En su conferencia de aceptación del doctorado honoris causa en la facultad de Derecho de la UBA, la decana de Harvard Martha Minow se preguntó “con cuanta frecuencia hemos pedido perdón”. Minow fue letrada de Thurgood Marshall en la Corte Suprema de Justicia de su país. Marshall fue el primer juez negro en la historia de su país, y antes integró el principal grupo activista por los derechos de las personas de color.
“Otorgar el perdón o no y por qué es un tema central en los consejos para las relaciones, en la orientación religiosa y en el drama político”, dijo Minow. Agregó que el perdón expresa la generosidad del espíritu, es potencialmente un renacimiento y un recurso inagotable que ofrece un alivio físico, psicológico y práctico tanto para el autor como para la víctima del delito. Sin embargo, tiene límites: los asesinatos en masa y el genocidio, por ejemplo.
“Los individuos que han sido victimizados no quieren o no pueden perdonar y tanto la presión pública como privada sobre la víctima para que perdone es una nueva victimización que le niega su propia elección”. Desalentó “promover mayores conexiones entre el derecho, que exige predictibilidad, y el perdón, que depende de emociones y juicios morales”.
Explicó que no se refiere a aligerar de su responsabilidad a los que cometen actos delictivos sólo por fines políticos o prácticos, sino que “estoy hablando de mecanismos enormemente milagrosos y voluntarios de las víctimas para dejar ir el resentimiento”. Dijo que su país “está pasando por un período de miedo y pavor. La tiranía es crucial para la cuestión de lo que es imperdonable, pero para saber qué es imperdonable debo preguntarme qué es el perdón. Por el perdón me refiero a una decisión consciente y deliberada de dejar ir una razón legítima para el reclamo contra aquellos que cometieron el acto delictivo o un daño. Perdonar no es una obligación, es una elección y se lleva adelante mediante la decisión de las víctimas”. Entendió como posible la elección de no perdonar. Además, añadió que el perdón supone un cambio de actitudes en las relaciones.
“Negarse a perdonar puede ser muy justificable y puede ser parte de una demanda de rendición de cuentas. De hecho, creo que el deseo de vengarse debería ser entendido como la fuente del sentido de justicia. Esta idea es central al derecho: luchar por los derechos, corregir agravios. El problema con la venganza es que no suele tener límites y por eso esperamos encontrar en el derecho el control del deseo de venganza”. Cuando le pregunté si también los crímenes de lesa humanidad del terrorismo de Estado argentino eran un límite para el perdón me respondió que no hablaría al respecto mientras fuera decana de la facultad (el 1º de julio asumirá en su lugar John Manning) y que el tema será parte de su próximo libro sobre Justicia y Perdón.
Minow colaboró con el ex presidente Barack Obama en una comisión de apoyo legal gratuito a las personas más vulnerables y estuvo muy cerca de Hillary Clinton durante la última campaña electoral. Activista por los derechos civiles en su juventud, el año pasado fue distinguida por la Universidad Brandeiss con un premio que se otorga por la excelencia de la obra académica y la duradera contribución a las relaciones raciales, étnicas o religiosas. La ceremonia fue interrumpida por la agrupación estudiantil Reclaim que cuestionó la tendencia hipócrita de quien habla de justicia pero se comporta en forma injusta. Muy apreciada por sus reformas a los planes y métodos de estudios, Minow recibió amplio apoyo de quienes se declararon tristes y confusos por el episodio. Reclaim respondió que los críticos parecen pensar que “no somos conscientes de los aportes académicos de la decana Minow y de sus contribuciones en el campo legal para el avance de las causas de género y la igualdad racial. En realidad, protestamos porque estamos muy familiarizados con su trabajo”. Luego de una larga polémica con numerosos alumnos de Harvard, Minow ordenó retirar el viejo escudo de la universidad que honraba a uno de sus benefactores por haber sido propietario de esclavos. Durante su mandato, la matrícula de afrodescendientes creció del 13 al 18 por ciento del alumnado y la de mujeres, del 20 al 28 por ciento. También integró una comisión copresidida por el ex premier británico Tony Blair y el ex jefe de la CIA Leon Panetta, con el propósito de desarrollar enfoques novedosos y basados en los Derechos Humanos para confrontar con el extremismo violento. A fin de mes pondrá fin a su mandato de ocho años al frente de la facultad de derecho más citada del mundo porque siente urgencia por cuestionar en forma activa las agresiones del presidente Donald Trump contra la justicia y la prensa. En términos estadounidenses una liberal progresista. No es seguro que su reflexión satisfaga las expectativas de los Vítolos, los Rosenkrantz o los Avruj. Hace cuatro años, durante una conferencia en una universidad de Sudáfrica, Martha Minow dijo que “sólo el individuo que sufrió el daño tiene la autoridad para perdonar. Nadie más que él. Cada uno tiene derecho a su propia respuesta ante la ofensa y el daño. Forzar a una víctima a una determinada decisión es revictimizarla. Debe reconocerse el derecho de la víctima a perdonar o no. El derecho no puede susbtituirla. El perdón tiene una característica excepcional, no rutinaria, que no puede ser forzada por ninguna regla formal o práctica institucional. Es importante que las personas tengan la posibilidad de negarse a perdonar. El Estado, puede juzgar pero solo el individuo puede perdonar”.