Claudio Fernández desempolva su archivo hogareño una vez más. Los ensayos de la reencarnación más salvaje de Don Cornelio ya son otra cosa. Poco queda de aquel primer disco romántico y cancionero. Lo que suena es una zapada muy (muy) sucia. La trompeta chirriante de Sergio Iskowitz lleva la marcha; la base de bajo y batería es monolítica, parece irrompible. Este tipo de improvisación fue el germen de unas cuantas canciones de Patria o muerte. La referencia en lo que suena es ineludible y el mismo Claudio la reconoce en dos palabras: “Muy Sumo”.

Federico Ghazarossian Queríamos trabajar solos, básicamente porque cuando terminamos de grabar el primer disco y salió, hubo cosas de Calamaro que no nos cerraron tanto. Después, con los años, no sé, a los diez años, dije: “Estuvo bien lo que hizo Andrés”.

Walter Chacón Entre un disco y otro hubo mucha diferencia en poco tiempo. Desde ya que hubo un quiebre. Le vino un éxito muy grande a la banda con el primer disco: fueron grupo revelación, participaron en conciertos muy grandes, festivales. Ellos llegaron a Patria o muerte con otro concepto.

Daniel Gorostegui ¡Empezábamos con ginebra a las siete de la mañana! Grabar a esa hora era un horror, una tortura.

Palo Pandolfo De la grabación de Patria o muerte recuerdo que, como la compañía nos odiaba... u odiaba las canciones por lo menos –y creo que a nosotros, que las traíamos, todos andrajosos y punks–, nos mandaron a un horario de mañana. Porque el disco uno lo habíamos grabado en un horario ideal, a partir de las cuatro de la tarde. Arrancás ahí y terminás a la noche. En cambio, para este nos dieron la mañana. Teníamos que ir tipo nueve o diez al estudio, lo cual era raro. La grabación de voces no fue más distendida que en el otro, fue Patria o muerte: ¡no había nada distendido! Lo que pasa es que yo estaba más solo, las grabé... se grabaron las bases, las guitarras, qué sé yo. Para las voces, estaba muy concentrado. Y mi objetivo era, bueno... pudrirla. Yo quería que se sienta esa vibración cruda que había tomado como bandera, ¿no? Fue bastante divertido grabar.

Portada del libro editado por Vademécum

Federico Ghazarossian Era una época donde uno descubría cosas. Creo que nunca nos creímos nada, siempre hicimos lo que quisimos y por eso terminó así la banda. Pero no por nada pasa lo que pasa en los discos, es el yin y el yang. Ensayábamos mucho y por eso tuvimos rápido los temas de Patria o muerte, apenas terminado el primer disco. Andrés nos dejaba las guitarras distorsionadas, ojo, pero siento que lo que queríamos nosotros quedó más plasmado en el segundo. Para ese momento ya tocábamos “Ella vendrá” a los pedos, todo era más punkeke.

Facundo Soto Palo lo dijo varias veces, y para mí es así. Para el cambio brusco del primero al segundo disco hay dos hechos fundamentales, estructurales. Y me hago cargo, porque ya lo dijo él y salió publicado (risas). Por un lado, haber conocido la merca les cambió la vida, por eso toda esa energía y toda esa puesta en escena. Y por otro, cuando escuchó el primer disco, dijo: “Esta voz de maricón que tengo”. Yo creo que ese tema fue clave para él, no quiso verse como blando. La palabra maricón es la clave, por eso cambió. Y te hablo como psicólogo y periodista con perspectiva de género: me parece que eso es lo que realmente cambió el rumbo de la carrera de la banda.

Palo Pandolfo Ellos eran chetos de Palermo, todos. Todo el rock nacional. Los productores –el artístico y el ejecutivo–, el jefe de acá, el de allá, el sonidista... Todos viven en zona norte de Capital o Gran Buenos Aires. Yo venía con ese pedo boludo del rock nacional, ¡y de repente todo era en la zona norte! “El rock nacional es cheto”, ese fue uno de mis pensamientos. Me sorprendí de alguna manera. Y a mí me pusieron todo eso y saqué el demonio, porque te mato, soy un patotero.

