Cuando el 29 de marzo de 1976 una patota integrada por militares y policías bonaerenses ingresó a la Quinta La Pastoril, ubicada en el partido bonaerense de Moreno, no sólo asesinaron a siete militantes del PRT-ERP y secuestraron a otros ocho. En esa cacería también secuestraron y torturaron a tres menores, Ximena, Florencia y Aníbal (de 3 y 4 años, y 6 meses respectivamente). Ahora, a poco de finalizar el juicio contra los siete represores procesados, la fiscal María Ángeles Ramos solicitó a los jueces del TOF 5 de San Martín que se incorpore el caso de los tres niños que, como afirmó, fueron secuestrados, torturados y estuvieron tres días desaparecidos hasta que fueron entregados a sus familiares. De aceptar el pedido, habrá nuevas indagatorias y más testimonios. Si el TOF lo rechaza, solo resta la realización de una inspección ocular en la quinta donde ocurrieron los hechos antes del comienzo de los alegatos.
Desde octubre pasado, los militares retirados Juan Carlos Jöcker, Juan Manuel Guiraud, Carlos Guardiola, Eduardo Sakamoto y Héctor Raffo, y los policías retirados Juan José Ruiz y Julio Pérez son enjuiciados por los crímenes de lesa humanidad que cometieron en el marco del operativo que desplegaron en La Pastoril: allí siete militantes fueron asesinades y otras ocho secuestrades, trasladades a diferentes centros clandestinos de detención y torturades; solo sobrevivieron cuatro, entre ellas Edgardo Garbarino Pico, quien entonces era un niño de siete años.
A mediados de junio, les fiscales Ramos y Bendersky pidieron al TOF que los imputados, sean acusados, también, por el secuestro y las torturas de Ximena Villarreal, Florencia Mangini y Aníbal Viale que, al tiempo de los hechos tenían 3 y 4 años, y 6 meses de edad, respectivamente, y fueron víctimas del mismo operativo.
Tal como explicó el fiscal auxiliar durante la audiencia en la que expresó el pedido, los hechos “estaban en la instrucción (de la causa), pero durante el debate se pudo profundizar” sobre ellos. “Lo novedoso es que (a les niñes) los mantuvieron privados de su libertad ilegalmente”, subrayó Bendersky y completó: “No hay dudas de que los hechos se encuentran vinculados a los que ya se le imputaron a los acusados en este debate. Respondieron al mismo plan sistemático de exterminio, secuestro y desaparición y asume igual carácter de crimen contra la humanidad que los que afectaron al resto de las víctimas”.
Los casos
Ximena Villarreal se encontraba en la quinta La Pastoril, en Moreno, el 29 de marzo de 1976. La había llevado su papá, Héctor Villarreal, que participaba de la reunión del PRT-ERP, y fue, como él, encapuchada, trasladada a la Comisaría de Moreno, torturada y mantenida allí cautiva hasta abril, cuando un juez de menores la envió a La Plata. Si bien en la instrucción figuraba el expediente judicial en donde figura su ingreso a la Casa Cuna de La Plata y su otorgamiento en guarda a su mamá, el 11 de mayo siguiente, el secuestro y las torturas recibidas por quien entonces era una niña pudieron ser reconstruidos tras los testimonios que ella y su mamá, Juana Sena, aportaron durante el debate.
Así, Juana declaró ante el TOF 5 que supo del operativo en La Pastoril por una amiga de su excompañero, Héctor Villarreal, que fue hasta su casa y se lo contó esa misma noche: la del 29 de marzo de 1976. Juana habló con la mamá de Héctor y juntas fueron hasta la Comisaría de Moreno, pero que el vallado y los cordones de militares y policías no las dejaron pasar. Que su exsuegra le preguntó por lo bajo a un efectivo si su hijo estaba allí encerrado, se lo describió, y que el policía le confesó que sí. Juana contó que años después, cuando pudo hablar con Héctor –quien tras pasar una semana en Moreno, donde fue torturado, fue “blanqueado” en el penal de Devoto– él le contó que en aquellos días en la comisaría, a Ximena la tenían “detrás de un biombo, llorando” mientras lo torturaban y le decían que “si no hablás lo que te estamos haciendo a vos se lo vamos a hacer a tu hija”. Por último, la mujer testimonió que confirmó con su hija su paso por el centro clandestino de Moreno.
De hecho, algo de todo lo que recuerda todavía Ximena pudo volcar en su propio testimonio, el primero en el marco de un juicio de lesa humanidad. Allí, Ximena contó que del operativo en La Pastoril recuerda “gente con botas negras que la agarraron por la espalda, le pusieron una venda y la subieron a un camión”. También recordó, tras una charla con su padre, las torturas que ella también sufrió en Moreno.
Florencia Mangini, en tanto, tenía 4 años y estaba en la quinta junto a sus padres Leonor Herrera y Juan Mangini. Aníbal Viale era un bebito de seis meses al que cuidaban allí sus padres, también militantes. Cuando se desató el operativo, los disparos, la cacería, a Florencia la atraparon los represores junto a su mamá, mientras que el bebé fue dejado en guarda de unos vecinos por su papá y su mamá en medio de la huída.
Mangini recuerda ese episodio. Declaró ante el TOF que tiene memoria de “estar con sus padres en una casa amplia con jardines, de ser violentada por militares uniformados y armados, capturada con su mamá, apuntadas con armas”, resumió Bendersky. Por último, testimonió que aquel 29 de marzo vio cómo a su mamá “la colocaron en la parte trasera de un camión junto a otras personas encapuchadas”.
Ella y el bebé fueron llevados a la omisaría de Moreno, donde “militares y policías decidieron no informar la situación de los menores a la Justicia y los mantuvieron privados de su libertad durante tres días”, argumentó el auxiliar fiscal. Mientras Villarreal quedó en la comisaría, Mangini y Viale fueron “alojados” en la casa particular del director del Instituto de menores Riglos, quien vivía dentro de la institución. De aquel sitio, Mangini recuerda que “estaban escondidos en la parte de arriba de una casa, junto a otros chicos durmiendo en cuchetas”.
El directivo no los registró formalmente en el lugar. Los días posteriores al operativo, el abuelo materno de Mangini recibió un anónimo donde le decían que buscara a su nieta “en el Riglos” y hacia allí se fue donde le confesaron que la niña había estado en ese lugar. Les niñes permanecieron de manera clandestina en el Riglos hasta el 1 de abril, que es cuando un juez de menores de Mercedes dispuso su traslado a la Casa Cuna platense, el mismo día que Villarreal. “Los tres menores estuvieron desaparecidos durante tres días”, concluyó Bendersky.