Que los padres no se hagan cargo de las obligaciones alimentarias de sus hijes es una triste realidad que sucede a lo largo y ancho del país. Ya existen estudios que demuestran este incumplimiento como los realizados en las provincias de La Pampa y Catamarca, ahora la Provincia de Buenos Aires tiene el propio. El Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual realizó una exhaustiva investigación sobre esta problemática estructural que profundiza las desigualdades de género. Se trata de hogares monomarentales, madres que crían a sus hijxs solas porque los tipos solo aparecen cuando quieren o cuando les conviene.

El informe es una hoja de ruta para poner en práctica acciones que permitan resolver esta problemática y elabora, además, una serie de recomendaciones para todos los poderes del Estado. El trabajo contó con la coordinación de Sabrina Cartabia (Jefatura de Gabinete de la Subsecretaría de Políticas de Género y Diversidad Sexual), Lucía Cavallero (Dirección de Programas Especiales para la Igualdad de Género) y Sol Calandria (Dirección de Investigaciones) y un extenso equipo de profesionales que estuvieron a cargo de la coordinación y la elaboración de las entrevistas a mujeres que recurrieron o al menos intentaron recurrir al pago de una cuota alimentaria.

De las 6.442 mujeres encuestadas, solo el 10,7 por ciento pudo acordar el cumplimiento sin intermediación de terceros. El 39,1 por ciento lo hizo o lo intentó por vías legales y el 32,9 por ciento contó que no optó por vías legales ni tampoco pudo concretar un acuerdo.

“Hay muchas cosas que se pueden hacer en lo inmediato con las herramientas con las que ya contamos, que sea más efectivo el registro de morosos alimentarios para que efectivamente se tomen medidas como, por ejemplo, la falta de renovación de acceso a las licencias o restricciones en torno al acceso a tramitaciones bancarias. Necesitamos mucha creatividad y justamente no es lo que encontramos del Poder Judicial, por eso,  apuntamos a un cambio normativo que agilice absolutamente el proceso, que no obligue a las homologaciones y toda esa parafernalia de requisitos que terminan desalentando a las mujeres a reclamar porque es un camino de vallas y obstáculos y terminan priorizando lo que tienen que resolver en lo cotidiano, que es cuidar, mantener, asistir a los pibes y pibas y por eso desisten tanto de entrar en la maraña judicial”, explica la ministra Estela Díaz en comunicación con Las12.

El cuidado es un derecho

El incumplimiento de las obligaciones alimentarias de los progenitores vulnera el derecho de las infancias y juventudes a ser cuidadas en todos los aspectos de su vida y desarrollo. La falta de aporte económico, además, incrementa la pobreza y la sobrecarga de tareas de cuidado de las que las mujeres en hogares monomarentales. Estamos hablando de una forma de abandono de parte de los progenitores que se trata de una violencia económica de género y que trae aparejadas otras formas de violencia como la extorsión, la manipulación y hasta incluso la violencia física y sexual.

Muchas madres con problemas para acceder al pago de la obligación alimentaria padecen o padecieron violencia de parte del progenitor de su hijx, por lo cual, llegar a un acuerdo tiene un costo psicológico muy grande y algunas hasta evitan esa situación para no padecer más violencia. “Si vos hacés la denuncia, te doy menos. Si querés que te pague más, tenés que tener relaciones —sexuales— conmigo, o tráeme a los chicos”. Hay una manipulación para no denunciar: ‘te pago más si no me denunciás’, o a cambio te piden favores sexuales”, cuenta lo que debía soportar una de las entrevistadas.

Este abandono es también afectivo para con esxs niñxs cuando sus progenitores no cumplen con sus obligaciones no solo económicas sino también de cuidado, crianza y amor. “Él nunca me demostró afecto, esa es la principal causa por lo cual no lo veo (...) Mi mamá se ocupó del cuidado de nosotros, incluso cuando estaban juntos mi papá tampoco se encargaba mucho de nosotros. (...) Por eso digo que, cuando se separaron no era muy distinto, porque siempre mi mamá tomaba el rol de madre y padre a la vez”, describe un adolescente en el informe.