Mario Breuer Recuerdo que le dije a Walter en varias sesiones: “Bueno, yo voy a producir, vos sentate y operá”. Yo tomaba el sonido, armaba todo, y lo dejaba a él operando, y él también por ahí metía su manito. Pero no me dejaban intervenir demasiado. Y si no me dejan producir, y está Walter en el control, ¿yo qué carajo hago? En un punto, quedaba como un intruso. Por eso es un disco del cual no tengo muchos recuerdos, ¿sabés? La famosa memoria selectiva.

Daniel Gorostegui En los ensayos, de ese tipo de outtakes de los ensayos de los temas, salió Patria o muerte. Por ahí se armaban algunas cosas que traía Palo, una idea, o una letra. Se ponía a gritar... toda una cuestión más anárquica también, pero en un momento todos hacíamos clic y salía algo. Y muchos temas eran partes de cosas infames, ¿no? (risas). Que teníamos hechas entre temas.

Palo Pandolfo en Mediomundo, en la presentación de Patria o Muerte (Foto: Diego Lozano)

Alejandro Varela Patria o muerte es un vómito total: era el lienzo vacío, y le pusimos pastiche uno arriba del otro. “Che, pero está mal”. “No importa, dejalo así”. Era genial eso. Obviamente, uno podría agarrar esas canciones y hacerlas más bellas.

Serguei Iskowitz Yo conozco muy bien la segunda etapa de la banda, de todo lo que fue el descubrimiento musical de los temas, la hechura y cómo se vivió la creación de Patria o muerte. A mí lo único que no me va del disco, que siempre estuve a las puteadas con Palo, es el título. Porque refiere a un hecho político muy previo a nosotros, y para mí fue un grave error porque la compañía no se copó. Y eso fue una cagada.

Palo Pandolfo El nombre es una broma pesada sobre la política argentina. Una consigna que usaban el peronismo de derecha y el peronismo de izquierda, o la derecha y la izquierda argentina, por- que no solo es el peronismo, sino la derecha en general y la izquierda guevarista. Nos parecía humor negro, algo re-morboso ponerle así. Bueno, el nombre de la banda también tiene ese componente. Don Cornelio Saavedra, ¡el primer presidente militar argentino! Después de la militancia política y de la lucha por la democracia, armamos Don Cornelio y empezamos a reírnos un poco de todo, y de nosotros mismos. El nombre del grupo tiene esa cosa de humorada, y Patria o muerte cierra ese círculo de humor político, si querés.

Daniel Gorostegui Ponerle Patria o muerte a un disco en esa época es genial. Aparte cuando no había ni siquiera el menor atisbo de ideología que pudiera gravitar en nuestra vida. ¡Ponerle Patria o muerte a un disco es demasiado! Hay que juzgarlo, también, desde el punto de vista del sentido del humor, no es una cuestión de declaración de guerra. “Tarado y negro” lo mismo, tiene que ver con el hecho poético, y eso es lo que engrandece todavía lo que está ahí, hecho y grabado. Hay un grado de inconsciencia del porqué que me parece buenísimo. Hay arte en ese disquito. Me parece que es increíblemente tremendo que ya haya temas así, con un título como “Tarado y negro”. ¡Es genial!

Karina Cohen Me acuerdo la cocina de Patria o muerte, la previa, pero no de la grabación. El proceso de recrudecimiento ideológico, si lo querés decir así... de hecho, bueno, Patria o muerte: hay que ponerle a un disco ese nombre.

