George R. R. Martin ha pasado una vida contando historias, con lo que es raro verlo quedarse sin palabras. Está en la trastienda de la librería Beastly Books, rodeado por coloridos volúmenes de su trabajo alineados en las estanterías del local que abrió hace tres años en su hogar adoptivo de Santa Fe, Nuevo México. Hundido en una silla de respaldo alto frente a un mural de Nonchaloir (Repose), obra del eduardiano John Singer Sargent, el autor ha jugado su rol de narrador durante la última hora. Con los ojos centelleando tras sus gafas plateadas, contó la fantástica historia del hijo de un estibador de New Jersey que creció leyendo a Shakespeare, Tolkien e historietas de Marvel y se puso a escribir su propia serie fantástica, Una canción de hielo y fuego, que eventualmente se convirtió en una serie de HBO que rompió records, acumuló premios y conquistó la televisión llamada Game of Thrones.
El tremendo éxito de la serie hizo a Martin millonario más allá de sus más afiebrados sueños como escritor de ciencia ficción, pero es su experiencia de primera mano con la perversidad de cierto tipo particular de fanático que lo deja inusualmente perplejo. "No puedo entender cómo la gente puede llegar a odiar tanto algo que una vez amó", dice. "Si no te gusta el show... ¡no lo veas! ¿Cómo es que todo se volvió tan tóxico?"
Martin es regularmente acosado sobre cuándo va a lanzar The Winds of Winter, el sexto libro de la serie, sin mencionar un séptimo volumen que deberá llegar después. También ha sido desdeñado de maera virulenta por algunos críticos y fanáticos profesionales por la temporada final de Game of Thrones, con lo que quizá hay algunas dudas sobre un regreso a las refriegas televisivas. El 21 de agosto, Martin llevará a HBO de vuelta a Westeros con House of the Dragon, la precuela que tiene lugar algunos cientos de años antes de los eventos de GoT. Cuenta la historia de los Targaryen, cuya dinastía real fue construida en base a su poder como amos de dragones, antes que una guerra civil dividiera a la familia. Lo que significa que debería haber suficientes llamaradas de fuego y batallas aéreas para agradar hasta al fan más recalcitrante.
El escritor es suficientemente listo para no responder demasiado personalmente al abuso online que sufre. Después de todo, la misma toxicidad parece infectar el discurso sobre varias de las historias más populares. "The Lord of the Rings: The Rings of Power todavía no se emitió (se verá en Amazon en septiembre), pero si te ponés a seguir lo que está pasando online, la controversia es de nivel Segunda Guerra Mundial. Están tirándose bombas atómicas unos a otros", dice incrédulo sobre los fans que aúllan sobre cualquier desviación del material original. "Escuchás controversias sobre algunos de los shows y películas de Marvel, ciertamente sobre los personajes de DC. Antes, si eras fan de Star Trek te gustaba Star Trek. Ahora parece que la mitad de la gente que se llama a sí misma fanática de Star Trek odia Star Trek, y los fans de Star Wars odian Star Wars, y los fans de Tolkien odian Rings of Power. ¿Qué carajo? Quizás sea porque están cambiando, pero como escritor te volvés loco si no cambiás algo, de alguna manera. Querés contar nuevas historias, no las mismas historias una y otra vez."
Martin sabe lo que significa ser superfan. Creció en los años '50 en Bayonne, un pueblo portuario de New Jersey, y las primeras palabras que publicó eran cartas de lectores a los comics de Marvel. "Queridos Stan y Jack, ¡ustedes son mejores que Shakespeare", recuerda Martin sus sentidas declaraciones al genio del equipo artista-guionista de Stan Lee y Jack Kirby. Cómo cambiaron los tiempos. "Era muy fan de Marvel, y traté de ver algunos de esos shows que había en los '70, El increíble Hulk con Bill Bixby y las películas sobre Capitán América. Lo intenté y no los volví a ver porque no me gustaban mucho, pero no me volví loco ni empecé a escribir cartas de odio", dice. "Tengo que pensar que las redes sociales tienen algo que ver con eso."
En los días en que Martin los descubrió, los comics de superhéroes eran solo un género entre muchos otros. "Había comics de cowboys y había comics de guerra, y para las chicas había comics de romances ¡que por supuesto yo no tocaba!", recuerda. Los superhéroes eran sus favoritos, pero descubrió que empezaba a perder interés. "Las historias no iban a ningún lado", dice. "Superman podía estar ahí, y su novia Lois Lane, y su mejor amigo Jimmy Olsen, y Perry White el editor del Daily Planet, y algo pasaría. Al final todo quedaría exactamente del mismo modo en que había comenzado, número tras número, año tras año. Entonces apareció Stan Lee y rompió todas las reglas. La escritura de Stan Lee era tanto mejor que todo lo que estábamos recibiendo", dice. "Empezaron a pasar cosas. Spider-Man estaba progresando. Fue muy refrescante."
