Toda guerra implica una mayor acumulación de ganancias para aquellas empresas y corporaciones dedicadas a la fabricación y exportación de armamento. El actual conflicto entre Rusia y Ucrania no es la excepción, pero además aquí se agrega la búsqueda deliberada de reemplazar a uno de los actores de su papel como segunda potencia exportadora de armas a nivel global.
Dentro de las empresas armamentistas que más vienen recaudando se encuentra la estadounidense Lookheed Martin Corporation. Sus ventas aumentaron más de un 26% desde principios de año y su beneficio neto en el primer trimestre ha sido de casi 2 mil millones de dólares. Se espera que sus ventas aumenten significativamente durante el actual y el próximo trimestre.
Raytheon, otro de los gigantes armamentísticos de Estados Unidos, se ha especializado en la fabricación de misiles hipersónicos: de hecho, la bazuca antitanque Javelin (en colaboración con Lockheed Martin), se ha convertido en uno de los símbolos del ejército ucraniano. Su cotización ha subido más de un 10% en la bolsa desde enero pasado.
Northrop Gruman Corporation, dedicada al desarrollo de armas avanzadas, buques de guerra, aviones bombarderos y a la ciberseguridad, ganó casi 9 mil millones de dólares solo en el primer mes del conflicto. En tanto que L3Harris Technologies alcanzó casi 8 mil millones de dólares, y Honeywell superó los 3 mil millones de dólares.
Pero no todas las empresas armamentistas que han resultado beneficiadas por el conflicto son de origen estadounidense. Debido a las implicaciones políticas y económicas de los países de la OTAN, varias corporaciones europeas también han percibido importantes ganancias en esta primera mitad del año.
BAE Systems, de origen británico, ha crecido un 20% en el último mes, lo que la convierte en la mayor empresa de defensa de toda Europa, en un ascenso que no que no se detiene debido a varios contratos de suministro con el gobierno alemán. Así, se espera que en 2022 obtenga no menos de 4 mil millones de dólares de ganancias.
Por su parte, Hensoldt es el mayor fabricante de armas de Alemania y domina el sector de la electrónica para aviones. En el inicio del conflicto, cuando el gobierno anunció que duplicaría su gasto militar, las acciones de la empresa se dispararan al convertirse en el mayor contratista del ministerio de defensa germano.
A las anteriores también deben sumarse otras empresas de la Unión Europea como la alemana Rheinmetall, fabricante de vehículos militares, armas y municiones; la francesa Thales, que principalmente desarrolla sistemas electrónicos; y la italiana Leonardo, especializada en la industria aeroespacial.
Pero más allá de las obvias ganancias a las que apunta este conjunto de corporaciones, existe otro objetivo todavía más redituable a corto plazo: el desplazamiento de Rusia como segundo exportador de armas a nivel mundial. Una potencia especializada en la producción de misiles aéreos de largo alcance, aviones, sistemas de defensa aérea portátil, armas navales, radares de búsqueda y helicópteros.
En efecto, Rusia ganó mercados para su producción a partir de la venta de armamentos de calidad y a un precio sensiblemente más económico que los de sus competidores. Hasta 2021, Rusia representaba el 20% de las ventas mundiales de armas y 15 mil millones de dólares por año en ingresos obtenidos, fundamentalmente, a través de Rosoboronexport empresa estatal que contaba con oficinas en 44 países.
A nivel mundial, el principal comprador de armamento ruso es India, cuyo gobierno se ha mantenido a distancia de la política de sanciones comerciales dirigida desde Washington. Luego de India, Rusia tiene como principales clientes a China y Argelia.
Y a los anteriores deben sumarse otras naciones como Vietnam y Egipto, además de otras de Medio Oriente (Irak y Siria, principalmente), de África (casi una veintena de naciones) y de la antigua Unión Soviética. De igual modo, debe contemplarse también América Latina a partir de las exportaciones a Venezuela y, más lejos, a Perú, Nicaragua, Brasil y Argentina. Y pese a las sanciones, Rusia registró en 2021 cerca de 200 millones de dólares en venta de municiones a los Estados Unidos…
En contra de la exportación de armamento ruso se encuentra, en primer lugar, la “Countering America’s Adversaries Through Sanctions Act” (CAATSA), una ley creada en 2017 que busca impedir cualquier iniciativa comercial considerada como “desestabilizadora” frente al complejo industrial y militar estadounidense.
Pero a lo anterior debe sumarse, desde este año, el conflicto con Ucrania. Esto implica la constante provisión armamentista que Rusia debe realizar al frente militar, las dificultades para cumplir con los plazos y entregas establecidas a otros gobiernos, los obstáculos para conseguir repuestos y componentes frente a las posibles importaciones y, finalmente, la publicidad negativa en torno a la efectividad y utilidad de los armamentos rusos, lo que le estaría dando el triunfo a Ucrania.
Transcurridos cuatro meses de la guerra, se sabe ya de un conjunto de países que, por distintos motivos, estaría suspendiendo sus compras de armas a Rusia. India canceló recientemente un acuerdo por mil millones de dólares para comprar helicópteros rusos, en tanto que Vietnam ha suspendido su plan de modernización, en una decisión que además afecta las ventas de armamento ruso a todo el sudeste asiático.
Hoy, la principal prioridad de las potencias occidentales apunta a desplazar a Rusia de aquellos mercados que le resultaban redituables, e impedir que China, con una producción creciente de armamento, ocupe ese lugar (y, además, complicar las gestiones de regímenes como Corea del Norte con la junta militar de Myanmar).
Varios factores indican que el país señalado para ocupar el lugar de Rusia sería India, con un mercado productor de armas en ascenso, y con la posibilidad de exportar a países en desarrollo a un menor precio que la competencia. Y todo ello, gracias a la inversión y colaboración de poderosos socios occidentales como Lockheed Martin, BAE Systems, Raytheon, Boing y Airbus.
Daniel Kersffeld es doctor en Estudios Latinoamericanos (UNAM). Investigador CONICET-Universidad Torcuato di Tella.