En los medios de comunicación dominantes se refieren utilizando la doble vara a un mismo principio: el que consagra la presunción de inocencia. Por ejemplo, en la causa que imputa al juez cortesano Carlos Maqueda por irregularidades en la Obra Social de los judiciales, la opinión publicada sostiene la vigencia de este principio y reclama su inocencia hasta que se demuestre lo contrario. Sin embargo, cuando se refieren a las declaraciones análogas en las que el Presidente de la Nación, Alberto Fernández, le pide al Poder Judicial de Jujuy el respeto a esta máxima, la presunción de inocencia desaparece. En efecto el encarcelamiento de Milagro Sala por más de seis años sin condena firme es la demostración de ello.
La explicación del doble estándar aplicado para subvertir la idea de igualdad ante la ley está en la división de las personas en dos categorías: por un lado, los ciudadanos, blancos, propietarios, varones, poderosos; y, por otro, los no ciudadanos, para los cuales las garantías procesales directamente no existen.
Otro principio constitucional que no cuenta en Jujuy es el de la división de poderes. No sólo porque el gobernador ha colonizado la Corte Suprema de la provincia con la designación irregular de dos partidarios suyos en el máximo tribunal para obtener una mayoría automática, sino porque, directamente habla como si fuera el dueño de esa Corte. En efecto, ante la certera crítica al accionar del Poder Judicial jujeño realizada por el presidente Fernández en su visita humanitaria a Milagro Sala, no salieron a responderle los jueces, sino el propio jefe del Poder Ejecutivo. Se exhibe así la apropiación de la suma del poder público por parte de Gerardo Morales como si fuera algo inherente al Estado de Derecho. De las dos acepciones del termino facción que utilizó Morales en su respuesta al presidente Fernández, hay una que explica la verdadera razón de la pretensión de naturalizar el hostigamiento hacia Milagro. Es la que hace referencia a “cada una de las líneas o formas que componen y caracterizan la cara de una persona”.
Más allá de que la facción que usa la violencia contra Milagro Sala hostigándola aún en sus condiciones de salud, como lo señala el pedido de informes de la CIDH, es la del propio Morales, lo que despoja al no ciudadano de sus derechos son sus facciones en la segunda acepción. Lo que no soportan Morales y las clases dominantes jujeñas es que una excluida, coya, mujer, pobre, que lleva en sus facciones las marcas de una cultura que resiste la dominación blanca desde hace siglos, haya empoderado a los humildes peleando por sus derechos.
La prisión de Milagro Sala es una violación grosera del principio de igualdad ante la ley y un escandaloso escupitajo en el rostro de todos los argentinos que vemos con indignación cómo alguien que fue cómplice del genocidio como el empresario Carlos Blaquier sigue impune y una mujer cuyo "delito" fue ser una luchadora social hace 6 años que padece prisión sin condena firme.
* Hugo Yasky es secretario general de CTA y presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados de la Nación.