Con el melodrama como horizonte, en un hotel de pueblo durante 1950, Azucena y Genaro se encuentran por última vez. Pecados Devorados reúne los elementos que el director Gustavo Maffei disfruta. La recreación de una época pero también la de un género clásico, a partir de la obra escrita por Patricia Suárez y Leonel Giacometto –ganadora del Premio Argentores– y el elenco conformado por Lorena Salvaggio, María Eugenia Ledesma, Diego Bollero, y Natalia Nardiello. Pecados Devorados se presentará los domingos de julio, a las 19, en Tándava Sala (9 de Julio 754).

“En un principio, fueron Lorena (Salvaggio) y Diego (Bollero) quienes me convocaron, para que los dirigiera pero a partir de otro texto. Estuvimos trabajando, hasta que finalmente decidimos cambiarlo y virar hacia otro lado. Yo les propuse agrandar el equipo e involucrar otros actores y actrices, y luego apareció el texto de Patricia (Suárez) y Leonel (Giacometto). Al leerlo me interesó y lo propuse, básicamente, por esto del melodrama, por la idea de ser una obra muy clásica en muchos sentidos. Además, hay una cuestión en relación al registro de la actuación, para una obra que ocurre en 1950. La historia tiene ribetes absolutamente clásicos y no deja de ser una historia de amor, aunque se trate de un momento final para la pareja”, comenta Gustavo Maffei a Rosario/12.

-Es un desafío adentrarse en aquel registro y revisarlo.

-Había muchas cuestiones. Yo también soy de la generación de las novelas televisivas clásicas, como Rosa de Lejos o La Extraña Dama. También está el cine clásico nacional o ese cine de matiné de la televisión. De hecho, en la obra se nombra la película La Carta, la de William Wyler con Bette Davis. Vimos la película y trabajamos mucho en una especie de banco de datos, en relación al registro de actuación de la época y los programas clásicos de la televisión. Fue interesante, porque nos corrimos un poco del registro que cada uno trae, y se conformó un elenco de actores y actrices que no habían trabajado juntos. Además, la incorporación de Natalia (Nardiello), amiga y pianista muy grosa de Rosario, sumó muchísimo, porque la idea fue trabajar música en vivo, como parte del lenguaje que la obra propone, como una historia sonora, algo que de alguna manera involucra también al radioteatro. Fueron todos elementos que nos resultaron atractivos. Y fue un desafío al momento de actuarla, montarla, y trabajarla como lenguaje. Meterse con una historia clásica no es menor, encierra una complejidad, y es alucinante habernos metidos en este trayecto.

-Además, el melodrama es esencial en nuestra narrativa.

-Tiene a la vez algo hasta de policial; de hecho, por momentos también simpatizamos un poco con esa idea. Es un melodrama sobre el amor o sobre el final del amor. Una de las tantas preguntas que nos hicimos fue en relación a cuestiones y temas vigentes como el patriarcado, para ver qué pasa en este tipo de géneros con la idea del machismo y el rol de la mujer.

-Una de las líneas elegidas para la sinopsis es clara: “La violencia del poder, ejercida por el hombre, en nombre de Dios”.

-Se cruza un poco todo. Primero por la historia, que en verdad es muy simple por parecida a varias otras, pero interesante para descubrir que eso que uno creería que está superado sigue ocurriendo, como la violencia en el nombre de Dios o del patriarcado. Una violencia que lamentablemente sigue pero está puesta en discusión. Por eso, si bien la obra parece de una temática vieja, sin embargo sigue interpelando desde preguntas que nos seguimos haciendo.

-¿Cómo fue el trabajo en relación al verosímil, como la manera de hablar?

-Patricia y Leonel lo escribieron de una manera bastante fiel a como se hablaba en la época, pero nosotros hicimos otro trabajo al respecto, porque lógicamente nos quedaba demasiado lejos. Nos tratamos de sustraer a algunas cuestiones como el “tú”, si bien eventualmente aparece y se sugiere ese tipo de fraseo, de construcción del texto.

Pecados Devorados sugiere –ya desde el título y su afiche, de cariz cinematográfico– una atmósfera, un clima de escena evidentemente atractivo. “A grandes rasgos, hay algo que está relacionado con las últimas obras que dirigí en estos años. Lo disfruto y me parece interesante para actuar y sostener. ¡Y me gusta estéticamente! En este caso, al incorporar la música original, de alguna manera improvisada en vivo, se logró un diálogo con la escena y me pareció fundamental. A partir de ahí, de esa musicalidad, pensé muchísimo en el registro de la actuación. El aporte de Natalia fue importante, porque cuando entró a la obra captó enseguida la propuesta”, agrega el director.

Pecados Devorados cuenta con dirección general de Gustavo Maffei, asistencia de Iván Tritten, música original de Natalia Nardiello, escenografía de Francisco Nakayama, vestuario de Paola Fernández, e iluminación de Pablo Romano.