Desde Munich
"Esta es una ciudad muy conservadora, la movida está en Berlín", le dijo a este diario uno de los choferes de los micros que llevaron a la comitiva argentina en la Cumbre del G7. La referencia es para Munich, que sigue históricamente cruzada en sus calles y su arquitectura por el catolicisimo duro y vestigios del nazismo. Mientras que en Berlín se refugia la cultura, el debate político y la transgresión.
Uno de los edificios de Munich es un emblema y un furor: la cervecería Hofbrauhaus, cerca de Marienplatz, la plaza central, supo albergar las reuniones proselitistas de un joven Adolf Hitler. Hoy es el lugar elegido por la mayoría de los turistas porque conserva la vieja estetica de los pueblos rurales germanos.
La construyó en el 1607 el Duque de Baviera. Varios años más tarde, en 1920, Hitler hizo su primera asamblea cuando todavía era un desconocido y fundó el partido. Cerca de allí, en la plaza Odeonsplatz, Hitler fue detenido cuando en 1923 quiso hacer un golpe de Estado.
El lugar donde se hace la conferencia, además, también está vinculado al nazismo. El Palacio Elmau fue lugar de retiro de las tropas de Hitler. Luego, fue recuperado por los aliados al final de la Segunda Guerra y entregado a otros fines.
Taxis de lujo y pueblito de "campesino" que albergó a los líderes
Garmish, ubicado a 100 kilómetros de Munich, es el lugar donde se emplaza el Palacio Elmau. En una primera mirada, es un pueblito campesino casi de película. En el invierno, se transforma en uno de los centros de ski más importantes de la región y de los países cercanos a Alemania.
Esa ciudad, al igual que Munich, tiene varias particularidades. Lujos varios, edificios históricos y un parque automotor que, según lo que explicaron a este diario varios taxistas, está plagado de modelos nuevos, no más viejos que de año 2018. Reinan allí las marcas alemanas, Mercedes y Volskwagen. Lo más llamativo son los taxis: todos Mercedes Benz último modelo.
El país que odiaba al dólar
Si bien todos los países de la Unión Europea priorizan el Euro como moneda, Alemania y Munich llevan esa lógica al extremo. No se pueden hacer ni siquiera grandes operaciones en dólares estadounidenses, los hoteles no funcionan como agentes de cambio y se defiende la moneda a capa y espada.
El Euro hoy es fuerte, casi tanto o más que el dólar. Sacando al Reino Unido, que también lo esquiva, se mantiene su defensa como una lógica continental. Los comerciantes, inclusive, prefieren perder ventas antes de aceptar la divisa estadounidense.