En Eve Cornelious la tradición se reconforta con los gestos propios de quien por bien conocerla sabe proyectarla. Su versión de My funny Valentine, por tomar el ejemplo de un clásico entre clásicos, la define. Se la puede escuchar, entre otros standards, en I feel like Same jazz today, un disco de 2015 que está en YouTube. Entre el sutil colorido de una voz que sabe medir la energía de las palabras y el dominio absoluto del swing en sus múltiples formas, la cantante estadounidense enlaza el tiempo y lo reconduce a la frescura del presente. El viernes 1º y el sábado 2, Eve Cornelious estará en Buenos Aires para presentarse en el Bebop Club (Uriarte 1658) con dos formaciones distintas.
El viernes, a las 20 y a las 22.30, estará junto a la Big Orchestra, con arreglos y dirección de Mariano Loiácono, y el sábado, también con dos funciones en el mismo horario, lo hará acompañada por un quinteto de notables músicos locales, encabezado por el mismo Loiácono en trompeta, con Ernesto Jodos en piano, Sebastián Loiácono en saxo, Jerónimo Carmona en contrabajo y Eloy Michelini en batería.
“Más allá del contexto instrumental, mi manera de cantar es sustancialmente la misma”, asegura Eve al comenzar la charla con Página/12. “De todas maneras, cuando canto con orquesta tiendo a mantener un tono más suave y relajado, sin aventurarme demasiado en solos extensos. Con un grupo más pequeño, como un quinteto o un trío, tiendo a improvisar más, el diálogo con los solistas es más directo y ahí sí me gusta meterme en juego con mi scat”, agrega la cantante. Nacida en una familia en la que la música, en particular el gospel y el blues, era una presencia fundamental, Cornelious asegura que canta desde que tiene memoria y reconoce que en su familia estaban sus primeras influencias. “Mi mamá cantaba con un vibrato muy ligero, que era común en ese momento, un poco a la manera de Mahalia Jackson. Era hermoso escucharla”, asegura.
De aquel sonido cotidiano partió Eve para consolidar un estilo atento a la historia, que sin copiarlas, inmediatamente remite a las voces clásicas del jazz. “Claro, estudié en profundidad a esas cantantes clásicas, Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan, Billie Holiday, Carmen McRae y muchas más, que a su vez forjaron sus propios estilos escuchando también a los instrumentistas de su tiempo, como Louis Armstrong, Lester Young, Cannonball Adderley”, explica. “Ahí se destila buena parte de una tradición que también trae cosas de los cantantes de spirituals y de blues que las precedieron”, agrega.
El principio de la carrera profesional de Cornelious podría señalarse con el Jazz Discovery Award, un premio que le permitió grabar un segmento de media hora de televisión que se repitió durante años. Desde entonces, en escenarios o grabaciones, Eve ha compartido música con jazzistas del calibre de Ramsey Lewis, Chucho Valdez, Jon Hendricks, Mulgrew Miller, Norman Connors y Roy Hargrove, por nombrar algunos. A la hora de elegir el repertorio, la cantante no tiene dudas y va directo al Great American Songbook. “Ahí están creaciones de los grandes compositores, según la tradición de Gershwin, Kern, Porter”, asegura. “Cuando elijo el repertorio también pienso en la manera en que estas canciones podrían interesar al público, que puedan producir algo en lo que el oyente pueda identificarse, despertar un recuerdo, evocar un amor. En este sentido el sonido de la Big Band es ideal, pero como dije recién también me gusta llevar las canciones al terreno de la improvisación. Incluso me gusta tomar temas actuales y transformarlos a partir del swing, como hice con un tema de Alicia Keys, “You Don't Know My Name”, en mi disco Live at smoke”, cuenta.
Cornelious se graduó muy joven en Administración de Empresas en la Universidad de Hampton y más tarde obtuvo la “Licenciatura en interpretación general de música y jazz” de la Universidad Central de Carolina del Norte. En esa misma casa de estudios creó y actualmente dirige la cátedra de “Jazz Vocal”. “Enseñar jazz es en principio remontarse a su tradición. Fue Mary Lou Williams la que durante mi formación me enseñó la importancia del blues y nunca terminaré de repetir que a partir de ahí es fundamental escuchar a los grandes cantantes e instrumentistas”, asegura. “El ejercicio de transcribir la música de los grandes también es esencial para que un estudiante entre en el meollo de la cuestión, para que experimente de primera mano cómo tal o cual artista puso en juego su estrategia al presentar la canción”, agrega. “Junto a eso aprendí que es necesaria una cuota importante de libertad creativa y que el vocalese -la técnica jazzística que consiste en cantar una letra agregada a una pieza instrumental- puede resultar ser una herramienta poderosa para desarrollar tu estilo, además de ser emocionante”.
-¿Cómo definirías el jazz de estos tiempos?
-Es una pregunta difícil. El jazz en estos días se ha convertido en un crisol de estilos. Bajo este rótulo convergen elementos que van desde los estilos clásicos, spiritual, blues, dixieland, swing, bebop, hasta el smooth, la jazzy music y muchas cosas más. De alguna manera todo tipo de música podría ser jazz. Pero yo me dedico al jazz clásico, vengo de esa tradición y mi trabajo es mantener vivo ese sonido. ¡Mantengamos vivo el jazz!