Serguei Iskowitz La compañía insistía: “Patria o muerte no...”. Yo decía: “¿Por qué no le ponemos Sorete y pis? Va a ser mucho mejor, porque Patria o muerte remite a un hecho político, y no van a querer”. Hoy le preguntás a un pibe y el nombre le parece genial, pero para mí refería a algo bastante oscuro. Y se lo dije a Palo: “Te estás equivocando, estás sacrificando un gran producto musical, que nos costó mucho y por suerte lo encontramos”. Y ahí quedó.

Palo Pandolfo El nombre del disco se debatió un poco. Te habrán contado ya que Serguei proponía llamarlo Patria y muerte, lo cual es interesante. Lo que pasa es que perdía por completo el objetivo, el concepto por el cual se nos había ocurrido el nombre, que era una burla. Porque Patria y muerte es poético y políticamente correcto, casi te diría. Pero en este caso, quería ser políticamente incorrecto. Todo el disco es la incorrección, incluso con la compañía que tenía el contrato, no me canso de decirlo. Ellos abominaron. Fue un triunfo del arte que hayan editado el disco, porque dijeron: “No te lo editamos un carajo, rescindimos acá el contrato y chau, no te lo hacemos nada”. Pero bueno, fue milagroso que lo hayan sacado, eso fue una victoria. Pero más allá del comentario de Serguei, creo que todos entendimos que era un nombre de una contundencia brutal. Fuerte. Mi viejo, mi padre, que murió en el ’90, me preguntó por qué le habíamos puesto Patria o muerte, en un almuerzo familiar, que eran los sábados. Y yo le dije: “Porque es heavy, porque es pesado”. No me acuerdo cuál de las dos palabras usé, creo que usaba la palabra heavy, pero puede que haya sido: “Porque es pesado”. Fue la respuesta más honesta que pude darle. Él nunca me preguntaba nada, pero ahí le interesó el título.

Alejandro Varela ¿Adónde fue la discusión entre Serguei y Palo? No vi eso, ni me acuerdo. Y tampoco me parece tan importante. Hubiera sido lo mismo. Palo tal vez se lo tomaba más en serio. Quizás, si yo me hubiera puesto en mis cabales, le habría dicho que no. Pero qué sé yo, de última es lo mismo, no me hubiera cambiado la existencia. Tampoco me gustaba convertirme en una banda punk. Creo que un tercer disco hubiera sido un equilibrio entre los dos, iba a ser más musical.

Fernando Marino Y se hace el disco, y el problema es que no tiene un hit que vos puedas sacar de ahí y le dé continuidad a los anterior. De esa manera, tu trabajo no es volver a hacer todo de nuevo, sino que continuás con lo que hiciste en el primero. Al sacar un disco tan rupturista, no hubo opción. Era denso.

Daniel Gorostegui Creo que estábamos por encima de la necesidad de tener un disco que suene en la radio, e hicimos algo que tenía que ver con: “Quiero decir esto”, ¿no? Y eso es casi imposible hoy, por más que tengas todos los medios. Lo podés hacer, pero estar en ese lugar de privilegio, como estábamos nosotros, y tener esa posibilidad... ¡guau! De hecho, ese fue el desastre, porque no había un solo corte para la compañía.

Palo Pandolfo solucionó en instantes el inconveniente que representaba para la compañía la ausencia de un corte de difusión. En verdad, el hit que compuso para zanjar la discusión solo ensanchó la distancia entre lo que pretendían unos (el sello) y la cruzada que llevaban adelante los otros (esa banda de freaks envalentonados). ¿Qué hizo Palo ante el pedido de un corte que pudiera sonar en las radios? Compuso una canción a la que SADAIC le cambió el nombre.

Palo Pandolfo El tema originalmente se llama “El sur”. Como SADAIC intervenía en los nombres en esa época –ahora ya no jode más, pero en ese momento sí–, no me dejaron ponerle así. Ese “Tarado y negro” se me hace que, digamos... “Se dobla el cuerpo/ Seco, tarado y negro”, es un cuerpo más simbólico que real, ¿no? El negro era el color por excelencia de todo lo que había, era el color conceptual. Es una negritud no de piel, sino de energía.

