Desde París
Desde que la organización terrorista político militar Estado Islámico proclamó su califato en 2014 en regiones de Siria e Irak las tragedias que propagó en Medio Oriente y en Europa el grupo de orientación salafista han sido innumerables. Atentados, secuestros, decapitaciones, guerras, destrucción de ciudades, desplazamiento de poblaciones y un proto Estado religioso totalitario marcaron los años de su ascenso entre 2014 y 2019. Hay, también, otras tragedias más secretas que se tragaron miles de vidas: son las de las madres yihadistas extranjeras con hijos pequeños que lo dejaron todo para unirse a las filas del Estado Islámico y que, cuando el grupo confesional empezó a hundirse en los últimos bastiones que controlaba en Siria (2017) ingresaron en una tierra de nadie: fueron internadas en campos situados en el noreste de Siria controlados por los kurdos. Ni podían regresar a Europa, ni permanecer en Irak o Siria en condiciones de seguridad.
Madres e hijos pasaron a ser parias de una guerra infinita: despreciadas en sus países de origen debido a su alianza con el Estado Islámico, madres e hijos tuvieron enormes dificultades para regresar. Algunos estados europeos fueron más tolerantes que sus vecinos, otros, como Francia, extremadamente duros con esas madres y sus hijos pese a su nacionalidad francesa. Hasta esta semana, a pesar de las críticas de las organizaciones internacionales (Amnistía Internacional, Comité de los derechos de la Infancia de la ONU) y de los familiares, Francia gestionó los retornos según el principio de “caso por caso”, una política que las ONG que defienden los derechos humanos habían catalogado como “inhumana”. Esa situación cambió el martes 5 de junio luego de que la cancillería francesa anunciara en un comunicado que París había organizado ese mismo día “el retorno hacia el territorio nacional de 35 niños menores franceses que se encontraban en los campos del noreste de Siria” más “16 madres oriundas de los mimos campos”.
Desde 2016, 126 niños cuyos padres se unieron al Estado islámico en los territorios que el grupo conquistó en Siria e Irak fueron repatriados a Francia. La mayor parte, unos 200 menores y unas 80 madres, permanecieron en esos campos bajo control kurdo. Ahora hay 35 menores y 16 madres menos en esos campos infernales donde residen miles de personas sin derecho alguno. Para comprender este drama es preciso remontar hasta el mes de marzo de 2019, cuando el Estado Islámico perdió la batalla de Al-Baghouz. 40 mil niños y 20 mil madres fueron arrestados por las fuerzas kurdas que combatieron al EI y diseminados a lo largo de varios campos insalubres situados en la provincia autónoma de Rojava. La mayoría de los niños y las madres son sirias o iraquíes. Sin embargo, unos 12 mil son extranjeras y, entre ellas, hay unos mil europeas, de las cuales una tercera parte son franceses. Los países europeos (Alemania, España, Países Bajos, Bélgica, Italia, Gran Bretaña) confrontados al retorno de las madres yihadistas y de sus hijos actuaron sin coordinación, muy a menudo en secreto para no asustar a la opinión pública. Otros fueron extremadamente severos con esas madres. Dinamarca, por ejemplo, votó en 2019 una ley que les retiraba la nacionalidad danesa a las mujeres yihadistas. Gran Bretaña procedió de la misma manera sin que haya sido necesario una ley. Los hijos de esas mujeres sin patria tuvieron que regresar solos a países que, a menudo, ni siquiera conocían.
Según el vespertino Le Monde, madres y niños (9 huérfanos) llegaron en dos aviones, uno de ellos sanitario. Las 16 mujeres (12 volvieron con sus hijos) están en manos de la justicia y, entre las que regresaron a Francia y que ya se encuentran en arresto preventivo, figura una de las yihadistas europeas más famosas, la francesa Emilie König, apodada “la musa francesa de Daech”. Emilie König fue una de las mujeres más activas al servicio del Estado Islámico. A sus 37 años, König es madre de 5 hijos de dos padres diferentes, ambos militantes del EI. Dos de sus hijos nacieron en Siria y otro en Irak. Está acusada de haber reclutado a más de 200 personas para el Estado Islámico y de haber “incitado” a que se cometan atentados en Occidente, especialmente contra las mujeres del Ejército francés y las instituciones francesas. La ONU la incluyó en la lista negra de los combatientes extranjeros más peligrosos (noviembre de 2014). Durante años, la mujer fue muy activa en las redes sociales desde donde dictó cursos para el manejo de armas y otras estrategias. Hoy, de vuelta Francia, König le dijo a su abogado, Emmanuel Daoud, que quiere “colaborar con la justicia francesa” porque anhela “pagar sus errores y tener una vida normal”.
"Esos niños son inocentes"
Marc López, abuelo de varios niños detenidos en Siria y miembro del "Colectivo de las familias unidas" que agrupa a las familias de los franceses que se encuentran aún en la zona iraco-siria, espera que este "último retorno ponga fin a esta política abyecta del caso por caso que equivale a seleccionar a los niños, a separarlos de sus familias y arrancarlos a sus madres". Es preciso recordar que, tanto antes como ahora, muchos niños fueron repatriados sin sus madres. López, con una gran emoción, recuerda a PáginaI12 que "esos niños son inocentes. Contrariamente a lo que se dice, esos niños no tienen nada que ver con la guerra, no fueron educados con odio hacia Francia ni bajo el culto de la Guerra Santa. Son muy péquenos y hace años que viven en esos campos en condiciones insalubres, desconectados de todo. Su único sueño es regresar a Francia con sus madres e intentar tener una vida normal". El Colectivo de las familias unidas destaca que aún hay 150 menores de nacionalidad francesa y unas 100 mujeres adultas en el campo de Al Roj. Tal vez, la política de repatriamientos importantes prosiga en los próximos meses para sacar de las garras de la miseria y el abandono a tantos y tantos menores inocentes. Están pagando por ser hijos o hijas de mujeres yihadistas, no por incitar a ninguna Guerra Santa contra Occidente.