La provincia de Buenos Aires, una vez más, se erige como un obstáculo en el futuro de Mauricio Macri. Una victoria en ese distrito el año próximo podría aceitar una reelección en 2019. Una derrota les daría aire a sus adversarios. En el PRO, miran con especial preocupación las posibilidades de Sergio Massa, mientras que minimizan las del kirchnerismo. El macrismo bonaerense viene de un año de internas, donde la principal fue la que enfrentó a la gobernadora María Eugenia Vidal con el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, quien fue excluido de la mesa chica nacional. Por estos días, la cúpula del PRO está revisando esa decisión. Pero Monzó ya dio señales de hartazgo: “No sé si Cambiemos va a perdurar”, dijo.
El llamado de atención que hizo Monzó no fue el único que recibió el Gobierno. Luego de que Macri confirmara que el ministro de Educación, Esteban Bullrich, no será candidato en la provincia de Buenos Aires, las alternativas están entre el intendente de Vicente López, Jorge Macri, y Elisa Carrió. Esta última le envió un misil teledirigido a su adversario: “No debería ser candidato porque tiene problemas de corrupción”.

Mesa sin comensales


El armado electoral del año próximo arrancó con la creación de mesas en todos los distritos. La primera que se creó fue, no por casualidad, la bonaerense. Monzó no fue a ese lanzamiento. Su ausencia fue significativa para los macristas que intentan disimular las internas. Desde el PRO buscaron sumar a dirigentes de su espacio y por eso estuvieron el viceministro del Interior, Sebastián García De Luca, y la diputada Silvia Lospenato. Esas incorporaciones no sellaron ninguna paz. “Cambiemos fue un esquema electoral con éxito. Ahora, hay mucha distancia en que se transforme en un cuerpo sólido como partido político”, indicó ayer Monzó.
El lanzamiento de la mesa nacional consistió en una foto de Macri con Elisa Carrió y Ernesto Sanz. Un dirigente de Cambiemos con mucho kilometraje dio a este diario un pantallazo de cómo se vio desde adentro: “Siempre que se dan reuniones de una conducción nacional, la cosa después sigue en una cena, en un restorán. Hay una relación humana y de pertenencia de los que forman parte. Acá terminó y nos borramos todos. Disparamos cada uno por su lado. No están construyendo pertenencia”. “Muchos de los que tenemos responsabilidades no sentimos que somos parte del Gobierno. La lógica de Marcos Peña es excluyente”, le apuntó al jefe de Gabinete un dirigente con peso en el Congreso. Las críticas ya no provienen sólo de los radicales.

Pocos pero puros


“Los gabinetes nacional y bonaerense son todos PRO puros. A los políticos se los mandó al Congreso y otros lodazales que ellos no quieren pisar.” La frase no pertenece a un opositor, sino a un integrante clave del oficialismo, que ve su línea interna resquebrajarse. En la provincia, este dirigente ve que Vidal “armó un gabinete de amigos, no un gabinete para gobernar la provincia”. El hombre del PRO atribuye esa decisión a la sorpresa que se llevaron todos al ganarle al peronismo el principal distrito y al temor de Vidal al entrar en un territorio sin sus personas de mayor confianza. Esto, no obstante, llevó a una serie de discusiones internas a poco de empezar su gestión.
No es secreto que Vidal y Monzó tuvieron una pelea por la decisión de entregarle al massismo la conducción de la Cámara de Diputados bonaerense. “¿Cómo le vas a dar la principal caja de la provincia a Sergio Massa?”, le planteó Monzó. También le cuestionó que, al conseguir sumar al ex massista Joaquín De la Torre, le diera el Ministerio de Producción. “Para los bonaerenses, es el ministerio de la penitencia”, le detalló. En el nuevo esquema de Vidal, De la Torre será ascendido al ministerio de Gobierno, lo que representa una corrección de esa decisión inicial.

Expulsado del paraíso


No obstante, Monzó pagó caro su espíritu crítico: luego de una fuerte discusión con el Presidente y con el secretario general Fernando de Andreis, hace cinco meses fue excluido de la mesa chica nacional, que integran Macri, Vidal, Nicolás Caputo, Gabriela Michetti y el consultor Jaime Durán Barba, al que Monzó le destinó varias críticas: “Tiene muy poca idea de la realidad política”. Un dirigente que conoce al presidente de la Cámara baja sostiene que su bronca no parece disminuir: “Les construí el armado nacional y ahora me echan. Estoy sólo para sacar leyes”, le escuchó decir. Quien haya visto la serie House of Cards podrá recordar cómo empezó la primera temporada: con Frank Underwood siendo relegado al Congreso.
No obstante, con el 2017 encima, en la cúpula del PRO decidieron suspenderle el castigo. Quienes conocen al presidente de la Cámara de Diputados, indican que las heridas, de todas formas, parecen lejos de estar curadas. El dirigente ya dio varias señales de que podría dejar el espacio. La de ayer fue una más. El resultado electoral de 2017 podría ser clave para detonar esa decisión.
En uno de los últimos encuentros con la cúpula PRO, Monzó les trazó un panorama negro en el territorio bonaerense: indicó que en la primera sección electoral Massa tiene un peso que se potencia si hace fórmula con Margarita Stolbizer. Según testigos de esa reunión, Monzó se mostró muy duro con los intendentes de la tercera sección electoral, que es históricamente del peronismo y con los de La Plata, Julio Garro, y de Mar del Plata, Carlos Arroyo. Sus gestiones, dijo, están lejos de traccionar votos. “Los intendentes le tienen desconfianza a Massa. Hicieron de todo para estar con nosotros. Y nosotros hicimos todo lo posible para que se vayan con Massa”, fue el retrato que les dejó. No es seguro que vayan a tomar en cuenta sus críticas.
Otro referente PRO provincial tiene la misma impresión: falta armado y falta política en la provincia de Buenos Aires. “No se gana con el timbreo. Solo piensan en la imagen”, indicó. La principal preocupación es que Massa consiga ganar la provincia, como hizo en 2013, y les arrebate la conducción de Diputados. Allí, según calculan, el senador Miguel Pichetto podría realinearse con el líder del Frente Renovador y el Congreso se tornaría inviable para el macrismo.
Las discusiones dentro del PRO alcanzan también a los ministros CEO, a quienes acusan de no tener ninguna consideración por las elecciones: “No puede haber aumentos de tarifas entre marzo y octubre. Eso lo sabe cualquiera”, indican en el ala política del Gobierno, pese a que el ministro de Energía, Juan José Aranguren, está planeando entre dos y cuatro aumentos de la tarifa del gas para el año que viene. Un regalo de campaña para sus adversarios.