Los reclamos feministas que en los últimos tiempos luchan en Argentina (como en muy pocas otras partes del mundo) por reclinar la balanza hacia postergadas posiciones de igualdad entre los géneros sirven, en primera medida, para darle visibilidad a esta necesidad largamente silenciada. Pero, al mismo tiempo, las distintas iniciativas que aparecen con cada vez más fervor y adhesión contribuyen a dinamizar otro elemento tanto o más indispensable: la convergencia en espacios comunes de un grito que triunfará a medida que logre el poder inigualable de la uniformidad de discusiones y de disputas.
Hacia este último objetivo se enfoca Mujeres Incentivando Arte, un colectivo multiexpresionista de cuarenta representantes que hará su estreno público hoy a las 18, en Beatflow (Córdoba 5509, Buenos Aires). Sobre el escenario se presentarán artistas como Juana Chang, Sof Toti, la rapera boliviana Nina Uma, las Superpoderosas Crew o Big Mama Laboratorio (un grupo de baile de la villa La Cava) y pasarán música en vivo las DJ’s La Romy, Ana Sol Torroixa, y María Florencia Silva. Aunque las actividades no se agotarán sobre el tablado, ya que la muralista Lau Forace hará una intervención en tiempo real, la pintora Helena Ayelén Navarro expondrá sus trabajos y además habrá una feria de indumentaria (Yegua y Groncha), lencería (FreeStyling Trencería), calzados (Flapper) y demás. Y, como si todo esto fuera poco, desde una mesa de charlas compartirán experiencias y agitarán debates la periodista Marta Dillon, la pionera punk Pat Pietrafesa y también Mónica Santino, referente del colectivo de fútbol femenino La Nuestra, de Villa 31.
Todo comenzó por obra y gracia de la rapera Karen Pastrana (ex Actitud María Marta y actual solista), quien, en un gesto poco frecuente de estos tiempos de meritocracia malentendida, decidió armar la movida pero sin incluirse ella sobre el escenario. “Me pareció más necesario encontrar un espacio para darle visibilidad al arte de manera colectiva que subirme a rapear yo sola. Ese fue el objetivo que me inspiró”, dice Karen, que será la maestra de ceremonias. “Todo el mundo se guarda data y contactos, no sé muy bien para qué. Yo, siempre que pude, hice subir al escenario a un motón de pibas que hacían cosas súper valiosas. Me parece que esa tendría que ser la norma y no la excepción: darnos espacio entre nosotras mismas para animarnos a dar un paso al frente. Por eso este colectivo se llama ‘Mujeres Incentivando Arte’; queremos estimular la fibra que te haga saltar y te anime a hacerlo por vos misma”.
El primer contacto de Karen fue con Rocío Cuevas, gestora cultural que trabaja en la producción del grupo Dancing Mood y en FM La Tribu. “En los tiempos que corren, ser mujer y salir de tu casa constituye todo un acto militante. Pero, al mismo tiempo, debemos desplazarnos de esa lógica de analizar y de discutir, para también empezar a hacer”, dice Rocío, quien también tocará con Rosario y la Cruz de Sal, el grupo en el que canta y compone. “Es importante entender que, a pesar de que una piense que atraviesa estas situaciones sola, no es así. Tenemos que tender redes y soñamos con que la plataforma de MIA se extienda por todo el país. ¡Compremos un micro y salgamos de gira!”, proyecta.
“A todas nos unen dos cosas: el amor por el arte y por ponerle el cuerpo a la expresión”, sostiene Ayelén Zuker, cantante del grupo M.A.M.B.A.S., que también estará sobre el escenario de MIA. “Yo vengo del soul, el funk, el jazz y el R&B, géneros con una forma muy linda, pero también con un fondo interesante. La idea de la algarabía y del baile tienen que ver con trastrocar la conciencia y salir de nuestros cuerpos para dejar de mirarnos y comprobar que todos, hombres y mujeres, somos iguales, que transpiramos lo mismo. El funk, como el blues, se inspira en la tristeza, y eso ya de por sí supone toda una bajada de línea. Juntarme con mujeres como las de MIA me ayuda a poder subrayar estos rasgos. Con ellas me identifico y aprendo”.