Alejandro VarelaPatearte hasta la muerte” y “Tarado y negro” son en dupla con Palo, como “Espirales”. De “Tarado y negro” hice el riff, esos acordes del comienzo. No me acuerdo ni en qué tonalidad está, pero son dos acordes, dos notas.

Palo Pandolfo Pará, me encanta poder aclarar cosas de los títulos de Patria o muerte. Es “Patearte hasta amarte”, no “hasta la muerte”. La gente a la que le dimos el material para que lo inscribiera en SADAIC, o sea la gente que manejaba la editorial del Grupo Grinbank, que aparte lleva el nombre de RIP... Les dimos las letras y los títulos alternativos. Y nunca fue “Patearte hasta la muerte”, porque esa es una grasada, nos sentimos agredidos por alguien desconocido que puso ese título. El tema se llama “Saltando”, y el nombre alternativo es “Patearte hasta amarte”, que también trabaja con una cosa de S&M. No tiene nada que ver con patear a alguien hasta la muerte, que es algo procaz.

Alejandro Varela De este disco se hicieron editoriales, ¿sabías? Las editoriales son un plus legal que te paga SADAIC porque tu obra esté editada físicamente, por eso se llaman así. Implica que la partitura está impresa. Es como otro registro, dos temas en uno, vos cobrás la edición gráfica de la música. Ahí están todas las letras mal escritas, porque ponían a un chabón a escuchar el disco. ¡Y escribía cualquiera! En “Realmente” pusieron “Ahí va culeando” en vez de “Arriba, muy alto” (carcajadas).

En la sala de ensayo (Foto: Facu Soto)

Sobre el final de la realización del disco, ya en los días de mezcla, Don Cornelio recibió la visita de su primer productor artístico. Aquel hombre que, al margen de los debates respecto de su accionar tras la pecera, seguía siendo un amigo que pasaba a saludar. Pero no llegó solo. Hubo una bendición en medio de la mezcla, una aparición sagrada para una obra maldita. Un acto de justicia poética, al fin y al cabo. El acompañante quería escuchar al grupo revelación. Aquella noche de la primavera de 1988 no fue una noche cualquiera, y quedó marcada en el corazón de esos pibes que hacían su segunda experiencia dentro de un estudio.

Palo Pandolfo Calamaro vino a visitarnos una noche que estábamos ahí, ya en la etapa final. Viene Andrés y dice: “Traje un amigo”. Era Spinetta. Lo saludamos... Me acuerdo que tenía una campera de cuero marrón, le ofrecimos escuchar algo y dijo: “Sí, encantado”. Creo que Mario pidió mezclar de noche o al atardecer, y fue justo la vez que cayó Spinetta. Morimos.

Federico Ghazarossian Creo que Calamaro no estaba. Pensá que pasaron muchos años, y la mente nos juega pasadas... más con todo lo que le metimos. Aunque dudo, puede ser que haya pasado Calamaro, en esa época ciertos músicos andaban mucho por todos los estudios. Lo que sí me acuerdo posta posta es que Spinetta entró y le hicimos escuchar “Cabeza de platino”.

Walter Chacón No recuerdo bien esa sesión, pero sí recuerdo a Spinetta en el estudio. Don Cornelio era un grupo que le gustaba, y pasó un día de visita. Siempre las visitas de él eran medio mágicas y no muy largas, porque él mismo decía que era consciente de que, cuando él llegaba, perturbaba. Una perturbación hermosa, pero perturbación al fin, ¿no?

Mario Breuer No me acuerdo de la visita de Spinetta, mirá vos. ¡Se habrá vuelto loco!

Daniel Gorostegui Walter fue el que le dijo: “Vení, Luis”. Estábamos tan locos, totalmente puestos, que después nos preguntábamos: “Che, ¿era el Flaco?” (risas).

