A partir de una premisa de trabajo sin texto previo, que indague en sus posibilidades desde los ensayos y la improvisación, Leonel Giacometto y Alexis Muiños Woodward proponen ahora Princesa nazi, el unipersonal que interpreta Muiños, a partir de la dramaturgia compartida y la dirección –o “dramadirección”, como distingue la ficha– de Giacometto. Princesa nazi se presenta todos los sábados de julio y agosto, a las 21, en Centro de Estudios Teatrales (San Juan 842).

Más vale agendar la información, porque las redes pueden jugar una mala pasada con palabras que se esquivan o se tachan. Y “nazi” es una de ellas. Como explica Leonel Giacometto a Rosario/12: “Me estoy dando cuenta que la palabra genera problemas en internet: en YouTube, las búsquedas que hacía con este tema no quedaban registradas, al querer abrir nuestra página de Facebook no pudimos, y en Instagram tuvimos que hacer malabares con el nombre y agregarle un guión (@princesa_nazi); es raro”.

Más allá o a propósito del término, Princesa nazi continúa una línea de trabajo que Giacometto y Alexis Muiños Woodward comparten desde 2007, con obras como Fingido, Desmonte y Ensamble. Pero es la primera que realizan como unipersonal. “Este espectáculo está hecho como los otros, donde el texto no está escrito previamente sino que surge de las improvisaciones y los ensayos. Yo venía de una beca del Fondo Nacional de las Artes, donde hice un trabajo que se llamaba Hotelería nazi, que transcurría en Córdoba; y el título ‘Princesa nazi’ surgió y quedó como un juego, que implicaba un tipo de proyecto. Todo esto lo hablamos con Alexis, en relación a qué implicaban estas dos palabras”.

La obra trabaja con penumbras y también con algunos off-

-¿Cómo fue el proceso de trabajo?

Leonel Giacometto: -Nos planteamos cuestiones históricas y comenzamos a trabajar con la palabra y sus asociaciones. Porque “princesa nazi” se asocia, por ejemplo, con Evita, por cierto mito que dice que ella trabajaba con el nacionalsocialismo; se la asocia también a la hija de Himmler, y a un proyecto del cuarto Reich. Pero la relacionamos también con las vidas de cada uno, a partir de la imaginación que podíamos agregar a lo histórico, desde nuestro aquí y ahora. Más la pregunta sobre lo teatral, porque se trata de un unipersonal, algo que para mí, sea desde lo textual o la dirección, es muy aburrido. ¿Me lo voy a creer? ¿Y la cuestión de la cuarta pared? ¿A quién se le habla? ¿Cuántos personajes se puede bancar el actor? Me preocupaba mucho todo esto, porque se corre siempre el riesgo de que aburra. En ese momento, yo estaba leyendo “La intrusa” de Borges, donde dos hermanos se baten a duelo por una mujer y por muchas otras cuestiones, y fue así que empezamos a ver la posibilidad de hacer una historia con tres personajes. En “La intrusa” nunca sabés si lo que te cuentan es cierto, porque está dicho a través de alguien a quien alguien le dijo algo; así que trabajamos a partir de eso. Es la historia de dos mellizos, de apellido Lehmann, que viven en Rosario y tienen 40 años. Bajo determinadas circunstancias, sucede algo con otra persona que traen a vivir, y que es una mujer. A los tres personajes los hace Alexis.

-Con el desafío puesto en interpretar, ni más ni menos, que tres personajes.

-Hay un trabajo con penumbras y también con algunos off, donde se escuchan voces de los personajes, que ayudan a que el verosímil no se corte, y Alexis no tenga que ponerse y sacarse vestuario todo el tiempo. Se cambia sólo dos veces. Cuando comenzamos a trabajar, pasó algo que nos llamó la atención. Una de las escenas es una pelea entre un hombre y una mujer. Eran las cuatro de la tarde, ensayando en la calle San Juan, y recibimos la denuncia policial de un vecino, porque sentía que a una mujer la estaban maltratando. ¡Éramos nosotros ensayando! El sábado pasado, con el estreno, también se notaba que había ciertos juegos teatrales, que tienen que ver con ese verosímil, con algo que a veces pasa hasta en los bares, y es esa magia de estar escuchando la voz del actor pero al mismo tiempo preguntarte si no hay otra persona. Es el poder que tiene el cuerpo actoral de entregarte algo que no es. Alexis hace dos personajes de varones y una mujer, a quien no vemos, pero el sábado hubo gente buscándola; por eso, sobre el final, hay una especie de revelación, porque no podemos dejar de dar cuenta de que lo que estás viendo es a una sola persona. Esa magia nos sigue conmoviendo y fue lo que nos alentó durante este tiempo, porque no fue fácil hacer teatro y reencontrarse después de todo lo que pasamos.

El título de la obra, aclara Giacometto, “alude más al formato que a la historia, más a cómo fue construida y sobre qué base. No es tanto lo que se puede hablar en términos de historia sobre Princesa nazi sino, más bien, sobre qué implican esas palabras en una cabeza argentina, desde el aquí y ahora. ¿Qué se espera de uno? ¿Qué esperan los padres? Puede ser algo dulce o agridulce, con toda la comodidad que implica la palabra ‘princesa’ y el doble juego que encierra ‘nazi’, sea como un insulto pero también como un lugar de orden”.