“¡Todavía no puedo creer que nos hayamos juntado cuarenta minas!”, reconoce Karen con iguales dosis de orgullo que de asombro. “Es maravilloso poder estar al lado de grosas como Pat Pietrafesa o Mónica Santino, que no me conocían a mí, pero yo sí a ellas, ya que aprendí un montón gracias a sus movidas. Son mujeres indispensables que abrieron aquellos caminos que ahora muchas nos animamos a transitar”.
A diferencia de Karen Pastrana, Pat Pietrafesa, Rocío Cuevas y Ayelén Zuker –todas atravesadas por una sensibilidad musical similar–, Mónica Santino viene del del mundo del fútbol. Aunque ella también ubica a este deporte en el mismo eje cartesiano de aquellas: “En Argentina, el fútbol es un bien cultural y tiene una expresividad artística, solo que ellas se manifiestan sobre un escenario y nosotras en una cancha”, sostiene. “Además de que te permite vincularte socialmente, jugar al fútbol siendo mujer supone también poner el cuerpo a favor de la disidencia, ya que lo que hacemos nosotras, más que jugar, es romper la hegemonía que pretenden instalar quienes dicen que el fútbol es únicamente de hombres y con una concepción intelectual atada exclusivamente a la identidad masculina. El fútbol femenino pone en tensión la idea de lo que es una mujer y de lo que es un varón. Y, en otro sentido, expresa otra de las tantas manifestaciones de quienes buscamos herramientas de resistencia. Dar un pase con la pelota es tender redes de vinculaciones que automáticamente nos ubican en la vereda opuesta a los ‘meritócratas’, a los que nos quieren hacer creer que vos te salvás solo. Pero no queremos quedarnos en la queja o en la victimización, sino empujar juntas hacia una transformación real”.
–Es curioso que en Brasil tienen a su propia referente, Marta da Silva, a pesar de que allí no se generaron reclamos de género tan sólidos y visibles como en Argentina. ¿Por qué cree que ocurre eso?
Mónica Santino: –Marta tiene más balones de Oro que Messi y, en un momento de crisis de la selección de varones, muchos hinchas brasileños iban a la cancha con la camiseta de ella como forma de señalar que la refundación de su fútbol no tenía que ver necesariamente con volver a conseguir resultados deportivos, sino también con romper los paradigmas instalados. Muchas cosas tienen que ver con que eso no se replique en Argentina: desde el lugar en donde los brasileños aprenden a jugar, que es en la playa, lo que les permite dominar más técnicas, hasta la situación institucional. Acá, la selección femenina no compite desde hace un año porque se la comió todo el quilombo de la AFA. En otro sentido también creo que, en Argentina, las mujeres que quieren jugar al fútbol buscan más referencias en el ámbito de los varones que en el propio, que por cierto tiene una larga historia que data por lo menos de la década del ’70. Aunque, al mismo tiempo, vemos que son cada vez más las mujeres que se animan a jugar. Creo que ese empuje social, desde las bases, es el que hará que la situación se revierta hacia la paridad de géneros.
–El fútbol representa uno de los emblemas del machismo en la sociedad, aunque recién desde el año pasado empezó a visibilizarse que algo similar sucedía en la cultura rock. ¿Por qué creen que este debate se postergó tanto?
Pat Pietrafesa: –No sólo el rock, sino que todas las músicas y ambientes están plagados de machismo porque así es como estamos formateados. No es que eso no existiese desde antes, sino que se pudo destapar la cloaca gracias a la valentía de las chicas que contaron los abusos que vivieron. De inmediato eso se transformó en un grito de miles de mujeres, de cualquier edad y no sólo de las biológicamente asignadas como tales, lo cual derivó en el empoderamiento de grupos antipiropos, antipajeros y antimachos. Y nos dio más coraje para plantarnos, decir “si no hay justicia, hay escrache” e intervenir un mural de Pappo, bajar un recital de un abusador o exigir que se acaben los machos del rock que se llenaron los bolsillos mientras se jactaban de romper culos en los camarines. Además este bloque se fue sumando a otras actividades surgidas del Ni Una Menos, los Encuentros Nacionales de Mujeres y eso le dio más potencia al reclamo.
–¿Imaginaba en los ’80, cuando usted apareció en la escena como la primera mujer punk de Argentina, que estas proclamas iban a tener la adhesión social con la que hoy cuentan?
