Escrita por Lucía Laragione en 1993, Cocinando con Elisa hace referencia a varios asuntos relacionados con la última dictadura cívico militar, alusiones que hoy siguen resonando con intensidad. Al menos es lo que sucede en la puesta estrenada por la directora y actriz Mariana Giovine, que puede verse en el Beckett Teatro (Guardia Vieja 3556) con las excelentes actuaciones de Gabriela Villalonga y Luciana Procaccini. La música original de Martín Pavlovsky, el vestuario y la iluminación, obra de Alejandro Mateo y Fernando Chacoma, respectivamente, entrecruzan sus propuestas expresivas para brindarle marco a esta historia singular.
Hija de los actores Virginia Lago y Héctor Giovine, a pesar de su juventud Mariana tiene una larga trayectoria que se inicia en las muestras del Labardén, Andamio ’90 y la escuela de Agustín Alezzo. “Toda mi vida estuvo atravesada por el teatro”, resume en una entrevista con Página/12, “viendo ensayos y funciones desde las patas de los teatros, y hasta saliendo re colada a saludar después de una función”, recuerda riéndose. Antes de iniciarse en los circuitos, tanto independiente como empresarial, Mariana viajó por el continente, haciendo teatro de calle y hasta malabares en un circo de Costa Rica. Fue durante la pandemia que las actrices le hicieron llegar la propuesta de dirigirlas en esta obra, tarea que comenzó por zoom, continuó en el Parque Chacabuco y finalizó en una terraza.
Estrenada y premiada en 1996 con la actuación de Norma Pons y Ana Yovino, la obra retrata una relación asimétrica entre una aprendiz de cocinera y su severa maestra. Todo sucede en la ruinosa cocina de una casona de campo residencia de Monsieur y Madame, dos personajes que, aunque no aparecen en ningún momento, no dejan de estar presentes en la virtual puja de poder. Es que la chef Nicole (personaje que se potencia en la magnífica interpretación de Gabriela Villalonga) se siente tan identificada con los dueños de casa que no puede advertir que, a pesar de sus conocimientos culinarios, no es menos sirvienta que su aprendiz.
-¿Considerás que la obra tiene tanto humor como el que aparece en tu montaje?
-Me parece que es muy difícil hacer teatro sin humor. Y aunque tal vez esta obra no tenga especialmente una intención de humor, yo lo encontré en el cuerpo de las actrices. Empezamos llevando al extremo las características de los personajes para después ir complejizando las cosas. Porque podemos ver que Nicole, que es la mala, también es una víctima de un sistema que la esclaviza sin que ella se dé cuenta.
-Siempre se habló de la relación de esta pieza con todo lo sucedido durante la dictadura…
- Sí, por supuesto que hay referencias a la dictadura, a las atrocidades que se cometieron y a la apropiación de niños. Pero me resonó más actual lo que sucede entre personas de la misma clase social.
-¿Sería ese el eje de tu puesta?
- Sí, es porque me llama la atención cotidianamente el hecho de que hay personas que, como la clase media que aspira a más, denigran lo que creen que está por debajo de ellos y terminan defendiendo los intereses de sus patrones. Me interesó el feminismo de la obra, porque expone y denuncia una situación de entrega del cuerpo de la mujer.
-¿Cuál es el lugar donde se desarrolla esta relación asimétrica?
-Yo imagino que es en una estancia en la Patagonia, en la que sus dueños, una pareja morbosa y sádica, aparenta normalidad hacia el afuera, aunque está moralmente venida abajo.
-¿Cuáles son los signos de esa decadencia?
-La mirada del hombre que acecha permanentemente y las ratas, que aparecen en la cocina. Esto hace referencia a lo podrido que está el corazón de esa casa, un lugar donde, extrañamente, se preparan manjares de la cocina francesa.
-La obra alude a la violencia de muchas formas, hasta en la manera en que se manipulan los alimentos.
-Sí, es porque el destripar y el desplumar de los animales que van a ser cocinados se vuelven referencias al Proceso. A la naturalización del manoseo de los cuerpos de las personas. A hechos que ocurrieron y que todavía nos siguen resonando porque representan un daño que perdura en el tiempo.
*Cocinando con Elisa, Teatro Beckett (Guardia Vieja 3556), este sábado a las 18.30.