Como muchxs de ustedes estarán al tanto, hace unos días se estrenó en nuestro país la nueva película de Pixar, Lightyear, basada en el astronauta animado de Toy Story. El concepto del spin-off ya es algo muy instalado en el mundo del cine o de las series y aparentemente es un recurso que ofrece cierta tranquilidad sobre los resultados de taquilla, así que no sorprende que en vez de inventar una historia completamente nueva, las compañías grandes prefieran centrarse en un personaje que todos conocemos, con un espacio y un universo narrativo propios que nos resultan familiares.
Los que sí se sorprendieron fueron algunxs espectadores cuando antes de poder ver las aventuras del entrañable Buzz en pantalla, se desayunaron con que en la historia había una escena en que dos mujeres homosexuales se besaban. Por este motivo, en 14 países el film directamente se prohibió. No solo ocurrió esto en lugares que nos resultan alejados para nuestra cultura y códigos legales (hablamos de algunas naciones en las que está todavía criminalizada la homosexualidad), sino que también hubo un intento previo de censura en el propio Estados Unidos, y hasta algunas cadenas de cine en otros países de Latinoamérica se sintieron en el «deber» de aclarar en afiches que la película contenía «ideología de género» (escrito así, en estos términos, sí).
Se preguntarán si tanto revuelo lo causó una escena de alto voltaje, en la que el beso lésbico pasa a mayores. ¿Se encuentran cautivas las infancias y las familias, en la oscuridad de la sala, con un contenido sexual cuasi explícito que limita con el porno, acaso? ¡Nooooo! ¡Es un pico! Estamos hablando de un pico que dura tres segundos. Ni siquiera es el primer plano del beso del príncipe azul a Blancanieves.
Por supuesto que muchxs espectadores registraron la ridiculez de calificar con el adjetivo «polémico» el beso y hubo catarata de memes sobre el tema. La verdad es que ya no sé si es para reír o para llorar el asunto. Por un lado, es cierto que toda la cuestión es completamente desmesurada para quienes desde las coordenadas de la sociedad actual entienden que la diversidad es parte de nuestra realidad. ¿Semejante censura por un besito entre dos mujeres que forman una familia? ¿No será contraproducente darle tanta relevancia a algo que a esta altura debería ser completamente aceptado?
Es obvio que los modos en que las parejas heterosexuales y las homosexuales se demuestran su afecto son los mismos, por lo que está clarísimo que lo que está por detrás es una visión que patologiza la diversidad, la quiere ocultar, la ve como enfermedad transmisible. Frente a esa amenaza, a lxs niñxs que puedan contagiarse se les debe resguardar. En ese sentido, es cierto que todo beso es político.
Por otra parte, para quienes crecimos bajo el miedo atroz de expresar en la calle lo que sentíamos y asumir nuestra sexualidad e identidad, esto debe celebrarse. No pienso que sea un gesto de apertura total tampoco: ¿se imaginan si el personaje gay hubiera sido Buzz que sale del closet? ¡Cancelado para siempre Toy Story!
Está claro que esa familiaridad, esa tranquilidad que nos ofrecen estos spin-off podría sacudirse mucho más que lo que impacta un beso entre chicas, pero yo festejo el pico, festejo que las infancias encuentren otros modelos de familia en las ficciones porque estas se construyen a partir de la realidad, que es diversa, les guste o no a los que censuran, a los que aclaran en afiches o a los que dudan si quitar o no una simple escena de afecto. No sé si las formas de relacionarnos son infinitas, pero ¡viva el más allá del pensamiento y de la expresión!
#DondeestaTehuel