Ebrio y ahogado en su propio vómito. Así encontraron el domingo por la madrugada al subteniente Matías Ezequiel Chirino, un chico de 22 años al que le obligaron a celebrar junto a sus compañeros y jefes del Grupo de Artillería Nº 3 del Ejército Argentino, su "iniciación" en la unidad militar de Paso de los Libres, ubicada a 370 kilómetros de la capital correntina. De forma bastante veloz, la Justicia salió a decir que en la autopsia el joven "no presentaba lesiones de ningún tipo", aunque los familiares sostuvieron que Matías fue obligado a beber y comer de manera exagerada y luego tirarse a la pileta, lo que le provocó la muerte. "Me mataron a mi hijo", dijo Ezequiel Chirino, padre de la víctima. En tanto, desde el Ministerio de Defensa calificaron el hecho como “inaceptable” e iniciaron una investigación del caso, que ya tiene a once oficiales suspendidos por "presunta falta gravísima".
"Estoy conmovido, es horrible lo que ha pasado, nos enteramos el domingo, se puso en marcha la denuncia ante el juzgado por la muerte dudosa de Matías. Cumplió 22 años el 11 de junio”, afirmó el ministro de Defensa, Jorge Taiana, en declaraciones radiales, y agregó que “es completamente inaceptable que sucedan esos bautismos o rituales en donde se compromete al ingresante a superar o cumplir ciertas cosas”. Para el funcionario no quedaron dudas: en el festejo hubo "una deformación en el mando", es decir, un abuso de poder de los jefes militares a los jóvenes subtenientes. "Tiene que haber tolerancia cero porque hay responsabilidad -remarcó Taiana- en los acontecimientos que derivaron en la muerte del subteniente, y la Justicia tiene todo nuestro apoyo para avanzar en las investigaciones que se realizan en forma paralela a las acciones de la esfera militar", completó.
Chirino era subteniente, oriundo de la ciudad cordobesa de Río Cuarto, y fue encontrado ebrio y ahogado con su vómito tras haber participado, junto a otros dos compañeros, de una fiesta de iniciación que tuvo lugar el fin de semana pasado en el Grupo de Artillería Nº 3 . El ministro de Defensa describió ese "rito" como un "asado de bienvienda" en el que no se escatimó en alcohol. "La información dice que no estaba acostumbrado, se fueron a dormir y el chico se descompone y muere de broncoaspiración", relató Taiana y concluyó: "Fue una recepción que se fue completamente de control".
"A mi hijo me lo mataron"
Chirino fue llevado de urgencia al hospital San José, de esa ciudad correntina, donde se se declaró su muerte por “paro cardíaco producido por asfixia por alimento”. Esto fue corroborado por la autopsia, según notificó el fiscal Mauro Casco este martes, quien dijo que "no surgen factores externos en el deceso".
Sin embargo, la versión judicial no coincide con el testimonio de Ezequiel Chirino, padre de Matías. "A mi hijo lo mataron, no fue un accidente, fue abuso de autoridad", reclamó que los responsables "tienen que ir presos" y prometió que hará "todo lo posible para que se haga Justicia".
El hombre también contó cómo recibió la noticia, pocas horas después de que se confirmara la muerte del joven. “¿Usted es el papá de Matías Chirino?, véngase al hospital porque su hijo está muerto”, le habría dicho una voz en el teléfono. Chirino padre fue hasta el centro médico y se encontró con el hombre que había dado la noticia. "Le pregunté si tenía corazón, porque nunca en mi vida conocí a un tipo tan frío, que en lugar de contenerme porque yo estaba solo con mi hijo muerto, tuvo una frialdad total”, comentó en declaraciones a la prensa.
Por su parte, Valentina Palma, novia del subteniente, consideró que el deceso "fue algo totalmente evitable”. "Si no hubiese pasado esto, Mati estaría con nosotros, estaría feliz ahora", dijo y recordó que "desde que se recibieron, los chicos le temían a la bienvenida". La joven explicó que los compañeros de su novio le relataron lo ocurrido durante la noche del sábado, cuando "los oficiales les exigían tomar, les ofrecían de sus vasos para que hagan fondo blanco".
