A diez días de la detención de Asan Azad nadie sabe quién es este iraní o iraquí o palestino que está en la Argentina desde hace casi un año y que intentó comprar un boleto de micro en Concepción del Uruguay con un documento y un registro de conducir falsos. Fuentes de la investigación le dijeron a este diario que existe un diálogo con la Embajada de Irán en la Argentina pero que la delegación diplomática no puede identificar al sujeto porque afirman que no hay nadie de ese nombre con ciudadanía iraní. Menos todavía si, como afirma el tal Azad, nació en Irak y supuestamente después le dieron la ciudadanía iraní. Parece que eso es muy complejo dado que es un trámite especial que requiere la aprobación de un Consejo Supremo.
Todo lo que rodea al hombre es extraño, según afirman en el juzgado federal que investiga el caso, a cargo de Pablo Seró.
Azad sostiene que está en la Argentina desde 2021 y está comprobado que fue detenido en La Rioja el 8 de octubre pasado. Ahí dijo que era palestino. Pese al tiempo en el que viene recorriendo --según él-- Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia y Argentina, siempre como mochilero y trabajando de albañil, no habla ni una palabra de castellano. “O tiene un problema mental o es uno de los mejores actores que pasó por el país”, dicen los investigadores.
La detención ocurrió cuando compraba un pasaje en micro a Uruguay con un documento que era de alguien de Santo Tomé, Corrientes. Tenía encima 14 mil pesos, un celular y un registro de otro argentino de Tigre. De su cuello pende una cruz católica, pero por supuesto puede ser para engañar, aunque no es habitual entre los seguidores del Islam. Por lo que dicen, tampoco su farsí --el idioma de Irán-- es del todo entendible y la poca comunicación se da en inglés. El juez mantiene absoluto silencio sobre el caso.
Como no se sabe quién es, tampoco está claro cómo ingresó al país, con qué identidad y por qué frontera. Él dice que perdió los documentos cuando intentó conseguir la residencia en Ecuador y luego Perú, y que entró caminando por Bolivia. Hasta que no se lo identifique, nada se podrá aclarar.