El Gobierno endureció el control sobre las importaciones para cuidar las reservas internacionales, en un escenario de creciente tensión cambiaria y después de las críticas al respecto de parte de la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Las medidas adoptadas por el Banco Central apuntan a que las grandes empresas consigan más financiamiento para pagar sus importaciones, en lugar de volcarse sobre las reservas de la autoridad monetaria. En cambio, las pymes obtienen mayor flexibilidad para acceder a las divisas. El BCRA estima que las medidas podrían evitar una salida de reservas del orden de los mil millones de dólares mensuales.
Como respuesta, las cotizaciones paralelas del dólar volvieron a subir. En tanto, el Central compró 250 millones de dólares, luego de dos semanas de baja, aunque en medio de una jornada con pocas operaciones a causa de la implementación de los cambios normativos. "Van en el sentido de recuperar reservas", dijo en relación a las medidas el presidente, Alberto Fernández, desde la cumbre del G7 en Münich. El Gobierno apunta a conseguir un alivio de corto plazo: las medidas rigen hasta el 30 de septiembre.
Una serie de factores en el frente externo fueron entorpeciendo el objetivo oficial de acumulación de reservas internacionales que forma parte del acuerdo con el FMI y que además está en el centro de la estrategia oficial de contención de la inflación. Por un lado, la compra de gas y combustibles líquidos para atender la insuficiencia de oferta interna se disparó por la suba de los precios internacionales. "Hace seis meses no tenías 4650 millones de dólares de importación de energía; hoy sí", dijo el ministro de Economía, Martín Guzmán, en una entrevista radial.
Sin embargo, los precios de las exportaciones también están en valores récord y el Central no capta las reservas porque las empresas del agro retacean la liquidación. Es que, por otro lado, la brecha cambiaria atenta contra la acumulación de reservas. La diferencia de precios del dólar alimenta la sensación de que la divisa oficial "está barata". Las mayores importaciones respecto de las "normales" pueden darse a través de sobreacumulación de stocks pero también mediante maniobras de evasión como la sobrefacturación de las compras. De ahí el mencionado "festival de importaciones" al que aludió días atrás la vicepresidenta, Cristina Fernández, en otro dardo al Gobierno. Del otro lado, la brecha retrasa la liquidación de dólares.
Impactos
Se espera que la decisión sobre las importaciones tenga efecto negativo sobre la actividad económica. Así, el Gobierno da una señal de que prioriza la estabilidad externa para evitar un salto cambiario que espiralice todavía más la inflación. "Las medidas tendrán vigencia por un trimestre, para dar tiempo a la normalización del comercio exterior", explica el Central.
El titular de la autoridad monetaria, Miguel Pesce, espera los cambios normativos repercutan en un ahorro de divisas del orden de los 1000 millones de dólares mensuales. Otra contracara estaría en el impacto en precios, ya que las dificultades de acceso al dólar oficial obligan a las empresas a asumir mayores costos financieros o en algunos casos recurrir al dólar paralelo.
Inmediatamente después de que se conocieran las medidas, Pesce se reunió con el titular de la UIA, Daniel Funes de Rioja, para "mejorar la regulación sobre el pago de las importaciones". "No se puede parar el proceso productivo", dijo después Funes.
Las medidas
El BCRA definió que las importaciones sujetas a Licencias Automáticas, es decir aquellas que gozan de un tratamiento relativamente simple para su aprobación, mantienen el acceso al mercado de cambios por el equivalente al promedio mensual de importaciones de 2021 más un 5 por ciento o hasta el 70 por ciento por encima de 2020. Sin embargo, se restringe la posibilidad de adelantar operaciones en algún mes puntual, lo cual le permitiría al Central controlar el flujo de los pagos en el corto plazo.
En el caso de las importaciones sujetas a Licencias No Automáticas, que están bajo mayor control oficial, se definió que las empresas podrán acceder al mercado a partir de 180 días del despacho a plaza. La medida exige que la empresa que busca importar tenga que conseguir temporalmente sus divisas, ya sea a través de un crédito de la casa matriz, autofinanciamiento a préstamos bancarios, hasta acceder a los dólares del Central.
Adicionalmente, el Gobierno anunció que amplía el universo de productos cuyas importaciones tendrán acceso a las divisas recién a partir de 180 días según compitan con la producción local, lo cual desestimula esas operaciones. En el caso de "bienes suntuarios", el plazo se lleva a los 360 días. La "lapicera" sobre qué productos caen en estas categorías está a cargo del ministro de Desarrollo Productivo, Daniel Scioli.
En cuanto a las importaciones de servicios, se permite el acceso al mercado cambiario por el mismo monto que en 2021. En caso de superar ese valor, el plazo de entrega del saldo de divisas es también de 180 días. Las excepciones son fletes y turismo.
En el caso de las importaciones de bienes de capital, que están en el centro del proceso de la inversión privada, el BCRA definió que el 80 por ciento se pueda pagar en puerto de origen y el 20 por ciento restante con la nacionalización, lo cual suaviza la restricción previa, al eliminar el anticipo del 30 por ciento. También quedan exceptuadas de las nuevas restricciones las compras de energía y de medicamentos.
Al mismo tiempo, "se facilitará la prefinanciación de exportaciones, lo cual acelerará el ingreso de divisas especialmente del complejo cerealero, pasando la obligación de liquidar las divisas que se ingresen de 5 a 15 días, y la financiación a largo plazo para precancelar deudas locales en moneda extranjera", estableció el Central.
En todos los casos, las pymes "quedan exceptuadas de las exigencias vigentes de financiar sus importaciones por un incremento de 15 por ciento respecto al año anterior, con un límite de hasta un millón de dólares". Esto implica una flexibilización para las operaciones externas de las firmas más chicas.