Desde Madrid
“En el Pride, Madrid es una explosión de arcoiris, buen rollo, fiesta, activismo, cultura”, le dice al SOY el diputado madrileño Santiago Rivero, lleno de entusiasmo. Es que el miércoles pasado comenzaron las manifestaciones por toda la ciudad, con carrozas y conciertos, que van a terminar este domingo. Hoy viernes, por ejemplo, cantó en una de ellas ni más ni menos que La Pantoja y mañana sábado la manifestación irá desde Atocha hasta la Plaza Colón, con perfos y conciertos también en Plaza España, Callao, la Plaza Zerolo y la Barceló.
Este joven dirigente del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), de apenas 33 años, es el secretario LGBTI, de Diversidad y Movimientos Sociales del partido a nivel local y una figura en ascenso dentro del mapa político español. Llegó a su primer cargo electivo en la asamblea local luego de haber sido vicepresidente y activista del Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid (Cogam) y ahora, gracias a su carisma y a su fuerte presencia en las redes sociales, hace que su mensaje cruce fronteras. Sin ir más lejos, cuenta que la mayoría de sus 41.000 seguidores de TikTok son de América Latina y también pisa fuerte en Twitter e Instagram.
Sentado en un bar frente a la plaza de Chueca, el epicentro gay de la capital española, Rivero toma una gaseosa mientras este cronista se entrega al lugar común y pide un tinto de verano. Con una sonrisa, el diputado avisa que prefiere no tomar alcohol porque junio y julio son los meses más intensos para el colectivo que representa. De esta entrevista se irá a un evento y luego no parará ni siquiera durante el fin de semana.
Este politólogo nacido en 1988 y fan del deporte llegó a Madrid en 2011 y la hizo suya. Mientras se produce esta entrevista, habla con la dueña del bar y saluda a los transeúntes que lo reconocen en ese, en el que tal vez sea su lugar en el mundo. Tapado de compromisos, cuenta por ejemplo que no ve a sus padres desde la última Navidad. Viven en la sierra de Huelva, a 600 kilómetros, y no es un viaje que se pueda hacer en el día. De todos modos, no se queja: cuenta que quiere aprovechar al máximo su tiempo en la política para cambiar la vida de la gente porque no se ve abocado a ella durante toda su vida. Piensa que es un momento de la vida, y un momento que requiere una alta dosis de entrega. En esta charla con SOY, hablará acerca de su camino personal, desde la militancia queer hasta la política partidaria, de los peligros que representa el avance de la ultraderecha en España y de la importancia de celebrar la diversidad con todas las letras y todos los colores, a voz en cuello.
¿Cómo ha sido tu tránsito de la militancia LGBT a la política partidaria en el PSOE y la Asamblea de Madrid?
-Cuando eres activista y te ofrecen poder representar lo mismo que estás haciendo en la asociación o en el colectivo pero a una escala en la que sabes que vas a tener mucha más visibilidad, que vas a tener la oportunidad de conocer a la gente que realmente toma las decisiones, pues, yo creo que ni te lo piensas.
¿No te daba temor?
-Hombre, te da un poco de vértigo, porque pasas de tener una vida relativamente privada a otra cosa. Pero, más que temor, era como que tenía que asumir que mi vida iba a cambiar. Tampoco es que pasas de ser una persona anónima a ser presidente del gobierno... Quiero decir, mi puesto tiene una visibilidad relativa.
Te preguntaba lo del temor porque en Argentina hay una vieja frase que reza que “meterse en política es tirarle la honra a los perros”, apuntando a que es algo que puede convertirte en un blanco de ataques.
-Es muy democrático que la gente se pueda quejar, siempre que sea con respeto. Lo que no acepto desde luego, son insultos ni que me vengan con mentiras con temas de datos. Sí es verdad que al principio pensé: “temas LGTBI, Partido Socialista, un partido de izquierda, una región como Madrid donde hay muchos gays que votan a la derecha y eso te puede generar una situación de hate”. Pero fíjate: he sufrido más hate de gente en TikTok que vienen con el tema de la religión, con el rollo de “No son naturales y vais a ir al infierno” y esas cosas ridículas.
