¿A quién no le pasó alguna vez sufrir una especie de latigazo desesperante al bajar del auto, al tocar el picaporte de una puerta o, simplemente, al rozar a otra persona? Se trata de la electricidad estática, un fenómeno causado por el desequilibrio entre las cargas positivas y negativas que tiene todo lo que hay en el mundo, incluido el ser humano.
Se suele pensar que este tipo de “choques eléctricos” se reciben de los objetos que se tocan. Pero, en realidad, es lo opuesto: generalmente es uno mismo el que da el choque eléctrico a la puerta o al auto, porque el cuerpo humano, como buen conductor que es, tiene la capacidad de cargarse de electricidad estática ante determinadas acciones de la vida cotidiana. ¿Cómo se producen estos episodios?
En diálogo con la Agencia de noticias científicas de la UNQ, el físico e investigador del Conicet, Federico Holik, lo explica así: “Todas las sustancias tienen electrones. Por fricción u otros mecanismos, puede pasar que esas cargas eléctricas se acumulen en partes de tu cuerpo. Luego, cuando se toca un cuerpo conductor (por ejemplo, una puerta de metal), esas cargas pueden fluir debido a una diferencia de potencial, y generar una corriente. Y esa es la corriente que se siente”.
¿Qué es la electricidad estática?
Según explica el especialista, todos los materiales están formados por átomos, que a su vez están formados por un núcleo con partículas positivas (protones) alrededor del cual, se mueven una o más partículas negativas (electrones). Generalmente, el número de cargas positivas es igual al de cargas negativas. De esta forma, las cargas se compensan dando como resultado una carga neutra o, lo que es lo mismo, nula.
Cuando hay fricción, algunos átomos pueden perder o ganar cargas negativas, generando una descompensación de cargas. Un átomo que pierde una o más cargas negativas pasa a tener carga positiva, mientras que un átomo que gana una o más cargas positivas, pasa a tener carga negativa. Ese desequilibrio entre cargas es precisamente la electricidad estática. El chispazo no es más que una corriente de cargas negativas que migran hacia un lugar con cargas positivas para volver a restablecer el equilibrio que es, en definitiva, la ausencia de carga eléctrica (carga neutra o nula).
La estática de la vida cotidiana
A lo largo del día, el ser humano roza distintas superficies, y como consecuencia de esta fricción, uno de los objetos pierde electrones (carga positiva) mientras que el otro los acumula (carga negativa). Ambas cargas tienden a equilibrarse nuevamente y aprovechan el contacto con una superficie conductora, como el marco de la puerta o el picaporte, para soltar el “chispazo”.
Por ejemplo, cuando se quita una gorra o sombrero de la cabeza, hay una transferencia de electrones del accesorio al cabello, que acumulan una carga negativa. Y como los objetos de cargas similares o iguales se repelen, es por eso que los cabellos se levantan.
Las suelas de goma y la ropa de lana también son grandes acumuladores de energía estática. Al liberarse, incluso es posible ver el chispazo o escuchar el ruido. Al provocar fricción entre ciertos materiales -como frotar los pies sobre una alfombra, por ejemplo- hay una transferencia de electrones, que se acumula en la superficie hasta que se sueltan.
Otro dato interesante es que estas “pataditas” de la estática son frecuentes durante el invierno, ya que el aire frío contiene menos vapor de agua que cuando las temperaturas son más elevadas. Y a esto se le suma que en esa época del año es cuando se tiende a utilizar ropa de abrigo mucho más sensible a las acciones electrostáticas, como la lana.
¿Cómo evitar los chispazos en el cuerpo?
Si bien estos fenómenos son normales, no hace falta acostumbrarse a ellos porque existen distintas maneras de poder minimizarlos o prácticamente quitarlos. La manera más fácil de disipar la electricidad estática del cuerpo es esperar. Por ejemplo, si siente que el cabello comienza a pararse, quedarse quieto puede ser una solución, ya que la estática se disipa naturalmente en muy pocos minutos.
Otra forma es tocar cualquier material conductor que no se encuentre aislado del suelo, como el tornillo del panel de un interruptor de luz o un poste de metal. También sirve quitarse los zapatos y las medias y quedarse quieto en el suelo. Otra manera sencilla para evitar este fenómeno es aplicar crema humectante sobre la piel seca, especialmente durante el invierno, cuando el aire frío y seco permite que los electrones viajen con mayor facilidad.
Lo cierto es que, al contrario de lo que se cree popularmente, no hay personas especialmente conductoras. Lo que sí que hay son personas cuya indumentaria puede generarla. En suma, no todo es cuestión de piel cuando de “alto voltaje” se trata.