P. P.: –Bueno, en esa época no tenía mucha expectativa de vida, jaja. Simplemente hice lo que sentía, luchaba contra la policía, armé una cooperativa de bandas para hacer los primeros festivales autogestionados y me subía al escenario a pesar de que me gritaban o incluso me agredían. La situación era muy brava, pero así y todo no me salía callarme. Nunca naturalicé las cosas, aunque entendía que era parte de la normalidad de la sociedad de mierda que había que cambiar. Mi lucha siempre fue por juntarnos y hacer festivales parecidos al del MIA, como por ejemplo el Belladona, donde además levantábamos banderas súper importantes, como a favor de la despenalización del aborto. Creo que esas acciones fueron el semillero de lo que está ocurriendo ahora, que por cierto quiero remarcar que no sucede en otras partes del mundo. El movimiento de protesta y agitación que hay en Argentina es extraordinario. Es un poco fuerte, porque los temas son así, pero el cambio es muy grande, un terremoto que se armó y que me pone contenta. Tiene que haber posturas radicales, porque esas son las que generan los cambios. Sino hay eso, no hay nada. Hay gente que se asusta por esto. ¡Se tienen que asustar por el estado vigente de las cosas!
–Remarcan la importancia de ponerle el cuerpo al reclamo. ¿Cómo optimizar eso en una cultura que lo valora únicamente en función de sus atributos estéticos?
Ayelén Zuker: –En Estados Unidos vemos a artistas mujeres con cuerpos “no convencionales”, aunque en Argentina me cuesta verlo. Pareciera que sólo te podés exhibir deseosa bajo los estándares del machismo: mostrar las tetas sólo cuando ellos te lo piden, porque sino sos una “puta”. Y mucho menos si sos petisa o gorda. Hay que plantarse y quebrar eso. Yo paso dos horas por día pintándome la cara pero no para gustarle a alguien, sino para gustarme a mí misma. Lo tomo como un arte pictórico. No creo que tenga que afearme o poner cara de enojada para protestar. Quiero presentarme cada día como yo lo deseo, porque soy dueña de mi imagen, y sentirme bella sin tener que imitar a Lali Espósito. Hay dos discursos: el que te hace sentir bella y el que te dice que no merecés serlo. Tenemos tan arraigado el machismo que terminamos criando hijas machistas. Es tanta la opresión que no nos damos cuenta de que también nosotros somos nuestras propias victimarias. Quiero pararme con mi cuerpo, mis dos gambas y mi voz para mostrar mi deseo. Eso ya me parece revolucionario.
–Hay debates que se creen irrigados en toda la sociedad, como los de igualdad de género, pero que sin embargo no lograron penetrar en las leyes, los fallos y los nudos de poder. ¿Cómo se atraviesa esa frontera?
Karen Pastrana: –A veces un juez condena a un femicida, a un violador o a un violento y una descansa en esa decisión. Pero me parece un error, porque hay que ir más allá y avanzar en la concientización que empuja a la condena social, que es lo que realmente importa. Por ejemplo, a mí me encantaría que las grandes movilizaciones por los derechos de las mujeres fueron hacia donde está detenida Higui Dejesús, o que nos organizáramos para viajar a Jujuy a reclamar por la liberación de Milagro Sala, que son dos grandes símbolos de nuestras luchas. ¡Es inadmisible que estén presas! ¿Cómo lo podemos permitir? Las artistas, que tanto nos envolvemos en que escribimos desde la sensibilidad, ¿por qué no montamos un escenario enfrente de las cárceles en donde están detenidas chicas como ellas? ¡Y que se pudra todo! Lo digo casi sin pensarlo, porque siento impotencia. No podemos delegar esas decisiones en las leyes, los jueces o en las altas esferas del poder. Y ni siquiera deberíamos quedarnos tranquilas si las liberan, porque el mensaje que nos bajan desde arriba es que a cualquiera le puede pasar. ¿Somos emblemas en el mundo por nuestras conquistas en materia de Derechos Humanos y vamos a dejar que metan presa a una piba sólo porque se les canta el culo? Eso me da miedo y es contra lo que tenemos que luchar no como mujeres, sino como seres humanos.
* El Festival de Mujeres Incentivando el Arte se realizará hoy en Beatflow (Córdoba 5509) a partir de las 18.