Hace un tiempito, en esta misma columna, hablamos de los animalitos del Gobierno. ¿Se acuerda? No, no me malinterprete; no me refiero a ningún funcionario, sino a nuestros billetes, que ahora tienen esos bellos ejemplares de la fauna argentina. 

Claro, quizá no lo recuerda porque fue antes de este segundo semestre y con la lluvia de dólares y empleo que se derramó sobre todos, puede que haya sequía en nuestras memorias. 

¿Sabía usted que antes de que los peronistas llamaran “gorilas” a los del otro lado, estos mismos se autondenominaron “gorilas”? 

Parece que eso de pensar con nombres de animales tiene una larga historia y no comenzó con el título de Shegua que le pusieron a CFK o el de Morsa para Aníbal. 

Ahora algunos dicen que a Mariu la ven como una “leona”. Ella cuida, defiende y es aguerrida, pero necesita quien la acompañe. Ya se sabe, no es bueno que una leona esté sola. Y mire cómo será de generoso el ecosistema, que la Hormiguita ya se lanzó a apoyarla en la Provincia. 

“Aguante la leona” dicen los carteles con una imagen que, para los memoriosos, nos recuerda esas fotos de María Julia enrollada en las pieles de vaya uno saber qué otro animal. 

La cosa es que el hada que ya no es hada y se transformó en leona, no quiere estar sola. ¿Y qué hizo? Se armó su manada. 

Y la Manada salió a la calle, salió a tocar los timbres. ¿Se imagina? Le tocan el timbre, usted pregunta quién es y del otro lado le responden: “Somos la Manada”. 

¿Usted sabe qué es una manada? Es un grupo de animales salvajes, todos de la misma especie, y que se desplazan juntitos. Si le tocan el timbre, diga la verdad, a usted no le va a quedar otra que aullar con la manada, ¿no?

Mire, desde diciembre de 2015 todo lo que sucede en nuestro país es como una fábula o, tal vez, como uno de esos cuentos de Perrault. Asumió un Príncipe, que persigue a los malvados, los haya o no los haya, y que desde hace mucho es acompañado por un hada buena que, ahora, se convirtió en leona. 

¿Y entonces? ¿Cómo es que se convirtió? Yo creo que en los grupos focales de Jaime, hubo gente como uno que no quiere que el hada obedezca a un man, y, así, ¿qué mejor que juntar todo? ¡Hacemos una man-ada que siga a nuestra leona!

Como toda fábula que se precie de tal debe tener su moraleja, nos tiene que dejar una enseñanza. Cómo han terminado las cosas desde que los gorilas se dicen gorilas, ya lo conocemos de sobra, pero la verdad es que yo no sé aun qué lección aprenderemos de todo esto. Lo que a mí me preocupa es el despelote que se va a armar en este mundo de felinos, porque si a Mauri le dicen Gato, lleva las de perder con una Leona.