La semana pasada el Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires presentó un informe lamentable: en la provincia, 7 de cada diez mujeres separadas y con hijxs no recibe la cuota alimentaria. Un dato que estremece, pero es la cruda realidad y que deja en evidencia una problemática social y una justicia ineficiente para resolver problemas de familia.
Crecí en el conurbano y vi de cerca este escenario. Las madres eran siempre las que se ponían al hombro a su familia, hijxs, abuelxs. En mi barrio conocí un solo caso de una mujer que abandonó a sus hijos. Uno de ellos era compañero de aula. Horacio caminaba como llevando una marca en la frente, "abandonado por su madre». Lo loco era que en mi escuela había un montón de hogares en los que faltaba el padre, pero eso no marcaba a lxs hijxs en la frente como a Horacio.
El prejuicio estructural que existe en las separaciones y la supuesta responsabilidad de la mujer con sus hijxs no distingue ni religión o estatus social. Crecí viendo a estas mujeres trabajar de sol a sol para que no les faltara un plato de comida caliente, unas zapatillas o un cuaderno a sus hijes. Desde mi infancia fui testigo de esta desigualdad que describe el informe, así que no me sorprende. Lo que sí me resulta llamativo y grotesco de esta encuesta son las excusas de muchos hombres ante el incumplimiento de su deber como progenitores. Sabemos que la pandemia fue difícil para todxs, pero esta desigualdad que viven las mujeres es anterior a ella.
Conduzco un programa de espectáculos, Intrusos, en el que todas las semanas tocamos temas de familia. Muchas veces vemos casos de gente que esta súperholgada económicamente y tampoco quiere cumplir con su responsabilidad como progenitores. «Me quiere sacar todo», «buscó un abogado», «quiere vivir como la reina Máxima», «yo no pienso bancar el techo de su nuevo chongo», «ella quiere vivir de arriba». Estas son algunas de las frases que o se dicen o al menos se piensan y están bastante instaladas en el inconsciente colectivo. ¿Quién no tiene una amiga, pariente o conocida que se está separando?
La justicia juega un papel importantísimo en esto y no llega a resolver las necesidades de miles de familias: otra cosa muy importante que revela el informe es el incumplimiento de los fallos. Es decir, no se ejecutan políticas de acceso real a la justicia y para el moroso alimentario, el progenitor que abandona y no les da alimentos a sus hijas e hijos, además no hay sanción social. Nos resulta natural encontrar a varones disolutos en materia del compromiso fundamental que tienen: nada menos que posibilitar la sobrevivencia de sus hijxs.
Puede haber un grupo de padres, progenitores que se encuentre en dificultades por las debacles de nuestra economía, pero no es la realidad de todos. Este informe demuestra que hay hombres solventes que abandonan su responsabilidad como progenitores, no se hacen cargo de sus hijos e hijas y esta rebeldía no tiene ninguna consecuencia.
Estamos hablando de respetar los derechos fundamentales, derechos humanos de niñas, niños y adolescentes. A nuestros representantes les digo: es hora de tomar medidas urgentes que reparen estas desigualdades extendidas a través de los años.