Comienzan los octavos de final de la Copa Libertadores. Y como sucede cada año, desde esta instancia los equipos argentinos quedarán puestos de cara a su propia realidad. Otra vez, los gigantes brasileños como Palmeiras, el actual bicampeón, Flamengo y Corinthians aparecen como los grandes candidatos. Los adversarios que River y Boca tendrán que vencer antes de poder alcanzar esa copa que en el Monumental y la Bombonera tiene el tamaño gigantesco de una obsesión.
Que en los últimos cinco años, la Libertadores se ha transformado en un mano a mano entre Brasil y Argentina lo demuestra que de 2017 en adelante, sólo llegaron a la final equipos de esos dos países. Los brasileños ganaron cuatro ediciones: Gremio en 2017, Flamengo en 2019 y Palmeiras en 2020 y 2021. Los argentinos, una sóla: River en 2018, al cabo de la imborrable final con Boca. En las últimas dos copas, ningún equipo de nuestro país pudo llegar a la definición: todo quedó en poder de los brasileños. Más amparados en el poderío económico de sus clubes que en la real calidad de su juego.
Corregido y aumentado, da la impresión de que el mismo predominio compartido se reiterará en la competencia actual. De los 16 equipos que pasaron a la fase de eliminación directa, seis son de Brasil (Palmeiras, Corinthians, Flamengo, Atlético Mineiro, Atlético Paranaense y Fortaleza) y otros seis de la Argentina (River, Boca, Velez, Estudiantes, Colón y Talleres). Sólo Libertad y Cerro Porteño de Paraguay, Emelec de Ecuador y Deportes Tolima de Colombia escapan a este monopolio. Con la salvedad de que en octavos, mientras los brasileños no se eliminaran entre sí, habrá dos cruces entre argentinos (Velez-River y Talleres-Colón) y uno más en cuartos entre los ganadores de estas llaves. De estos cuatro, sólo uno llegará a semifinales. Allí podrían encontrarse River y Boca. Pero no es conveniente todavía gastar a cuenta.
Queda claro con este panorama que el poderío deportivo y económico se ha reconcentrado aún más en Sudamérica y eso es algo que debería preocupar a las autoridades de Conmebol, casi siempre más enfocadas en la robustez de sus negocios que en la verdadera competitividad de sus torneos.
Convencidos de que en 2021 les faltó jerarquía para ir más lejos (Boca no pudo pasar de los octavos de final y River llegó hasta cuartos, limpiados los dos por Atlético Mineiro), los dos gigantes argentinos se han reforzado lo más que les ha permitido la indomable economía del país. River, incluso, apuesta a tener seis meses al goleador uruguayo Luis Suárez para potenciar un ataque que se debilitará con la salida de Julián Alvarez rumbo al Manchester City. Pero aún así, puede resultarles insuficientes. Los equipos brasileños (sobre todo Palmeiras, Flamengo y Corinthians) han vuelto a incorporar por millones en dólares. También para ellos, la Copa Libertadores es una obsesión. Y tienen más resto para perseguirla y alcanzarla. Pero los partidos hay que jugarlos. Nadie sale campeón antes de tiempo.