Desde entonces, Martin ha usado todo lo aprendido. Se anima ante el recuerdo de cuando leyó Avengers #9, publicada en octubre de 1964, el número que introdujo a un nuevo Avenger llamado Wonder Man. Pronto se reveló que Wonder Man era un villano, pero en un segundo giro había decidido en última instancia no traicionar a sus nuevos amigos, los Avengers. Entonces Wonder Man moría. "Eso es todo Stan Lee, y se puede ver en todo mi trabajo", apunta Martin. "Matar a personajes de manera inesperada, personajes que no eran lo que parecían, personajes que son en parte buenos y en parte malos. Personajes grises. No sabés para qué lado van a saltar cuando llegue el momento de crisis. Las huellas digitales de Stan Lee están impresas en todo eso."
A los 21 años, Martin vendió su primer relato corto, "The Hero". Una historia espacial sobre un supersoldado genéticamente mejorado tratando de ser dado de baja, una trama inspirada por los relatos de veteranos quebrados y la propia oposición política de Martin a la guerra en Vietnam. Dice que su publicación en una edición de 1971 del Galaxy Magazine lo ayudó a ganar su status de objetor de conciencia y evitar el reclutamiento. También le dio su primer cheque como escritor. "Gané 94 dólares, era un montón de dinero en 1970", dice.
Cuando Bobby Fischer ganó el Campeonato Mundial de Ajedrez en 1972, disparó una breve locura por el juego en los Estados Unidos, lo que significó que Martin podía ganarse la vida conduciendo torneos los fines de semana. Esto le permitió escribir durante la semana, y lo ayudo en la transición de cuentos a novelas. Estaba enseñando Inglés y Periodismo en el Clark College de Iowa para el momento en que publicó su primera novela, Dying of the Light, en 1977: una historia de ciencia ficción ambientada en un planeta moribundo.
Tras renunciar a su trabajo en 1979, Martin se mudó a Santa Fe para concentrarse solo en la escritura. Se suponía que su cuarta novela, The Armageddon Rag, publicada en 1983, iba a ser su explosión comercial. Describe al libro como "un gran, difícil de clasificar, misterio-thriller-novela sobrenatural sobre el rock'n'roll en los '60". Hubo solo un problema. "Tuvo grandes reseñas. Desafortunadamente, muy poca gente lo compró." Las ventas cayeron tanto que ningún editor quería saber nada sobre su próximo libro. "Fue una época aterradora. Me puse a pensar en conseguir una licencia para ser agente inmobiliario", dice antes de ofrecer una pequeña pero profundamente entrañable demostración de lo que hubiera sido George R. R. Martin intentando venderte un lugar para vivir. "Esta casa tiene cuatro baños", hace la pantomima. "¿Querría ver las escaleras? Esa clase de cosa".
Quizás los bienes raíces se hayan perdido algo pero afortunadamente para Martin, una persona que sí compró el libro fue el productor de Hollywood Philip DeGuere Jr. Presentó una opción para The Armageddon Rag y luego contrató a Martin para unirse al equipo de guionistas que hizo el reboot de Dimensión desconocida en 1985. Martin escribió cinco guiones, uno de los cuales llegó al aire en el final de temporada. "Fue la primera vez que visité el set", recuerda. "Fue como si mis palabras en el papel de pronto fueran reales. Había carpinteros construyendo Stonehenge porque estaba en una escena. Un novelista o cuentista vive en su cabeza, y tenés estos sueños, pero la primera vez que los ves tomar forma tangible es algo muy emocionante."
Luego de que el show fuera cancelado, Martin fue a trabajar como guionista en la sátira proto-CGI Max Headroom y en la serie de fantasía La Bella y la Bestia, protagonizada por Ron Perlman y Linda Hamilton. En 1991 estaba trabajando mayoritariamente para la TV cuando, durante una pausa entre producciones, intentó escribir otra entrega de su larga serie Thousand Worlds. En lugar de eso, fue golpeado por la imagen de toda una nueva historia, en un mundo con el que nunca antes había soñado. "De pronto tuve esta visión de estos cachorros de lobos huargo encontrados en las nieves del verano", recuerda nostálgico. "Esa frase, en las nieves del verano, siempre fue parte de todo, desde el comienzo. Eran 'nieves del verano', lo que significaba que algo había mal en el clima. Empecé a escribirlo y había castillos y tipos con espadas. Lo escribí muy rápido. En tres días había terminado el capítulo, lo cual es muy rápido para mí. Como sabrás, no suelo ser señalado entre los más veloces del mundo."
A Martin le gusta describir su estilo de escritura como el de un "jardinero", en contraste con un "arquitecto" que planea sus historias con mucha anticipación. El mundo de Westeros y la historia de Game of Thrones crecieron juntos orgánicamente, a medida que las fue cultivando. "El Muro y la Guardia de la Noche, ¿de dónde vino todo eso? No lo sé", dice. "Era jardinería, y de pronto algo estaba floreciendo. Me terminó ocupando todo el verano de 1991."