El domingo 10 de julio, a las 20, Belén Conte tocará en Café Berlín (Av. San Martín 6656), en lo que será su primer recital notable de 2022 en la ciudad de Buenos Aires. Aunque esto pudiera sugerir que la cantautora no es oriunda de la capital argentina o que se tomó su tiempo para subirse a un escenario local, tras la normalización de los shows en vivo, lo cierto es que la artista no paró de trabajar. “Digamos que es la primera fecha grande del año, porque hice otros shows más chicos en diveros formatos”, aclara. “Arrancamos el año con una gira en la costa y otras ciudades del país con la que presentamos Las partes separadas, mi último disco. Así que estaré mostrando esas canciones, la igual que cuatro adelantos del disco que saldrá este año”.

En tanto que el álbum en cuestión apareció en 2020, el año pasado vio la luz un disco grabado en la sala porteña Lucille llamado En vivo, que refleja lo que sucederá el domingo. “El show de ese disco, que está colgado en YouTube, es similar al que haremos en Café Berlín. Pero a eso le sumé algunas cosas”, especifica la cantautora. “Incluimos un cover de ‘Corazón partío’, de Alejandro Sanz, porque invitamos a un músico de flamenco. También mostraremos las canciones nuevas”. Y sobre ese repertorio registrado en directo, Conte explica: “Ibamos a hacer un show con público, pero la pandemia nos obligó a que se convirtiera en un streaming. Lo que me gustó es que nunca dejamos de producir, desde que arrancó la pandemia. Intenté adaptarme a las cosas que pasaban".

-¿Qué sigue luego del show?

-Como estamos grabando en paralelo, nos encontramos preproduciendo los videos de estas canciones. Vamos a lanzarlos como simples. Y en agosto haremos un pequeño viaje por Europa para presentarlo allá.

-¿Todo esto lo financiás vos?

-Más o menos. Me lo está gestionando una productora de allá. Pero los videos sí, al igual que las canciones. Me estoy ayudando con unos subsidios.

-El título Las partes separadas le viene bien a tu carrera autogestiva.

-En realidad, el disco habla en sus nueve canciones de una ruptura. Es un trabajo íntimo que muestra de diferentes maneras las rupturas internas y externas, ya sea separarse de alguien externo como de uno mismo. Por eso el sonido lo armamos desde un lugar muy acústico. El sonido es bastante limpio. Me parece que logramos la intimidad que queríamos. Jugué con las luces y sombras. Incluso el disco tiene un poco de eso, aunque sigue siendo luminoso. Tiene momentos en los que se ve esa contradicción. Cuando hablo de ruptura, me refiero a la transformación pero, sí, con esto de separación. De hecho, todas las canciones que metí están basadas en ese concepto.

-¿Es un disco freudiano?

-Podría ser.

-¿Lo escuchó tu analista?

-Sí, lo escuchó. Por suerte, no lo analizó.

-Más que un disco pop, este segundo trabajo tuyo suena a popular.

-Hay algo en la construcción de las melodías que tiene que ver con ese universo, tanto lo de las melodías como lo de la impronta folklórica. Yo no lo había identificado...

-A propósito de lo que contás, ¿seguís en búsqueda de tu idiosincrasia musical?

-A diferencia de Mujer sin cara, que fue mi primer disco y en donde planteo una búsqueda, en este segundo hay un dejo de identidad. En el tercero estoy yendo hacia un lado más electrónico, por lo que estoy en otra búsqueda. Igual la relaciono con lo que pasó en el disco anterior. No estrá cerrado, pero cada vez se afila más.

-Al menos en la Argentina, ¿el circuito de los cantautores alcanzó su techo?

-En los últimos años abrí mucho. Al tocar en banda y salir así de gira, considero que la canción tiene un techo. Tampoco es un mundo que me interese mucho. Las veces que toqué sola fueron un montón de años, pero encuentro más satisfacción en tocar en banda. Eso amplía un montón los universos.

-¿Hay una meta?

-No sé. Tengo ganas de seguir desarrollándome como artista. Cuando la industria no está mirando o invirtiendo en un proyecto así, a veces las cosas llevan más tiempo para concebirse.