Como si se tratara de la crónica de una muerte anunciada, lxs activistas feministas ya se veían venir la revocación de Roe vs Wade -fallo que convertía en federal el derecho al aborto en los Estados Unidos- desde hacía meses. En septiembre del 2021, Las12 publicó una nota acerca de cómo varios Estados del Sur y Centro de EEUU lograron pasar leyes estatales que transformaban el aborto en un vericueto legal al que era virtualmente imposible de acceder. Desde forzar a las personas gestantes a escuchar los ultrasonidos de las ecografías (una forma cruel de generar en ellxs culpa) hasta habilitar esta intervención solo hasta la sexta semana del embarazo, cuando apenas hay margen para detectarlo, entre otros dictámenes orientados a perseguir y criminalizar a quienes facilitan esta práctica.
A principios de mayo de este año, finalmente se filtró el borrador del fallo que anularía a Roe VS Wade. Ante esta amenaza las alarmas comenzaron a sonar con fuerza entre lxs activistas, pero las movilizaciones no fueron capaces de generar un movimiento masivo lo suficientemente organizado como para poder detenerla. Esto no solo evidenció la debilidad del movimiento feminista estadounidense en comparación con el de países como Argentina o México, sino también una crisis institucional. El partido demócrata, teniendo en su poder al Ejecutivo y a la mayoría del Congreso, no pudo contrarrestar la influencia de la Corte Suprema. ¿Ya no queda nada más que hacer? ¿Este avance reaccionario es imparable?
Libertades arrebatadas
“Se siente como un flashback a las elecciones de 2016. Se supone que es la tierra de la libertad y nuestras libertades nos son arrebatadas”, cuenta la activista Roza Calderón, que fue candidata a diputada en EEUU del partido demócrata dentro de la lista de Bernie Sanders, por el distrito 4 de California. Ella vive en Texas, donde corre un pedido de captura para las personas que ayudan a proveer un aborto y pueden ser multadas por 10 mil dólares.
Para Roza, la disputa en torno a Roe Vs Wade puede rastrearse a principios de los 80’s. Su sanción en los 70’s no significó un quiebre partidario: había un concenso general de que se trataba de una cuestión de salud y una medida para evitar muertes por abortos clandestinos. Sin embargo, esta narrativa cambió drásticamente cuando Reagan asumió la presidencia imponiendo una agenda fuertemente retrógrada en lo político y neoliberal en lo económico. “Creo que lo que está pasando en Estados Unidos es el resultado de una última década donde las corporaciones y los grupos religiosos tomaron el poder de nuestras libertades. Con el ascenso de Trump resurgieron las ideas de Reagan”, asegura. Esto significa el recrudecimiento de legislaciones que persiguen el disciplinamiento corporal de las personas con útero e integrantes del colectivo LGBTIQ+, en un contexto de ultra vigilancia y violencia policial.
“Nunca imaginamos que nuestros líderes democráticos nos fallarían así, permitiendo que los jueces de la corte suprema no se retiraran a tiempo y no habiendo nominado reemplazos antes de que perdamos la mayoría en el congreso durante la gobernación de Obama. Por eso, cuando Trump asumió, fue muy fácil para él nombrar jueces de la corte suprema. Dos de ellos dijeron bajo juramento que no pensaban tocar a Roe vs Wade. Sin embargo, nos mintieron”, reflexiona.
El derecho a la información, en riesgo
Alice Markham-Canton es doula de abortos, algo así como la figura que localmente conocemos como una socorrista. Ella provee apoyo emocional, económico e informativo a quienes quieren interrumpir su embarazo. Como voluntaria en la ciudad de Nueva York, conoce de primera mano cómo es la realidad de las personas gestantes que quieren abortar y de las organizaciones de base que facilitan esta intervención. Para Alice, el fallo que revoca Roe VS Wade es solo el comienzo de algo mayor y, aunque ahora la nueva ley criminaliza solo a quienes proveen los abortos, no le sorprendería que muy pronto se empiece a perseguir a quienes buscan esta práctica o a las doulas que trabajan como ella.
