La Argentina, se sabe, es una de las principales usinas audiovisuales de la región, con un promedio de 200 largometrajes anuales hasta el parate generado por la pandemia. Una porción importante, luego de recorrer festivales y exhibirse en salas, desembarca en la plataforma Cine.ar, mientras que otro puñadito encuentra un lugar en alguno de los sitios internacionales de streaming que operan en el país. ¿Qué ocurre con el resto? Quedan libradas a la buena de Dios: subidas a internet por sus hacedores en algunos casos, guardadas en un cajón a la espera del llamado salvador del señor Netflix en otros, inaccesibles para el espectador en casi todos. “No hay forma de que una película llegue a su público si no está en ningún lado”, razona la productora Martina Sottile, quien, en 2019, frente a la certeza de que el problema nodal del cine argentino radica en la ausencia de políticas virtuosas en materia de distribución y exhibición, creó el canal de YouTube Changuita Films, al que define como “un buscador de películas” y que actualmente agrupa alrededor de 40 títulos nacionales sin espacio en el ecosistema digital formal.
La viralización de algunos de ellos validan una vez más aquello de que la unión hace la fuerza. Chacabuco, el largometraje realizado por Sottile como tesis académica, acumula ¡14 millones! de vistas, mientras que Maturita, del sanjuanino radicado en córdoba Rosendo Ruiz; La Tigra, Chaco, notable ópera prima de Federico Godfrid y Juan Sasiaín, y El año del León, de Mercedes Laborde, están por arriba de los dos millones. Más atrás se ubican Igual si llueve, de Fernando Gatti, con 1,4 millones, y Tres D, también de Ruiz, con 940 mil. Estas cifras permiten monetizar los contenidos y, por ende, que los productores o directores reciban algunos billetes. Con más de 54 mil suscriptores, el canal alberga, entre otras, a Buscando a Reynols, un par de películas de Mauro Andrizzi (Una novia de Shanghai, Cairo Affaire) y de Baltazar Tokman (Buscando a Myu, I Am Mad), además de varias del llamado Nuevo Cine Cordobés, con la muy buena Casa propia como mascarón de proa.
El origen de Changuita se ubica en 2019, cuando Sottile trabajaba en una productora que hacía videos para “Leoncito Alado”, un canal infantil de YouTube con dos millones de suscriptores. “Como estaba a cargo de producir esos videos, empecé a meterme en ese universo y a interesarme por la cantidad de vistas y el alcance que tenían en YouTube. Después de varios cursos, probé subiendo Chacabuco y en un mes superó el millón de vistas. O sea, tenía un canal sin nombre, pero con una película que se había viralizado”, recuerda la productora ante Página/12.
Y sigue: “Ese mismo año fui a dos charlas del mercado Ventana Sur. Una fue con el creador de “El reino infantil”, uno de los canales de animación más visto del mundo, donde éramos 15 personas escuchando. La otra era de un abogado español que hablaba de las coproducciones entre Argentina y España. La sala estaba llena, con muchos productores y directores llevando sus carpetas para ver cómo podían participar. Después de ver eso, armé el canal y empecé a llamar a directores amigos para que se sumaran, mientras Chacabuco seguía creciendo”.
-El canal surgió en un contexto en el que muchos directores eran reticentes a la idea de que sus películas se vean en condiciones que no sean las ideales, es decir, en una sala de cine.
-La palabra YouTube no está bien vista por muchos. Pero cuando les cuento el proyecto a aquellos directores que tienen como fin principal que sus películas se vean y lleguen a todo el mundo, entienden que YouTube es el lugar. Yo pienso a Changuita como un buscador de películas, no como una plataforma. Más allá de las que todos conocemos, hay muchísimas muy pequeñas que no tienen alcance. Y si tienen, no es el que puede tener YouTube, el segundo buscador más grande del mundo. Entiendo que liberar una película en YouTube implica resignar una posible venta. Por eso no tenemos exclusividad ni una ventana determinada: si alguien la sube y a los dos meses la vende, yo estoy feliz: la doy de baja y listo. El tema es el "mientras tanto".
