Todas las cantinas, todas
La meta que se ha puesto la artista Lydia Wood, de 28 años, es sumamente ambiciosa: quiere dibujar todos y cada uno de los pubs que alberga su ciudad natal. Pero, claro, es de Londres, lo cual –acorde a números oficiales– se traduce en ilustrar las fachadas de unos 3500 edificios. La muchacha –que ha amasado un gran número de seguidores que siguen sus andanzas vía TikTok e Instagram– se vale de lápiz y papel para hacer sus meticulosos bocetos de, dicho está, bares, toda una institución en Gran Bretaña. Tan volcada está a esta iniciativa que empezó en el primer año de pandemia, que renunció a su trabajo como maestra de escuela para lograr el objetivo cuanto antes. Así las cosas, le falta un largo camino por recorrer: estima que ha hecho unos cientos, pero al menos le restan tres mil. Vale decir que algunas de esas piezas son por encargo; se las piden –y pagan– los propios dueños de las tabernas que ella eterniza en papel A5; algunas, elegantes construcciones victorianas; otras, con demasiadas plantas y enredaderas en el frente para siquiera descifrar el estilo. También, obvio es decirlo, ella elige lugares que despiertan su interés por distintas razones. Acabó en The Coach & Horses, en Greek Street, Soho, por ejemplo, cuando un seguidor le contó una anécdota que le avivó la curiosidad: su abuelo, Norman Balon, lo había regenteado por más de medio siglo, famoso entre habitúes por su pésimo temperamento. De hecho, le contó este seguidor a Lydia, pasó a ser conocido como “el bartender más grosero de toda la ciudad”, aunque eso no detuvo a la clientela colorida, en especial a asiduos periodistas de la revista satírica Private Eye, que hacían base para tomarse una copita de vino barato o bajarse una pinta. “Es una parte icónica del Soho londinense”, destaca Lydia, tenida hoy por “retratista de pubs londinense”, sobre este sitio en particular, que le llevó casi tres horas bosquejar.
Ser mejores... a cambio de algo
Cuidar del medioambiente tiene recompensa en Japón; y no únicamente el simbólico premio de andar tranquilo por la vida sabiendo que se ha aportado, en la medida de nuestras posibilidades, a que el mundo no se vaya a pique tan rápido. En una iniciativa gubernamental a la que han adherido unos cuantos comercios de distinta guisa, la gente puede sacar provecho ahora de un sistema de puntos que premia a quienes tienen hábitos (tirando a...) ecológicos. Comprar electrodomésticos de bajo consumo, ir al trabajo compartiendo coche o limitar la utilización de plásticos de un solo uso se traduce en créditos para los buenos samaritanos nipones, que ellos acumulan y acumulan. Hasta que, por supuesto, suman suficientes para canjearlos por descuentos en otros productos, millas aéreas, ¡acciones de las empresas participantes!, entre otros beneficios. Al parecer, las tarjetas de membresía son bastante populares en tiendas minoristas de Japón, que recompensan la fidelidad de su clientela. A sabiendas de este hecho, el gobierno ha apostado a una experiencia similar, lanzando esta propuesta que pretende –en última instancia– salvaguardar al planeta incentivando prácticas eco-responsables. En resumidas cuentas, aspiran a fomentar una postura activa frente al calentamiento global en la población, conforme destacó el ministro de Medioambiente Tsuyoshi Yamaguchi, conocedor de una reciente encuesta donde el 60 por ciento de los consultados respondieron que sí estaban dispuestos a cambiar sus hábitos para ayudar a la Tierra... siempre y cuando hubiese “incentivos”. La propuesta, dicho sea de paso, se suma a la reciente campaña en el mentado país asiático para que las personas solo activen los inodoros calefaccionados en invierno y no anden desperdiciando energía en calentar los tujes cuando no es estrictamente necesario. También se les ha pedido que vean una hora menos de tevé al día, a los mismos fines, en esta nación que aspira tener huella de carbono cero para el año 2050.
