El reconocimiento acompaña a Jauría, la obra teatral que dirige Nelson Valente a partir del texto del catalán Jordi Casanovas. Basada en el juicio a “La Manada”, el caso sobre violencia sexual que tuvo una resonancia inusitada en España, Jauría basa su dramaturgia y puesta en escena en las declaraciones reales del juicio, sucedido entre 2017 y 2019. Lo hace con las actuaciones de Vanesa González, Gastón Cocchiarale, Lucas Crespi, Juan Luppi, Lautaro Bettoni y Gabriel Beck; en una tarea que ha sido reconocida con tres premios ACE.

La obra se inscribe en el denominado “teatro documental”, algo que su director, Nelson Valente, explica a Rosario/12: “Casanovas tiene varias experiencias en este sentido, había trabajado también sobre el expediente de un asesino serial; pero en este caso lo hizo con el de un juico que fue muy famoso en España, el juicio a ‘La Manada’, del que transcribió testimonios tanto de víctimas como de victimarios. Así armó la dramaturgia del espectáculo, que es realmente admirable, porque vas escuchando las voces intercaladas, las de los relatos, cómo se contradicen y cómo van armando los puntos de vista”.

-Habida cuenta del sustrato real y de que lo que pasa en escena tiene que ser verosímil, ¿cómo planteaste la obra?

-Por tratarse de teatro documental, para mí era importante presentar los hechos con la mayor objetividad posible. Me interesaba no explotar el caso desde el punto de vista maniqueo, no dar lugar al morbo ni a la revictimización de la víctima. Lo que hice fue separar los relatos en dos; por un lado, tenés el relato de los textos, y escuchás las voces que dicen esos textos; por el otro lado, hay un relato construido en paralelo, a partir de los cuerpos. Estos dos relatos nunca coinciden, es decir, nunca sucede lo que se está escuchando, sino que están corridos o diferenciados.

-¿Cómo fue el trabajo con Vanesa González, única actriz de la obra?

-Con Vanesa nos conocíamos, habíamos hecho otro espectáculo con Gael García Bernal (Ejercicios Fantásticos del Yo), que yo había dirigido, nos entendemos muy bien en el escenario. A ella le interesó esta propuesta, la de por un lado objetivar la voz del personaje, que en realidad es la voz de una persona, que se escuchara el relato. Le gustó esta diferenciación entre los relatos de la voz y de los cuerpos. Fue un proceso, como decimos, muy amoroso entre nosotros, de mucha charla, reflexión y cuestionamiento, porque el espectáculo te interpela todo el tiempo, sobre todo a los varones. También al momento de ver la obra, con los debates que se hacen a posteriori, te vas dando cuenta de un montón de mecanismos que tenemos instalados, inconscientes, que están en funcionamiento en nuestra sociedad.

-Entre las repercusiones sucedidas, ¿en cuáles elegís reparar?

-En principio, empezó a suceder que algunos espectadores se sentían avergonzados, decían sentir vergüenza porque durante el espectáculo empatizaban con esos chicos, que son un grupo de sevillanos de clase media alta. Al mismo tiempo, empezamos a ver cómo seguían sucediendo casos similares en nuestra sociedad, como el de Palermo, o como lo sucedido con la muerte de Fernando Báez en Villa Gesell. Todo el tiempo, el espectáculo nos mostraba que esto sigue pasando, que no se trataba de un hecho teatral que daba cuenta de algo ocurrido en España, sino que estaba mostrando su presencia en todas partes. Hacer un espectáculo así te hace repensar tu rol en la sociedad, a mí, a los actores, a la actriz, a los espectadores.

-Allí la importancia del teatro, capaz de mirar de otras maneras.

-Siempre nombro a la dramaturga mexicana Sabina Berman, ella dice que el teatro es el espacio donde la tribu se reúne por las noches a dirimir sus conflictos; en este caso, es más que nunca esto, es el espacio donde nos encontramos a reflexionar sobre una problemática que está muy presente afuera de la sala.

-En otro orden, ¿cuáles son tus actividades en lo inmediato?

-En España estoy dando unos cursos de actuación, para una organización de teatros pequeños, y en julio arranco una temporada con El Loco y la Camisa. En Buenos Aires, ahora tengo cuatro espectáculos en cartel en el Teatro Picadero: Jauría, Los Perros, Laponia, y El Loco y la Camisa; además de una adaptación de Ricardo III, de Mariano Saba, que lleva por título Los Finales Felices son para Otros.