"No se puede acusar por acusar", advirtió el fiscal Julio Rivero durante su alegato final en el proceso oral que, desde marzo de este año, juzga a Marcelo Macarrón por el crimen de quien fue su esposa, Nora Dalmasso, cometido en la casa que ambos compartían en el barrio Villa Golf, de Río Cuarto.
Tras la decisión fiscal de no acusar a Macarrón, el jurado popular y los tres jueces técnicos no están en condiciones de dictar una condena, por lo que el crimen quedará impune.
“No puedo sostener que (a Dalmasso) la mató un sicario, no porque no haya prueba, sino porque hay prueba de que hubo un acto sexual consentido. El acto sexual consentido echa por tierra un acuerdo criminal”, detalló el fiscal.
Un debate oral extenso y sin acusación final
Los alegatos comenzaron poco después de las 9 de la mañana tras un cuarto intermedio dispuesto el 22 de junio.
El viudo Macarrón había llegado a juicio acusado de "homicidio calificado por el vínculo, por alevosía y por precio o promesa remuneratoria en concurso ideal", según las conclusiones del fiscal Luis Pizarro, el último que instruyó la causa y la elevó a juicio.
Desde el inicio del debate oral, que arrancó el 14 de marzo, el fiscal Julio Rivero no hizo valoraciones sobre la calidad de los elementos probatorios testimoniales y documentales que se fueron exponiendo en las audiencias, con lo cual no había indicios claros de qué sostendría en su alegato.
El manual instructivo para Jurados Populares, establecido por la Ley Provincial Nº 9182 Poder Judicial de Córdoba, sostiene que "si el fiscal de Cámara, durante su alegato final, no mantiene la acusación y pide la absolución del imputado, el tribunal no puede condenar, salvo que intervenga en el juicio el querellante particular y que éste, en su alegato, haya pedido la condena".
Según el fiscal de instrucción, el viudo planeó todo
El fiscal Pizarro, al elevar el caso a juicio, consideró que la madrugada del 25 de noviembre del 2006 Macarrón "planificó dar muerte a su esposa por desavenencias matrimoniales y con la intención por parte de su/s adlater/es de obtener una ventaja, probablemente política y/o económica".
Para Pizarro, el viudo "le suministró (a un sicario) información del movimiento de la casa y presumiblemente le entregó un juego de llaves", y "eligió como fecha" el último fin de semana de noviembre de ese año "en el que se disputaría un torneo de golf" en Punta del Este, al que concurrió con sus amigos "con la finalidad del éxito de su plan delictivo y despejar cualquier posibilidad de sospecha sobre su persona".
En base al relato de testigos, el representante del Ministerio Público había establecido que, para llevar a cabo el crimen, el sicario contratado "aguardó que la víctima realice su rutina previa al descanso y la abordó una vez que ésta se encontraba dormida en la habitación de su hija, ubicada en la planta alta de la vivienda".