Todavía no se había proyectado, y ya había hecho historia, al ser la primera cinta de superhéroes de gran presupuesto dirigida por una mujer. Por Patty Jenkins, para más datos, responsable de La Mujer Maravilla, que detenta desde la pasada semana el récord de mejor estreno de una película con realización femenina en Estados Unidos. En su primer fin de semana recaudó nada menos que 100.5 millones de dólares solo en el país del norte, toda una reivindicación. Para Jenkins, en principio, injustamente señalada como destructora de la mujer indestructible ¡antes siquiera de la primera proyección!; de Gal Gadot, la protagonista, demasiado ignota, demasiado poco curvilínea, según el misógino runrún detractor; y de la mismísima Mujer Maravilla, que aunque icónica y adorada, tuvo que aguardar más de 75 años para estelarizar peli propia. Pero la peli llegó y arrasó, por absoluto mérito del trío que, además de alcanzar cómodamente el puesto number one, ha roto el reforzado techo de cristal de los superhéroes. Finalmente, ejercicio de memoria mediante, es La Mujer Maravilla la primera cinta de superacción con principal femenino en más de 10 años; la anterior, inferior, fue Elektra, en 2005, con la pobre Jennifer Garner lidiando con pésimo guión. Así que, aprovechando el entusiasmo de las fans yanquis (el 55 % del público fue femenino; y muchas, peques y mayores, fueron disfrazadas de su queridísima heroína para la histórica ocasión), Google ha pedido asistencia a la princesa Diana de Themyscira para enseñar a niñas el superpoder de la... programación. Parte de su iniciativa Made With Code, que impulsa a purretas a iniciarse en ciencias computacionales a temprana edad (“porque las chicas muestran interés en ciencia y tecnología pero son socialmente desalentadas a medida que crecen”), se trata de un tutorial temático e interactivo, donde mini-programadoras deben usar principios básicos para ayudar a la Mujer Maravilla a superar obstáculos en tres escenas del film; aprendiendo en el ínterin diferentes conceptos como variables, lógica y secuencias. Lúdica, accesible y gratuita, la didáctica propuesta premia con algo más que enseñanza: regala las mentadas escenas al terminar de codificarlas. Y extiende las ya vastas ansias por salir corriendo a ver el susodicho film.