la bestia de la inflación no puede ser domada solo con liras ni sólo con antorchas. A cada cabeza habrá que encontrarle el instrumento adecuado. Y hay que tener la fortaleza política y la solidez del abordaje como para atacar todas las cabezas al mismo tiempo.
* Economista UBA. Docente UNQ. Investigador CCC.