"Sabían que no tenía otra opción. En el medio de este bautismo, los obligaron a que se tiren a la pileta, a que salgan, se cambien y sigan tomando y comiendo como si nada con el frío que hacía", aseguró Valentina y agregó que "si no hacían lo que les decían, en los cuatro años que les quedaban en Paso de los Libres el trato no iba a ser el mismo".
Además, la joven comentó que los oficiales habían obligado a los subtenientes a pagar el asado y dijo que en "las capturas del grupo de WhatsApp se puede ver cómo los oficiales detallan las marcas de las bebidas que querían y los cigarrillos, todo esto a bolsillo de los chicos". "Sé que los compañeros no tienen idea de cómo llegaron a la habitación por el estado de ebriedad en el que estaban; simplemente se despertaron y a Matías estaban haciéndole RCP en el piso", narró Valentina.
"Aspiró su vómito y cualquier persona en un estado normal hubiera reaccionado, pero Mati no pudo reaccionar", lamentó.
El caso es investigado por el Juzgado Federal de Paso de los Libres y la investigación de los hechos está a cargo del fiscal Casco. Mientras que, un segundo fiscal, Fabián Martínez, lleva adelante la denuncia que hizo la familia y que se incorporaría a la causa.
En las últimas horas, el Ejército Argentino emitió un comunicado en el que informó la suspensión de los once oficiales que participaron de la fiesta. Además, la institución se puso a disposición de la Justicia para brindar toda la información que sea requerida.
El recuerdo de Carrasco
La noticia de la muerte de Chirino rememora el caso del conscripto Omar Carrasco, el joven de 18 años muerto producto de una golpiza que le dieron dos compañeros durante un “baile" de iniciación, tras la orden de un subteniente, un caso emblemático para la sociedad argentina, como un símbolo de cómo puede encubrirse un crimen institucional, que culminó con la derogación del servicio militar obligatorio en 1994.
Carrasco se había incorporado el 3 de marzo de 1994 al Grupo de Artillería 161 del Ejército Argentino, en la localidad de Zapala, Neuquén, y tres días después de su incorporación fue reportado como desaparecido, y considerado desertor. Fue la primera mentira de tantas que signaron el caso.
Los padres lo buscaron con desesperación, aunque la Justicia Federal de Zapala demoraba la investigación y la sociedad comenzó a movilizarse y ejercer presión para conocer qué había sucedido con el joven conscripto.
El encubrimiento quedó al desnudo el 6 de abril de ese año, cuando el cuerpo de Carrasco fue encontrado en el cerro Gaucho, en los terrenos del Grupo de Artillería, donde ya se habían realizado varios rastrillajes sin éxito.
El cadáver había sido vestido con ropa recién planchada y fue “plantado” en el lugar cuando llevaba muerto un mes. La entomóloga Adriana Oliva demostró en el juicio que habían escondido el cuerpo en un recinto cerrado y poco transitado dentro del predio militar. La pista fue una picadura de avispa que presentaba el cuerpo.
El subteniente y los dos conscriptos que “bailaron” a Carrasco fueron condenados por el crimen en enero de 1996, pero quedó trunco un segundo juicio oral por encubrimiento en el que eran investigados cerca de diez altos jefes del cuartel y del servicio de Inteligencia del Ejército.
El entonces juez federal de Neuquén Guillermo Labate, a cargo de la causa por encubrimiento, incluso acusó por “falso testimonio” al exjefe del Ejército Martín Balza, por presunto ocultamiento de la existencia de una operación de inteligencia destinada a cerrar el caso con las tres condenas por el crimen.
La posibilidad de enjuiciar a Balza fue rechazada en julio de 1997 por el Tribunal de Apelaciones de General Roca. La causa por el encubrimiento fue languideciendo en una madeja de apelaciones y chicanas de los abogados de los altos mandos, incluyendo al ex jefe de Inteligencia de la fuerza, general Jorge Miná.
La duda central del caso, que nunca fue aclarada, es si Carrasco murió efectivamente el 6 de marzo de 1994, como se dio por comprobado en el juicio oral por el crimen o si tuvo una sobrevida de dos, tres o más días.