A principios de 2019 el edificio de la Escuela primaria N° 4197, Puerto Argentino, ubicado en el paraje La Esperanza de la localidad de Rivadavia Banda Sur, se inundó de tal modo que quedó inhabitable, haciéndose imposible el dictado de clases en su estructura. El motivo fue el ingreso de una gran cantidad de barro, que alcanzó más de 80 centímetros, por el desborde del río Bermejo.
Docentes y familias de la comunidad wichí La Esperanza, decidieron entonces que las clases se dictaran en la misma comunidad, y para ello algunas familias prestaron sus casillas para que sean usadas como aulas.
Desde entonces, toda la comunidad, directivos de la institución y organizaciones que acompañan a las familias wichis, piden la construcción urgente de un nuevo establecimiento escolar. El Ministerio de Educación de Salta había prometido aulas modulares, pero no llegaron. Después se dijo que se iban a refaccionar dos aulas, pero tampoco se hizo.
Agustina Campos, que cedió una de sus casillas para el dictado de clases, recordó que se había prometido arreglar dos casas pertenecientes al Instituto Provincial de la Vivienda (IPV) para continuar el período lectivo en esos espacios, pero eso no llegó a efectivizarse.
La promesa quedó registrada en un acta del 22 de julio de 2021, tras una reunión entre la comunidad, el intendente de Rivadavia Banda Sur, Leopoldo Cuenca, ediles del municipio, funcionarios del Ministerio de Educación de Salta, personal de la Secretaría de Recursos Hídricos de la provincia y el equipo técnico del senador Mashur Lapad. Incluso se aclaró que la utilización de dichas viviendas sería de "manera provisoria hasta el momento de la construcción definitiva de la escuela correspondiente".
En aquel encuentro también se acordó comenzar las obras de construcción de un terraplén defensivo en forma de "C" alrededor de la comunidad. Esta demanda venía desde hace algunos años por parte de las familias, como medida preventiva que evitara el ingreso del caudal de barro que arrastran los desbordes del río Bermejo. En ese sentido, las familias wichís denunciaron que la destrucción de la escuela se pudo haber evitado si efectivamente se construía esa defensa.
"Nosotros hemos hecho posible lo de prestar unas casillas para que haya escuela, para que nuestros chicos puedan estudiar y no pierdan la enseñanza", expresó Campos. "La comunidad se inundó, prometieron hacer un terraplén para que no se vuelva a inundar, pero no aparecieron hasta el día de hoy", lamentó.
En un acto que se hizo meses después del trasladar la escuela a la comunidad, la directora de la institución primaria, Marcela Díaz, lloró: "Me duele (toda la situación) porque teníamos una linda escuela", dijo. Añadió que estaban "complicados" en ese contexto, pero destacó que seguían adelante gracias el esfuerzo de las docentes y los padres y madres de los estudiantes.
"Queremos brindarle algo mejor a los chicos", pero "no podemos hacerlo porque los recursos que tenemos son pocos". "Veremos qué se hace porque respuestas no tenemos", agregó entre lágrimas, que también se vieron en otra docente que estaba junto a ella. A pesar de todo, la directora agradeció a toda su comunidad educativa y a la Asociación Integración Neken Nanjú, que se encuentra hace 16 años ayudando a la escuela y otras instituciones de la zona.
Clemente Rey, integrante de esta asociación, dijo a Salta/12 que la escuela viene con constantes inundaciones, pero que la última fue una de las más grandes ya que dejó 80 centímetros de barro dentro de las aulas. "El río Bermejo se va desviando y esta vez encaró de manera más directa hacia la curva que da a la escuela, entró el barro y quedó todo enterrado", recordó.
En el video que el propio Rey filmó después de las inundaciones, se ve cómo el barro se endureció y directamente el establecimiento quedó perdido en medio del monte del Chaco salteño.
Para ese momento las familias ya habían rescatado junto a las maestras e integrantes de la asociación algunos elementos que pudieron trasladar a dos kilómetros, que es donde está la comunidad La Esperanza. "Se sacó lo que se pudo", lamentó Rey, contando que las casillas donde se instalaron son de tres metros por tres metros, tienen dos metros de altura y con techos de chapa. "No hay aislación, no hay baños, ni nada", reclamó.
En esa zona las temperaturas suelen superar los 45° en las épocas estivales, por lo que Rey afirmó que los estudiantes y las maestras padecen mucho el calor al no tener una aislación que los proteja. Al menos son 7 las docentes que se desempeñan en la institución, y debido a que están a 35 kilómetros del centro de Rivadavia Banda Sur, todas suelen quedarse meses en la comunidad porque no hay posibilidad de traslado ante la inestabilidad de los caminos.
Las maestras pueden quedarse en la zona porque las familias también les dieron espacios en sus casas. Sin embargo, saben que no les pueden dar una mejor comodidad, porque las condiciones de la propia comunidad son precarias. A modo de ejemplo, contaron que solo cuentan con letrinas.
"Están dando clases en forma precaria, al aire libre, con lugares con techo, pero que cuando viene un fuerte viento, los golpea. Siguen con un baño químico que no sirve para nada", reclamó el integrante de Integración Neken Nanjú. Incluso, esta asociación pudo proporcionar agua al antiguo edificio, después que realizaran la perforación de un pozo. Y cuando el dictado de clases se trasladó a la comunidad, realizaron dos pozos más.
A la escuela asisten alrededor de 80 niños y niñas, la mayoría son de La Esperanza, pero también hay alumnos de otras comunidades cercanas. A cada uno se les proporciona una vianda de comida diaria, pero "a veces no llegan a hacerlo porque no pueden llegar los víveres ya que los caminos están en mal estado", dijo Rey, quien aseguró que ante la ausencia de respuestas del gobierno provincial, se dirigieron a Nación para ver "si se puede hacer algo" desde la cartera que dirige Jaime Perczyk.
A toda la situación educativa, Rey también destacó la situación socio económica que se vive en la zona. E indicó que se trata de familias que tienen un mal pasar económico, ya que "apenas tiene para vivir". Por eso, pidió que los funcionarios de la provincia se "hagan cargo" de lo que sucede con la escuela, ya que una de las excusas que les llegaron desde el ministerio de Educación es que no pueden construir el edificio escolar porque "la comunidad está adentro de unas tierras que pertenecen a unos españoles y que el Estado no puede expropiar".
Una petición colectiva
A inicios de junio se lanzó una petición, a través de la página change.org en la que se pide un nuevo edificio para la escuela Puerto Argentino. La iniciativa está dirigida al gobernador de Salta, Gustavo Sáenz, y le recuerda que el antiguo edificio "fue dejado a su suerte", después de que las distintas administraciones provinciales "no se ocuparon de su mantenimiento".
"Luego de varias inundaciones sufridas por el desborde del río Bermejo, la escuela esta destruida", se destaca en la petición, en la que se reitera que las continuas inundaciones terminaron por obligar a las maestras a abandonar el edificio escolar. "Lo que no destruyó el agua y el barro, lo hizo la desidia y la vandalización", ya que "nada queda de aquella estructura sólida de más de 40 años", afirma.
Asimismo, destaca la actividad de cada una de las maestras que siguen dando clases. "Hoy más que nunca necesitamos del apoyo y reafirmación del compromiso ciudadano para reactivar el pedido al Sr. Gobernador de la Provincia de SALTA; Sr. Gustavo Adolfo Roberto Sáenz, para que vuelva a construirse un edificio para la histórica escuela 4197, Puerto Argentino", cierra la petición.