El trabajo brinda una herramienta de diagnóstico cualitativo con las voces de mujeres que peregrinan por los juzgados reclamando por los derechos de sus hijxs y conocen cada vericueto por donde se cuelan las injusticias. Es un insumo que contiene sugerencias que pueden ayudar a remediar el actual escenario de injusticia social y reproductiva a nivel institucional. En ese sentido la ministra señala: “Nosotras tenemos una serie de mesas de diálogo con el Poder Judicial, con el Ministerio de Justicia para que haya agilidad en el acceso a la información y necesitamos que se cumpla. Veíamos el caso de una jueza de Córdoba que le prohibió al progenitor la participación en su club de fútbol. Me parece creativa y ejemplificadora, si eso es una pasión, las pasiones tienen que llevarla adelante personas que cumplen con obligaciones básicas como es garantizar el sostén de vida de los hijos e hijas porque es una falta muy grave no hacerlo y hay que tomar una dimensión de cómo vivimos naturalizando en esta sociedad abandonos porque de lo que se trata esto es de abandono de personas.”

Si ser cuidadx es un derecho, cuidar a quienes cuidan es obligación del Estado. Foto: Jose Nico.


Paternidades irresponsables

El informe arrojó los siguientes resultados: el 51.2 por ciento de las mujeres encuestadas indicó que no percibe ningún tipo de aporte por parte del progenitor de sus hijas y/o hijos. El grupo de encuestadas que indicaron que el progenitor aporta dinero de obligación alimentaria es un 41,2 por ciento, de ese grupo un 24,9 por ciento mencionó que este lo realiza de manera regular y un 15,3 por ciento de manera irregular. Es decir que más de la mitad de las encuestadas (66,5 por ciento) no recibe obligación alimentaria, o sólo la percibe eventualmente.

“Yo pedía que él pueda aportar su parte de los cuidados pagando a una niñera (...) Lo que yo necesito es que él aporte económicamente al cuidado de mi hijo, porque presencialmente no quiere, o no puede. Entonces hay que compensarlo de alguna manera”, cuenta una de las madres entrevistadas. Solo el 7,9 por ciento, las mujeres señalan que el progenitor cumple con sus obligaciones alimentarias a través de la cobertura de gastos y necesidades de manera directa. En los casos en que el progenitor cumple con sus obligaciones alimentarias a través de dinero, solo el 10 por ciento de las encuestadas considera que el monto que reciben es suficiente para cubrir todos los gastos y necesidades de su hijx.

Que los progenitores no se hagan cargo de sus obligaciones alimentarias para con sus hijxs suscita otra problemática que no solo refiere a necesidades materiales como comida, vestimenta o salud sino que también tiene que ver con el incumplimiento de sus responsabilidades de cuidado y crianza. El informe revela que esta ausencia es transversal a todos los sectores sociales aunque afecta con mayor dureza a los hogares monomarentales de los sectores populares, produciendo efectos negativos en las condiciones de vida y la salud de las mujeres. “Muchos años no podía ir a la peluquería, no podía ir al dentista, no me alcanzaba la plata, olvidate de pensar en mí como persona, y en lo que me gustaría hacer”, señala Andrea en el informe.

Debido a la ausencia paternal, el 35 por ciento de las mujeres deben recurrir a familiares y amistades que se encarguen de la crianza y los cuidados, el 23 por ciento no cuenta con esa red y quedan a su cargo. La opción del cuidado a cargo de los progenitores como opción principal solo alcanza al 10 por ciento. Sin embargo, en estos últimos casos hay una división muy marcada de tareas: los padres se ocupan más de las actividades de ocio de lxs niñes como pasear, compartir algún evento, pasar tiempo libre los fines de semana, mientras que las tareas de cuidado que se relacionan con actividades rutinarias como tareas escolares, control médico, alimentación, higiene, siguen recayendo sobre las mujeres.

Un dato no menor es que en los casos en los que no se cuenta con una red familiar para dar respuesta a la necesidad de cuidados, las mujeres recurren a las redes territoriales, también conformadas por mujeres. Las entrevistas a referentas de organizaciones sociales hablan de la importancia de los cuidados comunitarios que se existen en los barrios populares que responden a las demandas de los hogares con bajos ingresos.