Alejandro Varela Imaginate que yo tenía a Spinetta al lado mío escuchando la canción. Terminó el tema, el chabón dijo la frase, se levantó y se fue. Él veía que lo admirábamos, sabía. En las notas decíamos que Pescado Rabioso era nuestra banda favorita. Creo que Don Cornelio le gustaba de verdad, de hecho lo dijo muchas veces. Éramos distintos, eso es indudable, y ahí rompimos el tablero. Vos escuchabas las bandas de esa época y eran todas Soda Stereo.

Palo Pandolfo Decidimos ponerle “Cabeza de platino” para que escuche. Que, entre paréntesis, es un tema muy Alma de diamante. Pero la otra cara del alma de diamante: esta es la cabeza de platino. Es muy spinetteano el nombre, ¿no? Y podría decirse que es el tema más spinetteano del disco. No sé quién lo habrá elegido, no me acuerdo quién dijo de poner ese. Y nos quedamos todos expectantes, porque el Flaco estaba de pie en el estudio de Panda. Nosotros estábamos en los sofás que hay atrás... ¡y él se quedó parado, dándonos la espalda! Cuando terminó el tema, se dio vuelta y dijo la famosa frase (imita al Flaco): “Oscuro, como la noche”. Ante lo cual nosotros caímos como en las historietas de Isidoro. ¡Hicimos plop! No me lo olvido más.

Portada de Patria o muerte, con el cuadro Política, de Nessy Cohen

Para Patria o muerte se mantuvo la locación, pero cambió casi todo lo demás. Otro productor, una nueva formación –jamás repitieron ensamble en cada uno de sus seis años de vida–, nuevos invitados. Y una banda en llamas que, además, avistaba horizontes desconocidos. Si la música era más agresiva y directa, el nombre del grupo lo sería también.

Federico Ghazarossian Le sacamos La Zona porque ya con Don Cornelio cerraba, nos parecía demasiado. Estaba todo bien con Stalker, pero también era una cuestión de la época. Siempre nos preguntaban por qué La Zona, y había que explicar que era por la película. ¡Y no la vio nadie, la vimos nosotros en el Cosmos nomás!

Quien sí persistió en sus funciones fue un amigo de la casa, Nessy Cohen, que tuvo a su cargo el diseño de portada y sobre interno, tal como sucediera en Don Cornelio y La Zona. Como la primera vez, trabajó con las letras de las canciones escritas a mano por sus autores, con una curiosidad: en vez de publicar las quince letras del disco, los Cornelio decidieron mostrar algunas poesías inéditas como alternativa.

Federico Ghazarossian Lo que quedó en el sobre interno, las poesías, son de todos o de casi todos. Escritas a mano. Salen de eso que contamos, de probar drogas y que fluyera. Juntarnos como grupo de personas que, además de hacer música, se toman un café o están una hora y media pintando. Tres de esas son mías. Las reconozco por la letra, porque las escribíamos en tinta china. La que dice “Pan”, la que empieza con “Suena a paso redoblado”, y “Alcanzo las hojas”.

Palo Pandolfo Cuando le dije el título del disco, Nessy tenía ese cuadro amarillo, que de por sí se llamaba “Política”. Entonces, vio que ese cuadro pegaba como loco, porque el título Patria o muerte era muy político para nosotros. Y Nessy tenía el cuadro, lo propuso y me pareció tremendo: una caja negra con esa pintura abstracta. Me pareció muy artístico. Y él hizo la bandera para la contratapa.