-¿Qué tiene que pasar para que una película monetice en YouTube?
-Para que un canal monetice, como pasa con Changuita, es necesario tener una determinada cantidad de suscriptores y de tiempo de visionado en el lapso de un año. Recién ahí pasás a ser apto para monetizar, por lo que, si alguien sube algo a su canal, al principio no puede obtener dinero. En nuestro caso, aunque una película no se viralice, el resto de los títulos ayuda a que pueda monetizar. Por otro lado, hay que cumplir con algunos lineamientos del sitio vinculados con los derechos de autor (música, imágenes de archivo y demás) para que, en caso de que salte alguna infracción, podamos impugnarla. Se puede subir una película para mayores de 18 años, pero la monetización pasa a ser muy limitada. Pero el fin del canal no es monetizar (de hecho, muchas películas no lo hacen), sino que puedan verse.
-¿Cómo es el arreglo con los productores en caso de que la película obtenga dinero?
-Firmamos un contrato de acuerdo entre las partes. En el caso de que monetice y eventualmente se viralice, establecemos que si supera los cien dólares, un mínimo que tenga sentido distribuir, repartimos el 50 por ciento con el director o productor y el otro se le queda el canal para el mantenimiento.
-¿Buscan algún perfil artístico particular?
-Que sean largos o cortos de ficción o documental, porque por ahora no estamos sumando series, aunque tratamos de ser colaborativos. Por ejemplo, si hay una serie animada que tiene un canal propio, armamos una playlist para dirigir al usuario ahí. También miramos que cumpla con los lineamientos para no perjudicar al resto de las películas del canal. Y es importante que tengan subtítulos en inglés para ampliar el alcance internacional. Lo que no subimos son ejercicios de facultad ni cosas por estilo, porque queremos que tengan una mínima calidad técnica.
-El sitio Cine.ar tuvo un crecimiento notable durante la pandemia. ¿Empieza a haber una conciencia más generalizada de la exhibición digital como una alternativa posible?
-Hay un cambio de paradigma en el mundo audiovisual al que tenés que adaptarte. Es ahí donde entran las plataformas. Lo que me parece genial de Cine.ar es que conviven películas salidas del Incaa con otras independientes realizadas por fuera del Instituto. Es una movida muy grande para que el cine argentino se vea, pero no tiene alcance mundial, cosa que sí tiene un canal de YouTube.
-Da la sensación de que después de terminar el corte final, empieza un trabajo vinculado a la distribución y exhibición que requiere mucho esfuerzo e ingenio.
-Uno de los principales problemas que tenemos como productores es que empezamos a pensar todo eso cuando terminamos la película y no cuando empezamos a diseñarla. ¿Dónde voy a querer mostrarla? ¿Cuál es el público? Esto es importante no solo en términos estratégicos sino también económicos, porque para eso es necesario organizar el presupuesto teniendo en cuenta la etapa de exhibición. Antes no teníamos las posibilidades de hoy a la hora de pensar dónde puede verse y cómo financiar una película. Entiendo que se apunta a Netflix y esas plataformas porque pagan mucho, pero somos miles yendo hacia el mismo lugar.
-¿Cuál es el norte de Changuita, a qué aspiran?
-Actualmente tenemos casi todas películas argentinas, pero apuntamos al cine iberoamericano en general: es increíble la cantidad de producciones, sobre todo latinoamericanas, que no están en ningún lado. Lo que apunto de acá a diez años es que Changuita pueda ser un buscador de películas iberoamericanas y que eventualmente el director pueda tener un ingreso no solo por publicidad o por cantidad de vistas, sino porque algún privado, ya sea una productora o alguna plataforma, se interese por esa película o por financiar próximos proyectos. Al estar unificadas en un canal, las películas pueden tener un alcance mucho mayor al que tienen solas. Y lo digo por experiencia. Hace un tiempo vi una película que tenía cinco mil vistas, le dije al director de sumarse y al mes de haberla subido a Changuita había pasado el millón.