A su vez, ya no son los Estados federales y sus agentes los únicos encargados de vigilar y controlar. “Ya hay leyes estatales que permiten que los ciudadanos privados demanden a otros que facilitan el acceso. Es decir, si alguien te lleva en auto a abortar, esa persona podría ser criminalizada por alguien que lo denuncia. Todas estas normativas buscan aislar a las personas e impedir que accedan a este derecho”, asegura Alice.
¿Pensás que esta sentencia puede poner en peligro otras leyes progresistas?
Absolutamente, esto marca un nuevo momento y una nueva frontera en términos de los derechos civiles. Uno de los jueces, Clarence Thomas, dijo que la Corte debería reconsiderar sus decisiones no solo en torno al aborto, sino también con los métodos anticonceptivos y el matrimonio igualitario. Y esto es horroroso. Nunca antes vimos este retroceso llevado a cabo por una pequeña minoría que logró manipular el sistema político de EEUU. Entonces sí, podemos esperar que se reevalúen estas políticas progresivas porque, justamente, están vinculadas a la autonomía corporal, y esto quiere ser cancelado por los grupos religiosos y la extrema derecha.
Dos potencias se saludan
Cora Fernández está frustrada, furiosa y angustiada. Ella as argentina y vive desde hace 20 años en Massachusetts, donde trabaja como investigadora de los movimientos feministas en América Latina y da clases de política comparada en la universidad Mount Holyoke College. Todos los días de junio ella se sentaba frente a su computadora a leer las noticias preguntándose: “¿es hoy?”, “¿hoy se va a revocar?”. Finalmente, el día llegó.
Si hace tanto tiempo que lxs activistas están en alerta y sabían que esto iba a pasar tarde o temprano, ¿por qué no pudieron organizarse lo suficiente para detenerlo a tiempo?
No quiero minimizar las protestas que hubo, pero creo que dada la amenaza a la que estábamos expuestxs se tendría que haber frenado el país. Yo siempre pienso en la fuerza de los movimientos de regiones como Argentina…con este panorama, la gente ya hubiese salido inmediatamente a las calles. Pero es cierto que acá los movimientos sociales tienen menor impacto e influencia en las reformas políticas.
¿Por qué pasa eso? ¿Cómo definirías al activismo por el derecho al aborto en EEUU?
Si tengo que evaluarlo, definitivamente es mucho más débil que el de países de América Latina. A principios de los 70’s era un movimiento que llegó a ser muy fuerte, pero desde ese momento para acá se fue institucionalizando, transformándose en ONGs, profesionalizándose, y fueron pocas las organizaciones feministas populares que quedaron de base. A su vez, es verdad que la extensión geográfica del país hace que sea difícil una concentración organizada. Por otro lado, el mayor problema es que, como te contaba, el sistema político está muy cerrado a los movimientos sociales. Los partidos tienen muy pocos lazos con estos espacios. Hubo marchas multitudinarias por el control de las armas y manifestaciones feministas inmensas cuando asumió Donald Trump. ¿Vos viste que algo haya cambiado? No. Eso también desmoviliza, porque ser parte de un movimiento requiere mucha energía, y al ver que no tiene ningún impacto es desmoralizante. Y esto no solo pasa con el feminismo, sino con movimientos sociales en general. Y eso es lo más frustrante.
¿Qué lectura podés hacer de la sentencia que revoca Roe Vs Wade?
Esto sienta un precedente muy fuerte para seguir anulando derechos. Pero así funciona este sistema, sobre todo teniendo un federalismo tan fuerte. Lo que está diciendo es que, como el derecho al aborto no está dentro de la constitución, queda a discreción de cada Estado decidir si quiere restringirlo o no. ¿Y qué pasó? 20 Estados lo prohibieron inmediatamente, algunos todavía están en veremos y una docena lo siguen protegiendo, mayormente en la costa Esta y Oeste. Esto deja un desierto de derechos en el centro y el Sur. En las clínicas donde esta práctica continúa siendo legal no van a haber turnos disponibles, porque van a empezar a recibir a muchísima gente de otras partes del país. Van a colapsar.
¿Cuál es el costo de abortar en EEUU?
Abortar no es gratis y cuesta mucho dinero, alrededor de 500 dólares, y también hay que tener en cuenta los costos del viaje, el pasaje, el hospedaje, el tiempo que implica el traslado y los días de trabajo que se pierden, porque usualmente se necesitan dos visitas a la clínica con 48 horas de diferencia.
