Will (Noah Schnapp). Siempre Will. Pobre Will. Si hay alguien que no tiene paz y que la pasa mal en todas las temporadas de Stranger Things, seguramente es él. Hagamos un recap. En la primera temporada, pasa casi todos los capítulos atrapado en el infame UpsideDown muriendo de frío y siendo acechado por un demogorgon. Su participación acá es bastante limitada, sin embargo, suficiente para encariñarnos con este personaje frágil y vulnerable. En la segunda entrega, un ente maligno invade su cuerpo y, para librarse de él, tiene que ser torturado siendo expuesto a calores extremos para poder ser exorcizado. En la tercera, su padecer hace un giro. Mientras el piberío experimenta un subidón hormonal que hace que todxs empiecen a emparejarse, Will se siente afuera de esta experiencia. A él no le interesan las chicas: solo quiere jugar a Calabozos y Dragones con sus amigos, como cuando eran más chicos. Pero ahora Mike, Lucas y Dustin se desviven por sus novias y están en otra. El arco narrativo de Will, en estos capítulos, está vinculado a eso: duelear una infancia perdida que nunca hubiese querido dejar atrás.
Lo que aprendimos de Will, a lo largo de esta narración, es que es un inadaptado. Va en una dirección opuesta a la de sus amigos, la pubertad le está pegando muy mal y no se haya cómodo en ningún lado. Sin embargo, no es el único personaje que no encaja del todo dentro de la matriz heterosexual de un pueblo de la América Profunda en los 80’s. Robin (Maya Hawke), una de las mejores incorporaciones de la tercera temporada, le cuenta durante un viaje de LSD a su amigo Steve (Joe Keery) que le gustan las chicas. No sabemos si ella aún se asume como lesbiana o no. De todas formas, la serie es capaz de mostrar escenas brutales de violencia, pero parece que decir la palabra lesbiana, eso sí, sería demasiado fuerte. Podemos decir que, al menos, hay una suerte de cupo lésbico refrescante que opera bien como un alivio cómico.
En fin, volvamos a Will. En la cuarta temporada nos queda claro que él está atravesando una turbulencia bastante fuerte con respecto a sus deseos. Aquí podemos ver como Joyce, Eleven y Jonathan se instalan en California porque, evidentemente, ya no se bancan más las amenazas terribles que habitan en Hawkings. Con la pandilla dividida, Eleven muere de ganas de reencontrarse con su novio, Mike, a quien le escribe constantemente cartas de amor. Pero no es la única que añora este reencuentro. Will también tiene muchísimas ganas de verlo. Sin embargo, cuando Mike viaja a California para visitarlos, hay un doloroso cortocircuito. Mike ignora completamente a Will, mientras enfoca toda su atención en su novia. Él, que en la serie parece un chico de 25 años (¡cómo crecieron los pibes!), queda con el corazón completamente destrozado al sentirse dejado de lado.
Esto queda evidenciado de forma inexorable en una de las escenas más emotivas y mejor actuadas de la cuarta temporada en la que Will le confiesa su amor a Mike de una forma indirecta. Saquen las carilinas. En medio de un road trip para buscar a Elle (la trama más aburrida de la serie) Will, con un nudo en la garganta del tamaño de un demogorgon, le revela a su mejor amigo que siempre lo necesitará en su vida. Hablando de Eleven, él le dice: “Estos últimos meses ella estuvo tan perdida sin vos. Es que ella es muy diferente al resto de las personas. Y cuando eres diferente a veces te sientes como un error”. ¿Will Está hablando de su amiga? No. Está hablando de él. Acto seguido, da vuelta la cara y llora escondido pegado a la ventanilla. Mike, que solo piensa en Elle, pasa de largo de esta confesión. Sin embargo Jonathan, que ve todo desde el espejo retrovisor, se da cuenta del sufrimiento que está atravesando de su hermano menor. Es interesante cómo la serie retrata su queernes a través de un arco narrativo que atraviesa todas las temporadas. Will, que sufrió más que todos, no solo tiene que enfrentar a los enemigos más monstruosos de su pueblo en carne propia, sino que también tiene que afrontar sus sentimientos desencajados. De alguna forma, la serie expone cómo muchos adolescentes LGBTIQ de los 80’s tuvieron que navegar sus identidades disruptivas sin referentes ni grupos de pertenencia.
Para cerrar este novelón con broche de oro, descubrimos en los últimos capítulos que el mundo del UpsideDown se detuvo cuando Will ingresó allí por primera vez. ¿Esto nos quiere decir que este personaje tiene una conexión más potente de lo que creíamos con las monstruosidades de esta serie? Además, una vez más, él anticipa la llegada de un ser maligno a Hawkins. ¿Cómo reaccionarán sus amigos si él sale del clóset? ¿Robin será su aliada? ¿Le darán los hermanos Duffer más lugar a los dramas LGBTIQ en su serie? Habrá que esperar un par de años para verlo.