Romeo y Julieta. Glee. Bajo la misma estrella. La santa tríada a la que le rezaba Michelle Carter, la joven que a los 17 años empezó a imitar todas esas historias con un corolario trágico. En 2014, su novio se quitó la vida y la chica fue a juicio acusada de homicidio involuntario. ¿El arma? Los mensajes que enviaba por celular (“tomá lavandina”, “clavate un puñal”, “me encantaría ser tu Julieta”, “es ahora o nunca”). The Girl From Plainville (estreno el próximo domingo por Starzplay) recrea el hecho en diez episodios. “Queríamos tener empatía y una cabeza abierta sin juzgar, ni litigar o asumir una postura predeterminada. Básicamente, queríamos ser honestos y mostrar la humanidad de los involucrados”, le dice a Página/12 Liz Hannah, quien llevó adelante el proyecto junto a Patrick Macmanus (Dr. Death).
Elle Fanning (The Great) es la chica referida en el título. Además de su interpretación llena de matices, otro de los logros de la propuesta es su retrato clínico de este romance sin recaer en ninguno de los modismos del fenómeno de la “sick lit” y su derivación audiovisual (A dos metros de ti, Si decido quedarme, 13 reasons why). Lo sugestivo es ver a la adolescente que vive su realidad ilusoria como si perteneciese a uno de esos relatos. “Queríamos evitar los lugares comunes de ese género”, asegura Hannah. En ese sentido, según los showrunners, fue “vital” el rol de Lisa Cholodenko (Unbelievable, Mi familia) como directora del primer y del tercer episodio. “Como realizadora se focaliza en las pequeñas idiosincrasias de los personajes que tienen consecuencias mucho más grandes de lo que esperaban. Tenía muy claro que no quería regodearse en el morbo mediático sino en la construcción de la historia. El caso te desafía a cómo vas a mostrarlo y Lisa tuvo mano firme”, apunta Macmanus.
El suceso retoma la pregunta que se hicieron en los estrados de Massachusetts: ¿puede una persona ser responsable de un crimen por un mensaje de texto? Al igual que el documental I love you, now you die, esa cuestión se enlaza con otros tópicos como el enjuiciamiento mediático, el uso de barbitúricos en teenagers y las redes sociales como trampolín identitario en adolescentes. “Para ser honestos, todo eso ya estaba en la historia. No voy a mentir y decir que fue fácil porque podíamos caer muy fácil en el sensacionalismo y eso era justamente lo que no queríamos hacer. No había que sumar más drama y tragedia a este caso. Creo que uno de los aspectos que más nos interesaba trabajar era la construcción del estereotipo de la villana. La reacción negativa y la crueldad en las redes sociales puede ser sorprendente”, opina Macmanus.
-La historia tiene algunos tensores sorprendentes, ¿cuáles de estos les sirvieron para la confección del relato?
P. M.: -Antes de la investigación no sabíamos que la relación entre ellos era tan tóxica, lo asumíamos pero el nivel de toxicidad era muy hondo, la naturaleza de su relación era esa e iba de un lado al otro.
-¿Qué aporta la distancia generacional al retrato?
P. M.: -Éramos bastante ignorantes de cómo se cuece una relación en estos días porque nuestra generación no creció con celulares y redes sociales. El bullying en la actualidad parece mucho más insidioso de lo que lo era en el pasado, siempre hubo acoso pero ahora no solo se remite al aula de una escuela, sale al mundo al instante y los más jóvenes deben lidiar con esto.
L. H.: -Ahora hay una conciencia generalizada sobre cómo deben ser representadas las mujeres en los medios para que no caiga en la figura de la “villana”, podés verlo en el movimiento Free Britney o con Monica Lewinsky, pero con Michelle Carter eso no sucedió. Fue vilipendiada desde un primer momento. Personalmente me interesé en este proyecto por ese motivo y nuestra intención era la de alejarnos de ese retrato.
-Se dice que la realidad es más grande que la ficción y para Michelle Carter los límites entre ambos mundos se habían borrado. ¿Cómo trabajaron ese aspecto?
-En la mente de Michelle Carter realidad y
ficción se interconectaban. Lo podés ver en como actuaba y en los mensajes que
enviaba. Ella estaba viviendo su fantasía de “Young Adult”. Estaba muy
influenciada por obras de ese género, como muchas otras personas, y las redes
sociales influyen mucho en esta construcción de celebridad. Todos quieren estar
en el centro de una historia y es difícil separarte de ese foco de atención si
sos influenciable. Queríamos explorar la manera en que todo eso se proyectaba
en su cabeza.