De golpe y porrazo, confirmado
Yuji Naka es padre de muchas series del mundillo gamer, pero sin duda su criatura más famosa es Sonic the Hedgehog, el erizo azul ultraveloz más conocido de la industria de los videojuegos (ramificado en cómics, películas, etcétera), buque insignia de Sega. Pues, días atrás, con motivo del 31 aniversario de su criatura, el programador oriundo de Osaka generó flor de revuelo en Twitter, publicando un saludito al personaje por su natalicio y contando –como tal cosa– que Michael Jackson compuso música para la banda sonora de la tercera entrega del juego, Sonic 3, lanzado en 1994. Se trata de una confirmación inesperada tras más de un cuarto de siglo de murmuraciones: la participación del rey del pop en aquel soundtrack era una suerte de leyenda; o más bien, un secreto a voces, motivo de encendidas especulaciones entre fanáticos. En lo que alguna gente lee como un gesto de verificación, Naka incluso compartió una fotografía aérea del rancho Neverland de Jackson con la leyenda: “Esta es una imagen tomada por mí con mi cámara cuando íbamos a su casa en su helicóptero. Está bastante descolorida”. ¿Por qué Naka suelta el dato justo ahora? La revelación parece haber sido motivada por la llegada de Sonic Origins, una compilación remasterizada de los primeros cuatro juegos del erizo, de reciente edición, donde la música ha sido reemplazada, para disgusto del hombre. Volviendo a los supuestos, se dice que Jackson –contratado por Sega para componer la música de Sonic 3– no habría completado el proyecto por las denuncias de abuso infantil que surgieron en ese entonces, en el ’93. Si abandonó o fue desvinculado por la compañía, sigue siendo un signo de pregunta; al igual que otra teoría en curso: que nunca fue acreditado porque él mismo lo solicitó, disconforme con el resultado que sonaba en las consolas.
La casita minúscula de Frank Lloyd Wright
Es una cucha de perro, pero no cualquiera: la creó la misma persona que diseñó algunas de las grandes joyas de la arquitectura moderna; entre ellas, la emblemática Casa de la Cascada (Fallingwater) o el Museo Guggenheim de Nueva York. En efecto, es obra del estadounidense Frank Lloyd Wright, descollante arquitecto con varios edificios declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. No así esta casita con techo asimétrico para canes (o, más bien, para uno en particular: un labrador llamado Eddie), que fue levantada en los últimos años de su vida, en 1956, y es el proyecto más mundano que se le conoce. También, dicho sea de paso, el más pequeño. De menos de medio metro cuadrado, “la estructura más chica que Wright esbozó se encuentra ahora exhibida en forma permanente en el edificio más grande de su autoría”, reza un comunicado del sitio donde actualmente se muestra, el Centro Cívico del Condado de Marin, en California, que comparte la entrañable historia detrás de la cucha. Después de que Robert y Gloria Berger contrataron a Wright para diseñar la casa de su familia en el condado de Marin, en la década de 1950, el hijo de 12 años de la pareja, Jim, le pidió al arquitecto que dibujara una caseta de perro para su labrador Eddie. Jim incluso se ofreció a pagarlo con el dinero que había juntado repartiendo periódicos. “Le agradecería que diseñara una cucha que combine con nuestra casa”, se lee en la epístola que el joven mandó entonces a Frank Lloyd: “Es para Edward, aunque le decimos Eddie, tiene 4 años y mide unos 80 centímetros de alto, casi un metro de largo. Básicamente sería para que pase mejor los inviernos”. Wright respondió que lo haría encantado, y no le cobró un céntimo: al tiempo, le envió a la familia los planos para la obrita, con aclaraciones sobre cómo construirla (sobre qué superficie, a partir de tal y cual material). Acorde a la Fundación Frank Lloyd Wright, fue la única caseta para perros que creó. Eventualmente, los Berger montaron la pequeña estructura, aunque Eddie –que no era fan de dormir afuera– se negó a usarla, y en 1970 la tiraron abajo. Cuatro décadas después, en 2010, un ya crecido Jim la reconstruyó a partir de los dibujos originales del arquitecto, y la donaron al mentado Centro Cívico en 2016. Hace unos años, se expuso por dos meses… que se convirtieron en doce por demanda popular. Y ahora vuelve a mostrarse, pero ya de manera permanente porque la gente así lo viene pidiendo, ¿y quiénes son ellos para negarles la oportunidad?