Silbando bajito, sin estridencias ni haciendo alarde de los caminos transitados, la rockera banda Perro Ciego lleva 33 años ininterrumpidos en la escena, la cual tuvieron que inventar y sostener a lo largo del tiempo.
En estas tres décadas compartió escenario con todas las bandas del género que uno pueda imaginar: Intoxicados, Las Pelotas, Divididos, Catupecu Machu, Memphis, La 25… “Y sí, la verdad que hemos tocado con un montón de bandas re grosas y en festivales re grosos, un camino recorrido bastante largo y satisfactorio”, comenta Marcelo Dique, “Salchi”, apodo con el que todos conocen al cantante de la banda.
Sin embargo, Perro Ciego no solo telonea, sino que luego de tantos años generó una relación y un vínculo de confianza con las bandas que llegan al norte, “en los últimos seis meses tocamos con La Renga, Gardelitos, Guasones y Jóvenes Pordioseros. Todas las bandas tenían la intención de invitarnos, Tete (bajista de La Renga) me dijo lo mismo que Eli (cantante de Gardelitos), y fue agradecernos porque estemos aguantando el rock and roll acá, ese es el mensaje que nos dejan… somos como la frontera norte, acá estamos nosotros, los Infernales”, comenta entre risas el líder de la experimentada banda salteña y agrega: "A mí siempre me pegó el rock, es la música con la que más me identifico, el rock es el lugar desde donde me paro a observar todo".
Primeros pasos
“De chico vivía en barrio San Francisco, ahí me crié, hice la primaria. Pero hace muchos años que estoy en barrio Los Lapachos, también en el sur de la ciudad. Y acá trabajo, seis horas por día estoy dando clases guitarra”, cuenta Salchi y agrega: “Como estoy en el barrio hace mucho tiempo, los pibes de mi cuadra, de mi manzana, casi todos pasaron por una clase mía, ellos por ahí no me ubican tanto de la banda, sino que soy el profe de música… después tengo otros alumnos que me ubican más por la banda y que ya les interesa puntualmente tocar rock and roll, blues y armar una banda”.
Salchi sigue echando raíces y transmitiendo oído y talento a los chicos de su barrio, tal como a él mismo le pasó cuando fue forjando su impronta dentro del arte. “Un referente para mí fue Andrés Gauna, que vive a la vuelta de mi casa. Yo iba a su casa, y él organizaba murgas para los carnavales, sacaba sonido afuera, hacía eventos culturales. Iba a la casa de Andrés y era puro arte, cuadros, esculturas, música”.
“También de chico tenía un compañero de colegio que su padre es Javier Cava Ruiz, un melómano de los que más material tienen en Salta. Toda su vida hizo programas de radio difundiendo más que nada bandas heavys. Entonces yo iba a buscar a mi amigo a la casa y me encontraba con su papá que era un mechudo metalero con colecciones de discos de vinilo en una pared. Aparte pintaba cuadros de Ozzy Osbourne, de Jimy Hendrix, era un artista. Iba a esa casa y flasheaba mal. Ellos me marcaron”, relata Salchi recordando las marcas iniciáticas que siguen vigentes en él.
Si bien la pasión por el arte en general fue creciendo, el amor por la guitarra también encontró su lugar preponderante, “A los 11 empecé a estudiar guitarra con una profe del barrio que tocaba en la iglesia y enseñaba. Fui un par de meses y después, más o menos a los 13, cuando cambié la escuela del barrio para ir al centro, empecé en un taller musical que era específico de guitarra eléctrica, rock and roll, blues y demás. Ese taller estaba dirigido por una banda que había en ese momento, La Pirámide se llamaba, donde estaban Chinato Torres y Marcelo Gala, de los primeros músicos del estilo acá en Salta”.
Todo este recorrido, sumado a la explosión y renacimiento del rock nacional postdictadura, fue forjando la idea de subir a las tablas, “A los 12 años fui a ver a Soda al Salta club, también fui a ver a Miguel Mateos y Charly García presentando Piano Bar. De mi generación todos quedamos marcados con ese rock nacional de los 80. Y bueno, después de todo eso obviamente yo quería tener una banda”.
Nace Perro Ciego
Aunque los dos primeros años de vida,la banda se llamó “Rocabola”, poco tiempo después adoptaron el nombre que los acompaña hasta hoy en día, tomado de la película “Croosroads”, donde uno de los protagonistas y músico se apoda "Blind Dog", seudónimo que traducido es Perro Ciego.
