El miércoles 8 de agosto, la empresa estatal Energía Argentina vendió sus activos que tenía colocados en fondos comunes de inversión por 9 mil millones de pesos para poder hacer frente a los pagos crecientes de gas natural licuado que tiene durante el invierno. Algunos adjudicaron a ese hecho las caídas en los bonos CER que ajustan por inflación, dando lugar a conspirativas teorías que ponían a las internas del propio Frente de Todos como el origen de la corrida. Sin embargo, los fondos de Energía Argentina estaban colocados en títulos a tasa fija (LEDES) y no en el grueso donde se dio la corrida, que fue en la deuda CER.

En cualquier caso, se trata de montos insignificantes para un mercado que en su conjunto capitaliza 4.000.000 millones de pesos. Desde principios de mayo, empezaron a aparecer salidas de montos similares durante algunos días, pero ninguna había tenido el impacto en el precio de los bonos que tuvo esta última. Lo más llamativo se dio en el precio de los bonos que ajustan por CER, donde los bonos que vencen después de las elecciones de 2023 cotizan 15 puntos por arriba de la inflación, un rendimiento que expresa el elevado riesgo de que no se paguen.

Si un objetivo prioritario del equipo económico es recomponer su operatoria y evitar saltos bruscos, las respuestas tienen que ser inmediatas, en la misma rueda. Fijando puntas de compra y venta, aunque sean amplias para un mercado normal, pero que eviten caídas tan bruscas ante operaciones de relativo bajo monto. La reciente corrida agarró dormido al Gobierno y, en los mercados financieros, las demoras en la intervención se pagan caro, ya que los movimientos bruscos del valor de los activos pueden incentivar comportamientos en manada, como los sucedidos en estos días.

Haber tenido este escenario antes de una renovación significativa de deuda, ya que  debían pagarse 567.013 millones de pesos en capital y 31.550 millones de pesos en intereses el 30 de junio, no es nada alentador. Terminó obligando a compras significativas por parte del BCRA cercanas a los 400 mil millones de pesos y a un canje anticipado. Pero la agenda de renovaciones está lejos de finalizar. Es un primer round de varios que quedan por delante en materia de vencimientos de deuda en pesos hasta el período electoral.

Los mercados de deuda en pesos todavía funcionan entre algodones. Recuperarse del default que les hizo el ex ministro Hernán Lacunza a finales de la gestión Macri, va a necesitar tiempo y dólares en el Banco Central, que hoy no hay. Mucho más con una oposición que viene con bidones de nafta ante cualquier chispa, anunciando un nuevo default de la deuda en pesos en caso de ser gobierno. 

Así deben leerse las declaraciones del ex ministro de Cambiemos, Ricardo Buryaile, sobre un necesario reperfilamiento de la “deuda en pesos que va a dejar Alberto” en el medio de la corrida. Un claro intento de incentivar a que los inversores vendan sus bonos en pesos y presionen sobre el dólar. La desestabilización económica parece ser parte de las estrategias de la oposición de cara a las próximas elecciones y el oficialismo debe estar preparado para enfrentarlo.

@AndresAsiain