La tapa del Informe de Incumplimiento de la Obligación Alimentaria en la Provincia de Buenos Aires


Feminización de la pobreza

La sobrecarga de cuidados y crianza que afrontan las mujeres, las aleja de la posibilidad de acceder a un empleo formal y registrado. En la provincia de Buenos Aires, durante el cuarto trimestre de 2020 y el primero de 2021, el 30 por ciento y 32 por ciento, respectivamente, del total de los hogares, se encontraba a cargo de mujeres que no conviven con cónyuges (hogares monomarentales). El porcentaje de hogares monomarentales es del doble que los que están a cargo de mujeres que conviven con su cónyuge. En estos hogares se concentran las cifras más altas de pobreza, una sobrecarga de tareas de cuidado, falta de acceso a servicios públicos y tasas más altas de informalidad laboral.

La problemática del incumplimiento alimentario debe analizarse sin perder de vista la feminización de la pobreza que se ve reflejada por ejemplo en el informe elaborado por la Unidad de Género y Economía (2021) el cual señala: En mayor medida las mujeres son contratadas para empleos precarios, y su inserción laboral se encuentra concentrada en ramas de actividad caracterizadas por bajos salarios. Sus ingresos son un 25 por ciento más bajos que los de los varones, y la brecha se intensifica entre las asalariadas informales, con ingresos 38 por ciento menores a los de sus pares varones.

Siempre la misma Justicia patriarcal

La falta de acceso a la justicia, al patrocinio jurídico gratuito y las demoras de los procesos judiciales representan un gran impedimento para concretar el cumplimiento de la obligación alimentaria. Algo que debería resolverse de manera inmediata porque se trata de la supervivencia de niñxs, la Justicia puede llegar a demorarse de seis meses a dos años. “El acceso a la justicia tiene que tomar más fuerza en la agenda, el informe es una herramienta que nos va a posibilitar sensibilizar para que sea un tema presente incluso en el abordaje de situaciones diversas de vulnerabilidad pero también de violencia de género porque hay un factor de violencia económica patrimonial que se ejerce sobre las mujeres pero también sobre los niños niñas y adolescentes”, asegura la ministra.

“Es difícil acceder a la justicia, y acceder a que te defiendan y mientras tanto tener que seguir cuidando a tus hijos. Y entonces decís, bueno, ya fue, busco otro laburo, porque te cansás. Entonces, que las madres tengamos dos o tres trabajos para cuidar a nuestros hijos, también hace que los chicos estén descuidados, porque no están bajo nuestra mirada, y el padre tampoco está”, detalla una de las madres entrevistadas.

Otro de los motivos por los que las mujeres deciden no reclamar la obligación alimentaria responde a la forma de operar de la Justicia que aún conserva modos de accionar patriarcal, sin atender a las necesidades de las madres. Las revictimizan y vuelven más compleja la negociación, en lugar de facilitarla. El informe cuenta, por ejemplo, el caso de Virginia que terminó desestimando el pedido de obligación alimentaria por la violencia institucional que sufrió durante el proceso judicial. Cuando su hijo tenía seis meses tuvo una audiencia por régimen de comunicación, y la jueza dispuso que el progenitor tenía que llevarse al bebé los fines de semana, siendo que este era lactante y no podía estar varios días sin contacto con su madre: “Cuando hicimos la presentación, en el descargo de que mi hijo era lactante, me hicieron pasar por una perito lactante. En el medio de tribunales me hicieron poner en bolas, y mostrar que de las mamas me salía leche.”

“Necesitamos que se indexen las cuotas, que se aceleren los procesos, que tengan instancias muy veloces para resolverlas rápidamente sin lo que requiere cualquier otro tipo de proceso. También sabemos que la justicia tiene una mirada patriarcal y que siempre hay determinada puesta en sospecha de las mujeres que plantean un reclamo de este tipo, así que lo que necesitamos es una profunda transformación y democratización del poder judicial. Nosotras trabajamos para que el acceso sea lo más urgente posible, tenemos una mesa Interpoderes con el Poder Judicial y el Legislativo de la Provincia de Buenos Aires donde planteamos herramientas concretas como el formulario único para denuncias por violencia de género para agilizar el acceso a la justicia y la matriz de riesgo para evaluar los casos de forma interministerial, con los municipios y el Poder Judicial”, concluye Díaz.