“En la adolescencia me metí en los recitales del under salteño. Se había hecho como una especie de asociación cooperativa y organizaban recitales, había muchas bandas locales ahí agrupadas y hacían movidas. Y bueno, yo iba a ver, iba a ver y quería tocar. Así que mientras estudiaba guitarra eléctrica, conocí a los pibes de la banda”, comenta el líder de Perro Ciego.
Si bien compartían espacio en el colegio Tommasini, el lugar de encuentro y fusión fue la escuela de música de la cual todos participaban. “Eramos compañeros del colegio, pero de distintas divisiones y nunca habíamos hablado. Así que en el taller conocí al batero, Pablo Zenteno, y al guitarrista Martín Aguilera, que tenía un hermano que tocaba el bajo. Recuerdo que el profe nos incentivaba bastante, nos hacía tocar y nos juntaba a zapar. Ahí empezó todo”.
Entre zapada y zapada, la idea fue cuajando, “Nuestro debut fue en el año 89 en el marco de un recital organizado por ese mismo taller de música en la Casa de la Cultura de Salta, un 2 de julio de 1989”.
Salchi subraya la importancia de los espacios de creatividad y expresión, donde no solo se forjan bandas, sino también lazos de amistad y un compañerismo que trasciende el tiempo y los proyectos personales. “Ese taller de música fue un buen punto de encuentro con pibes de otras zonas de la ciudad que por ahí no conocías o no te cruzabas. Hoy somos una generación de músicos que está tocando en diferentes proyectos, y nos encontramos con ellos que nos iniciamos juntos, son colegas y amigos hoy en día”.
Armar y bancar la escena
Aquel rock nacional que comenzaba a explotar en los escenarios alrededor de la década del '80, era una movida centralmente de los grandes centros urbanos, y si bien algunos recitales comenzaban a llegar al norte, todavía no estaba consolidada una escena que contenga nuevas expresiones artísticas.
“En aquel entonces era mucho más chica la ciudad. Tendría la mitad de habitantes de los que tiene hoy. Por ejemplo no existía la Balcarce. Entonces lo que hacíamos era ir a una pizzería, o un bar que tenía una onda mínima, lo íbamos a hablar al dueño y le proponíamos hacer una fecha. Me acuerdo que había un pub que se llamaba 'Buenas intenciones', quedaba en la Florida y San Juan, justo frente a la policía… ¿que lugar para abrir un bar, no?”, comenta y se ríe Salchi mientras rememora vivencias de 30 años atrás.
En este contexto, a veces tan adverso en cuanto a posibilidades, recursos y espacios para las bandas emergentes, Perro Ciego continuó empujando y sosteniendo la movida a base de perseverancia, confianza y pasión por la música.
Un extenso anecdotario
En 33 años de carrera, el anecdotario es extenso y bien nutrido. Cuesta encontrar un recuerdo que pueda resumir tanta ruta. Sin embargo, Salchi rápido saca uno de la galera: “Habíamos ido a Cosquín por primera vez en 2005, y volvimos por segunda vez en el 2007. Nos invitaron a tocar en un escenario que había en ese momento que era un camioncito de turismo, era el escenario más chico. Encima llegamos sobre la hora, ni había prueba de sonido, subían las bandas y tocaban. Teníamos media hora para tocar y la gente estaba copada, había muchos del norte y Córdoba que nos conocían”.
“De repente se corta el sonido porque nos pasamos del tiempo. Bajamos y resulta que nos estaban esperando de la producción para llevarnos al escenario principal, porque en ese momento había muchísima gente esperando que toque Callejeros, que era la vuelta después de Cromañón. Entonces como había mucha gente que todavía no lograba entrar al predio, corrieron el show, quedó un hueco y en el bache nos metieron a nosotros. Nos subieron a una combi que bordeaba todo el predio y subimos a tocar para 40.000 personas. Así que pasamos del camioncito al escenario principal sin escalas”, cierra Salchi.
El motor de Perro Ciego sigue intacto y con cuerda para rato. El próximo 2 de julio festejarán su cumpleaños número 33 con lo mejor que ellos saben hacer, rockear.
“Nuestro camino es seguir sacando temas. Queremos entrar a grabar dentro de poco y cada disco nuevo que sacamos nos abre una esperanza nueva, un camino nuevo. Nos quedamos con las ganas en el último disco por la pandemia, no pudimos girar mucho”, comenta Salchi con la misma frescura de una banda que recién comienza.
La cita será el próximo viernes 1 de julio en Necochea 737, ciudad de Salta. “Nosotros vamos a estar tocando pasada la medianoche, y también el sábado tenemos otra fecha en Rosario de Lerma donde siguen los festejos”, remata Salchi invitando a todos los que quieran compartir una noche que los hará parte de la historia viva del rock salteño.