Per Lucio 7 Puntos
Italia, 2021
Dirección: Pietro Marcello.
Guion: Pietro Marcello y Marcello Anselmo.
Duración: 79 minutos.
Estreno en MUBI.
La posible definición estricta de cantautor, “toda aquella persona que canta sus propias canciones”, podría aplicarse a una inmensa cantidad de artistas, pero el término cristalizó alrededor de una raza particular de trovadores. Tal vez el primer Bob Dylan, antes de su “traición” electrificada, encarne a la perfección esa cruza de raíces folk, letras socialmente comprometidas y prosapia popular que suele adjudicársele a los cantautores de todo el mundo. El boloñés Lucio Dalla, que también supo mutar musicalmente a lo largo del tiempo, fue uno de los más importantes compositores y cantantes italianos de ese particular árbol musical, activo como solista desde finales de los años 60 hasta su muerte en 2012. Bastante conocido fuera de su país –aunque sólo dentro de Italia es posible distinguir su infinita popularidad–, la carrera de Dalla atraviesa varias décadas de convulsiones políticas y sociales, que fueron reflejadas en algunas de las canciones, acompañadas de ideas personales sobre los cambios históricos. En los 70, la fructífera asociación con el poeta marxista Roberto Roversi proveyó las letras de tres álbumes, incluyendo el disco conceptual Automobili, uno de los más exitosos de toda su carrera.
En lugar de optar por un formato de documental biográfico tradicional, el realizador Pietro Marcello –responsable de films como La bocca del lupo y la genial Martin Eden– se acerca al homenajeado a partir del presente, con la participación de dos colaboradores y amigos íntimos. Per Lucio comienza con una visita a la tumba de Dalla. Quien llega con un ramo de flores en la mano es Umberto Righi, su manager de toda la vida, que conoció a la futura estrella en 1960, cuando oficiaba de clarinetista en una banda de jazz (el futuro cineasta Pupi Avati también formaba parte de ese ensamble). Más cerca del final de los compactos 80 minutos, un amigo de Dalla desde la infancia se suma a la remembranza, compartiendo con Righi un almuerzo a pura pasta y vino tinto, en el cual se recuerda a aquel que ya no está, apenas insinuando un tema que fue tapa de los diarios italianos luego de la muerte del cantante: su orientación sexual, sepultada en un clóset cerrado con varias llaves.
Marcello no sigue un derrotero cronológico riguroso y opta en cambio por un caos ordenado de tiempos y espacios. Tampoco es posible definir Per Lucio como un estricto bio-doc: a partir de un uso inteligente del material de archivo fílmico, el director de la reciente L'envol reflexiona sobre los cambios en la Italia del siglo pasado, en particular los ocurridos en la ciudad de Bologna y alrededores, región campesina atada a usos y costumbres centenarios que terminó reconvirtiéndose en polo industrial. La pasión de Dalla –y de muchos de sus coterráneos– por el automovilismo deportivo también se destaca en un segmento extenso, ilustrado con canciones ad hoc. El resto del acervo audiovisual está integrado por fragmentos de recitales y entrevistas televisivas a la estrella, tanto en estudios como una muy simpática a bordo de un tren estacionado, que dan una idea de sus pensamientos sobre el mundo que lo rodea y su arte.
Con la perenne boina y una frondosa pelambre, que parecía abandonar su cabeza para mudarse al pecho (se hacen un par de chistes al respecto), Dalla supo encarnar un estilo de cantante popular que influenció notablemente a figuras como Eros Ramazzotti, Zucchero y Jovanotti, entre otros. Per Lucio es a la vez un homenaje y un documental que excede el simple racconto de una vida y una obra, ese formato estándar cada vez más extendido en las plataformas de streaming.