Nessy Cohen Para Patria o muerte fue la tapa con esa pintura, otra vez una pintura que yo ya tenía desde antes, que era parte de dos obras similares: “Política” y “África”. “África” es toda negra con partes amarillas; y en “Política”, que es la obra de la tapa, predomina el amarillo con formas negras. Todo muy influenciado por el suprematismo ruso de principios de siglo pasado y Kazimir Malévich. A esas alturas no me pidieron nada, yo propuse la imagen. Me gustaba, les gustaba a Palo y a Fede, que eran asiduos al taller y probablemente vieron la pintura desde antes. En la contraportada hice una acuarela de la bandera argentina donde iba el sol. Pinté un círculo negro, lo hice con tanta fuerza que agujereé el papel. Luego lo emparché y le pinté el sol arriba. En esa época hacer la bandera era casi punk, ¡y con sol, peor! No sé si la música tenía que ver con la obra o viceversa, nunca se planteó eso. Sí se planteó sumar. Y sumar no es poner siempre el mismo número ni las mismas cosas: sumar era traer gente, poetas, cocineros, artistas plásticos, fotografía, danza, etcétera. Fue un poco mi idea, y Don Cornelio abría esa puerta de par en par. No tenían miedo, no querían ser chicos lindos para chicas lindas: querían hacer arte, y eso me atrajo montón.

Afiche callejero anunciando la salida del disco (Archivo Christian Dergarabedian)

Patria o muerte fue publicado el 24 de noviembre de 1988, un mes antes de las últimas navidades con Raúl Alfonsín como presidente. Con la agonía de su gobierno se clausuraba una década de vaivenes, donde la sociedad argentina pasó del dolor por una guerra insólita a la esperanza por el retorno de la democracia. Un globo que se desinflaría más rápido de lo esperado, entre leyes impopulares (las de obediencia debida y punto final), levantamientos militares que se continuarían en los primeros tiempos del gobierno de Carlos Menem y, especialmente, una economía de y en crisis. La primavera democrática se aproximaba a su desvanecimiento y, sin saberlo, aquel desánimo social ya tenía su banda sonora. El mandato de Alfonsín no era lo único que terminaba: el rock argentino clausuraba una era de expansión continental y recambio generacional. Mientras Don Cornelio estrenaba disco, por segunda Navidad consecutiva había malas noticias: en el 87 había sido Luca Prodan, ahora era Federico Moura el que moría. Entre ambos decesos había acontecido el de un prócer remozado, Miguel Abuelo, el único músico que participó de la primera generación hippie y protagonizó el destape de los 80. Mil novecientos ochenta y ocho terminaba de luto, en outfit con el fondo de la portada de este nuevo álbum de Cornelio que, según Palo Pandolfo, conserva un extraño honor: el de cargar un cariz fundante en su propio carácter demoníaco, pesimista y mortuorio. Lo que vendrá ya estaba ahí, en sus surcos.

Fernando Marino Patria o muerte, a diferencia del primero, es un disco conceptual. Hoy es un disco conceptual, ya desde el título, pasando por todas las canciones. Inaugura de alguna manera lo que después García hizo popular con la frase “El aguante”. Es un disco que está pidiendo eso, que la gente aguante. Porque es visceral, crudo. Con la voz de Palo muy desgarrada.

Palo Pandolfo Fue el fin de la democracia alfonsinista y de la Franja Morada. Íbamos a darle la entrada al menemismo, un federal traidor que iba a vender toda la patria. Estaba todo muy enlazado, es cultural. La cocaína es la droga del poder y lo nuestro fue entrismo, entramos en ese círculo. Hacer Patria o muerte, explotar ahí y escupirle todo al sistema, la podredumbre que era. Mostrarles la cara de la merca, el demonio: “Ustedes viven así, ustedes hacen esto. Ustedes están endemoniados”. Fuimos un reflejo del Teatro de la Crueldad total. Lo que pasa es que yo soy bruto, no soy educado. No pude mantener la cordura en la merca y me volví loco. Porque en ese momento nadie hacía eso. Patria o muerte es realmente la obra maestra de Don Cornelio porque es lo que te estoy diciendo, fue una respuesta arltiana. Es la tensión entre Florida y Boedo puesta en una canción, la discusión histórica de la ciudad y de la política argentina, digamos. Los chetos del norte versus los grasas del sur. Don Cornelio en Patria o muerte es como un principio del rock chabón. Lamentablemente.