Los mismos economistas que fracasaron en el gobierno de Mauricio Macri, que llevaron al país a una de las peores crisis de endeudamiento, ahora se ofrecen para rescatar a la Argentina de un nuevo escenario de inestabilidad cambiaria y financiera, que no paran de alentar. Su plan es volver a aplicar políticas de ajuste ortodoxo, con apertura de la economía a las importaciones, desregulación de capitales, tarifazos y quita de derechos a las mayorías populares, pero solo que esta vez sin “gradualismo”, sino mediante acciones de shock.
El establishment financiero y la mayoría de los medios de comunicación reclaman programas de estabilización como los que postula la oposición. El ministro Martín Guzmán lo pudo comprobar esta semana en las reuniones con la banca nacional y extranjera.
Para cambiar las expectativas y recobrar la confianza de los mercados, dicen, hay que bajar fuertemente el gasto público, ir a un escenario de déficit cero en poco tiempo, y avanzar con reformas estructurales en jubilaciones, en materia laboral y en la política tributaria.
La agudización de las tensiones con el dólar y los títulos públicos de las últimas semanas les da aire a ese tipo de planteos para volver al centro de la escena. El Frente de Todos se desgasta en peleas internas y su debilidad es aprovechada por la oposición para marcarle la cancha.
“El perfil de deuda que está dejando Alberto es peor que el perfil de la deuda de Macri porque vas a tener que afrontar 60.000 millones de dólares de deuda en 2024. Dicho esto, sí creo que Argentina primero tiene que avanzar hacia una modernización del esquema laboral. No generás empleo solamente bajando impuestos. Hay que suprimir impuestos y suprimir impuestos quiere decir suprimir burocracia estatal. Vas a tener que reperfilar las deudas que te va a dejar Alberto, porque esa es la realidad”, declaró a principios de semana el diputado y ex ministro de Agricultura del gobierno anterior, Ricardo Buryaile.
Hernán Lacunza, ex ministro de Hacienda que impuso el reperfilamiento de la deuda en pesos, se expresa en la misma línea. Otros economistas identificados con la oposición plantearon ir a un plan de estabilización de shock: “La Argentina necesita lo que en economía se conoce como un cambio de régimen: un conjunto de políticas que logren un cambio radical en el funcionamiento de la economía y que revierta el pesimismo que predomina en todos los ámbitos”, escribieron en el diario La Nación los economistas Eduardo Levy Yeyati, también ex funcionario de Cambiemos, y Miguel Kiguel, ex secretario de Finanzas en el menemismo, en el equipo de Roque Fernández.
Identificaron al plan Austral y a la convertibilidad como antecedentes de planes de estabilización a considerar. “Es lo que hizo Alemania para frenar la hiperinflación en 1923, lo que hizo Israel para salir de la inflación y el estancamiento en 1985, y lo que intentaron hacer, a su modo y con éxito desigual, el plan Austral de 1985 y la Convertibilidad de 1991”, afirmaron.
“Probablemente el plan de estabilización de 2024 deba ser un blend de todos los planes anteriores, con consolidación fiscal, programa monetario y financiero ortodoxo, acuerdo de precios y salarios y apertura económica, en un combo realista que mantenga un delicado equilibrio entre equidad y efectividad”, abundaron. “Se requieren voluntad política y calidad técnica, y de algunas medidas impopulares”, remarcaron, ya sin ocultar ni maquillar el ajuste que pregonan como solución a los problemas económicos.
El hecho de que propuestas que anticipan a las mayorías populares sacrificios enormes puedan ser levantadas como expresiones de sentido común es un síntoma del deterioro de la palabra del Gobierno para conducir la economía. La alta inflación, la pérdida de capacidad de compra y las movidas del dólar generan un clima de inestabilidad en aumento. No importa que los que se ofrecen como salvadores sean los que llevaron al país a la ruina. En este contexto aparecen reciclados.
La confrontación política entre el presidente y la vicepresidenta en buena medida es responsable de esa situación. “Hay un divorcio de las miradas. Para Alberto todo va a mejorar y hay que dar tiempo, la economía seguirá creciendo, bajará el desempleo, los dólares que no entran ahora vendrán después, hay que fortalecer a Guzmán, mientras que para Cristina la situación es cada vez más grave, se agota el tiempo y hay que ir a una estrategia defensiva y de contención”, analiza un economista del Frente de Todos, quien considera, como la mayoría en el espacio oficialista, que sin un ordenamiento al interior de la fuerza los problemas tenderán a agravarse.
"El gobierno se debilita, eso es objetivo. Tiene menos capacidad para ordenar a los actores, para imponer políticas o para consensuar", agrega otro economista, también identificado con el oficialismo. "La señal de Cristina de reunirse con Carlos Melconian en este contexto mete más ruido", interpreta, aunque cerca de la vicepresidenta le bajan el tono y sostienen que "se reúne con todos, escucha a todos".
A mitad de semana habrá un test clave en la licitación de deuda en pesos a través de la cual el Palacio de Hacienda debe cubrir vencimientos por 248 mil millones de pesos. El grueso de esos títulos está en manos de inversores privados, bancos, fondos comunes de inversión y aseguradoras, que en su mayoría no participaron del canje de bonos que ofreció Economía. De los 358 mil millones que sí participaron, los principales actores fueron organismos públicos. El titular del Palacio de Hacienda necesita un resultado exitoso para empezar a encontrar argumentos que respalden su posición frente al embate de mercados financieros, dirigentes de la oposición y, sobre todo, de los cuestionamientos internos.
El ministro asegura que las dificultades para acumular reservas y ordenar las cuentas fiscales en la primera mitad del año son producto del descalabro internacional que provocó la guerra en Ucrania, pero que en la segunda mitad podrá cumplir esos objetivos y, al mismo tiempo, mantenerse dentro de lo establecido en el acuerdo con el FMI. Guzmán consiguió en su gestión superar corridas cambiarias y aprietes de los mercados, pero en este momento los desafíos amenazan con desbordarlo.
Los economistas de Juntos por el Cambio, con el plan de ajuste de siempre, se frotan las manos.