¿Qué se espera que ocurra frente a esta nueva situación?
Hay que ver qué pasa con el aumento del misoprostol como método abortivo. También se espera que haya muchas batallas legales. Hay Estados que no solo restringen el aborto, sino que también condenan a sus residentes que viajan a un lugar habilitado a realizárselo. Los que protegen esta práctica ya están pasando leyes que dicen que sus policías y agentes gubernamentales no van a colaborar con la investigación de estos abortos con los policías y agentes de las zonas antiderechos. Tampoco se sabe qué va a ocurrir con las redes feministas existentes, si van a poder hacer todo el trabajo de proveer pastillas e información, como ocurrió con el caso de las socorristas en Argentina, o si no van a tener la capacidad o van a ser criminalizadas.
¿Cómo puede ser que se haya llegado a esta instancia en un país con un presidente demócrata y una mayoría demócrata en el congreso?
Esto demuestra una crisis política muy fuerte y da cuenta de la poca representatividad popular que tienen las instituciones democráticas. ¿Cómo es posible que teniendo una situación como la que describís, jueces que hayan sido puestos por una administración anterior pasen legislaciones que van no solo en contra de los demócratas, sino también de una mayoría popular? Según encuestas, más del 50% apoyaba a Roe VS Wade, lo mismo pasó con el tema de las armas: la mayoría quiere que se limite su acceso, sobre todo a las armas de asalto. Pero toda la legislación va para el lado contrario. Las instituciones democráticas están rotas. Hay que hacer reformas muy fuertes en la constitución para que sean realmente representativas, como por ejemplo sacar al colegio electoral. Ahora estos órganos no representan a nadie…bueno, sí. A una minoría ínfima que tiene muchísimo poder.
Hablando de las armas, ¿cómo se cruza este tema con una legislación que se orienta a controlar los cuerpos de las personas gestantes?
Estos jueces, sobre todos los tres que fueron nominados por Trump, pero también dos más que habían sido puestos por Bush, tienen una agenda de extrema derecha, que en EEUU implica abogar por un estado muy pequeño que proteja las libertades individuales. La libertad de profesar tu religión, la libertad de expresión, la libertad de las empresas y la libertad de portar armas, y que el estado regule lo menos posible la libertad económica. Salvo en el caso de los derechos reproductivos. Ahí sí quieren al estado controlando. Esto es muy paradójico: cada vez hay menos control sobre las armas y más sobre las mujeres. Por eso en las marchas hay muchos carteles diciendo cosas como “si las armas estuviesen controladas como los úteros tendríamos una sociedad mucho menos violenta”. Sí: son las dos caras de una misma agenda reaccionaria y religiosa, y ambos temas están muy entrelazados. No es casual que un día salga un fallo que dice que el Estado no puede decidir sobre la portación de armas y al día siguiente la corte suprema imponga una legislación a nivel nacional diciendo exactamente lo contrario: que cada Estado decida.
¿Qué mirada geopolítica podés hacer sobre esta situación? Rusia, una de las más grandes potencias mundiales, tiene una agenda antiderechos…ahora se le suma EEUU. ¿Esto puede plantear un precedente en el resto de América?
Hasta hace poco, teníamos justamente a los EEUU como un defensor de los derechos humanos y reproductivos y a Rusia como un actor represor de sus ciudadanos en estas áreas. Ahora, tenemos a esta potencia yendo hacia el mismo camino: los dos referentes más importantes estarían confluyendo en esta agenda ideológica. Pensando en América Latina, este cambio va a tener una influencia importante. Todos los antiderechos van a ver a este fallo como un ejemplo. Ya hay en Argentina gente envalentonada diciendo: “¿Vieron? Ellos tuvieron 50 años el derecho al aborto y se dieron cuenta que estaban equivocados”. Más allá de que esta narrativa a ganar legitimidad discursiva, también va a haber mayor financiamiento para estos grupos. Si bien en varios países de LATAM se ha logrado legalizar, incluso donde estas facciones son muy fuertes, la batalla no está ganada y, como ya vimos, todo se puede revertir.