Este sábado desde las 10 (televisación de ESPN) se jugará la final del cuadro femenino de Wimbledon, animada por dos verdaderas revelaciones: la tunecina Ons Jabeur y la kazaja Elena Rybakina, ambas disputando su primera final de Grand Slam.
Jabeur hace historia
Jabeur, de 27 años y número 2 del ránking de la WTA, llega como favorita luego de eliminar a la alemana Tatjana Maria (6-2, 3-6 y 6-1) y convertirse en la primera tunecina, árabe y del norte de África en llegar a una final de Grand Slam, después de que el año pasado también hiciera historia al meterse en cuartos de final.
Del otro lado, Maria también buscaba hacer historia: la alemana, de 36 años, es madre de dos hijas, una la tuvo en 2013 y otra en 2021, y peleaba aquí por ser la segunda mujer en la historia en ganar Wimbledon tras haber dado a luz, y la cuarta en la Era Abierta en conquistar un Grand Slam siendo madre.
"No sé ni qué decir. Para mí es un sueño hecho realidad por todos los años de trabajo y sacrificio. Estoy muy feliz de que haya valido la pena y espero continuar así un partido más", dijo Jabeur, quien cedió apenas dos sets en un certamen donde la suerte la ayudó para no cruzarse -hasta ahora- con alguna Top 30.
Una "rusa" en la final
De todos modos, los flashes en la previa de la definición se los terminó llevando Rybakina, de 23 años y número 23 del ránking. Es que la kazaja nació en Moscú y jugó hasta los 19 bajo la bandera rusa, justamente cuando la organización de Wimbledon y la Federación de Tenis Británica hicieron todo lo posible para evitar que ruses y bielorruses jugarán la edición de este año, como "castigo" a la guerra con Ucrania.
Fue a mediados de 2018 cuando Rybakina cambió de país. La decisión no fue sentimental, ni familiar (sus padres siguen viviendo en Moscú): fue puramente económica. Rybakina tuvo que elegir entre aceptar unas becas de estudio en universidades estadounidenses, opción que no le atraía nada, o cambiar de nacionalidad.
"Fue un buen timing, porque ellos (la Federación Kazaja) estaban buscando una jugadora y yo necesitaba ayuda. Creyeron en mí. Hicieron todo lo posible para que siguiera jugando, para que siguiera mejorando. Tenía todo disponible para poder entrenar", explicó Rybakina esta semana.
Pese a lo orgullosa que pasea la bandera de Kazajistán, Rybakina, actual número 23 de la WTA, rehusó hablar de dónde vive, ante los rumores que sitúan su residencia en Moscú.
"Vivo en el circuito, porque estoy viajando cada semana. La mayor parte del tiempo la paso en los torneos. Entre torneo y torneo entreno en Eslovaquia, a veces en Dubai... Sinceramente, no vivo en ningún sitio", dijo.
Rybakina, que intentará hacer valer su 1,84 metro ante el 1,67 de Jabeur, tuvo un camino mucho más dificultoso que la tunecina para llegar a la definición. Tuvo que eliminar a dos campeonas de Grand Slam: la rumana Simona Halep (18º, ganadora de Roland Garros 2018 y Wimbledon 2019) en semifinales y la canadiense Bianca Andreescu (56º, campeona en EE.UU. 2019).