El 27 de junio pasado el BCRA estableció un nuevo esquema para el pago de importaciones, que tendrá vigencia hasta el 30 de septiembre, con el objetivo de acumular reservas y así darle continuidad al sendero de recuperación que se viene transitando.
En lo esencial, se amplió el listado de bienes y servicios cuyas compras al exterior deberán realizarse con dólares propios o con un mayor financiamiento externo, hasta tanto se cumpla el plazo estipulado para acceder a los dólares oficiales. Por ejemplo, para importar bienes suntuarios, desde aviones privados hasta bebidas alcohólicas, o si pretende cubrirse “por las dudas”, comprando más insumos en el exterior, no podrá hacerlo con los dólares de las reservas durante 360 días como máximo.
En línea con la idea de proteger al empleo y a los sectores de la producción a los que más les cuesta obtener crédito, las PyMEs podrán acceder al Mercado Único de Cambios por hasta un 15 por ciento más de los dólares por importaciones que operaron en 2021, cuando no se supere el millón de dólares. El resto de las empresas podrá acceder por el equivalente de 2021 más un 5 por ciento, o un 70 por ciento más si se compara con las importaciones de 2020, el menor de estos valores.
Como era de esperar, un coro de analistas y gurúes salió a decir que hay “un nuevo cepo”, omitiendo la existencia de la restricción externa, históricamente asociada a los períodos de crecimiento de la producción, en especial la industrial, y en esta oportunidad acrecentada por las políticas de endeudamiento establecidas durante el gobierno anterior. También se dijo que las medidas se traducirían en mayor inflación, cuando en realidad este traslado a precios se daría de forma más fuerte si se convalidara la devaluación del dólar oficial que algunos sectores pregonan y alientan.
Se apunta a desactivar ciertas maniobras especulativas con las importaciones, ya que por ejemplo algunas empresas se estaban sobrestockeando para anticiparse a una supuesta devaluación. Por su parte, también se busca desalentar a quienes “se sientan sobre la cosecha” a la espera de una suba del tipo de cambio oficial. Al respecto, el presidente del BCRA, Miguel Pesce, señaló semanas atrás que había unos 2500 millones de dólares en exportaciones de soja y subproductos que estaban demorados.
Además, el BCRA mejoró las condiciones de los denominados Plazos Fijos Chacareros, que pueden ser constituidos por las personas y empresas con actividad agrícola y su rendimiento está relacionado al valor de los cereales u oleaginosas y a la cotización del dólar, por lo que permiten resguardar los valores de la liquidación de la cosecha.
El Gobierno dejó en claro de forma contundente que el camino elegido no es el de la devaluación que pregonan los mercados y quienes buscan generar zozobra. En ese aspecto, el presidente Alberto Fernández señaló que desde el macrismo “agitaron el fantasma, tiraron los precios de los bonos al piso y nosotros cumplimos” con los pagos estipulados, para agregar que “seguramente están buscando un golpe de mercado. Sabemos con qué bueyes aramos”.
Las reservas internacionales han aumentado en la última semana de junio, impactadas por los 4000 millones de dólares provenientes del acuerdo con el BCRA (compensados en parte por el pago previo de 1773 millones) y por cerca de 1500 millones derivados de las compras de divisas en dicha semana, a partir de la vigencia de las medidas del BCRA sobre importaciones.
La meta revisada con el FMI a fin de junio respecto a fin de diciembre de 2021 es de 3450 millones de dólares, aunque ese cambio se refiere a las reservas netas, dato que se desconoce aún, pero se presume no debe ser muy distinto a la variación de las reservas totales en el primer semestre. Esto indica que si no se hubiera llegado a la meta con el FMI, sería por muy poco y no debería haber problemas en la aprobación de este ítem, teniendo en cuenta que, incluso, no ingresaron los 700 millones de dólares de organismos internacionales que estaban previstos originalmente.
Repito: lo que se busca con las medidas comentadas es fortalecer la acumulación de reservas, garantizando el acceso a las divisas para los bienes y servicios necesarios para el crecimiento y el desarrollo, y restringiéndolo para aquellos que no resultan imprescindibles. No se prohíben las importaciones; se puede importar pero con dólares propios o con mayor financiamiento externo. Además se prioriza a las PyMEs. En un contexto global complejo y de fuertes presiones especulativas internas, el Estado no está ausente.
* Diputado Nacional del Frente de Todos. Presidente del Partido Solidario.