En Madrid, la imagen que puede tener alguien que pasa unos días es la de un lugar en el que está todo perfecto para la comunidad. ¿Cuáles son los principales problemas aquí?
-Cuando tu vienes al Orgullo o vienes a Chueca, claro, te encuentras un Madrid abierto . Pero es verdad que cuando sales del entorno del centro de la ciudad, pues, las cosas son diferentes. Y aquí hay parejas que vienen a Chueca agarradas de la mano y cuando salen a la Gran Vía, que delimita el barrio, se sueltan de la mano porque sus vidas peligran.
Sin ir más lejos, hace un año asesinaron a Samuel Muñiz.
-No había vivido ningún asesinato en el tiempo en el que he estado en el activismo y el año pasado tuvimos el de Samuel. Es evidente que estamos mejor que hace veinte años y que el respeto a la diversidad por parte de la sociedad es cada vez mayor, pero hay una minoría política que se empeña en dar una imagen del colectivo que no es real y se empeña en que no avancemos. Entonces, Madrid es una región abierta, y muchas ciudades del entorno de Madrid, pongo por ejemplo Fuenlabrada, tiene una programación para el Mes del Orgullo que es brutal. Hay padres que cuando se van a dar talleres de diversidad se niegan a que sus hijos los reciban. Tenemos ahí a una ultraderecha que lanza mensajes en contra de nuestros derechos, que al final cala en la sociedad si no los combatimos.
En Argentina, los exponentes de la ultraderecha son mostrados en los medios como payasos, como “Mirá que loco lo que dice” y de esa manera ganan espacios…
-Aquí, al principio, la ultraderecha nos parecía una caricatura hasta que empezaron a subir en las encuestas y empezaron a entrar en los parlamentos. Nos parecen una caricatura porque hacen planteamientos que están superados hace 30 años, pero tienen una base de sustentamiento de gente que les vota. Entonces, tendremos que analizar qué pasa en el sistema democrático para que gente que antes no votaba a la ultraderecha se incline por un partido que es claramente machista, homófobo, racista y elitista. No basta con decir que son fachas. Debemos analizar los mensajes que calan en la sociedad.
¿Cuáles son esos mensajes?
-Tienen varios frentes. Uno de ellos es el de las organizaciones de la comunidad, a las que las llaman “chiringuito” (nde: en español argentino, el equivalente sería “kiosco”) y “banda de subvencionados”. El otro tema que critican es el de la educación en la diversidad, al decir que lo que hacemos es decirle a la gente que tiene que ser LGBTI. Ellos te dicen “Yo no soy homófobo”. ¿Pero por qué no quieres que a tus hijos les hablen de diversidad en las escuelas? ¿Consideras que la diversidad es algo malo, que ser una persona LGBTI es algo antinatural… Esos son sus principales ataques a la comunidad junto a la visibilidad, como las banderas o que ocupemos los centros de las ciudades y salgamos a manifestarnos, a festejar, a reivindicar. Les molesta mucho porque creen que son espacios suyos, con muchas señas de identidad de las que muchas veces se apropian. Por ejemplo, procesiones de Semana Santa, que son una expresión cultural aquí en España independientemente del credo de cada uno…
O la propia bandera de España.
-O la propia bandera de España, efectivamente. Entonces, claro, ellos consideran que estos espacios que históricamente han sido suyos tienen que seguir siendo suyos y en exclusiva. Y nosotros lo que planteamos es que, oiga, el espacio es de todos y de todas y que tenemos que convivir en estos espacios.
¿Cómo hacés para congeniar todos tus compromisos políticos con tu vida personal?
-Mucha gente piensa que los pólíticos no hacen nada pero hay mucho trabajo detrás de lo que se ve si lo quieres hacer bien. No sé cuánto tiempo estaré y el tiempo que esté lo quiero aprovechar para el día que salga irme con la conciencia tranquila. Afortunadamente, tengo una pareja que me entiende y que sabe que este es un momento de mi vida, que no va a ser para siempre.
¿Cuando están juntos te pida que apagues el celular?
-Cuando estoy en casa, que no son muchas horas al día, intento estar tranquilo con él y después de cenar estamos viendo una serie, charlando o lo que sea, e intento no estar con el móvil. En esta época del año, con el Orgullo, es imposible despegarte del teléfono.