Un militar, un periodista y un cuerpo sin nombre. Con esos elementos, Rodolfo Walsh escribió “Esa mujer”, una de sus obras célebres en las cuales ficción y realidad se entrelazan para denunciar la violencia del Estado y “dar testimonio en momentos difíciles”. Con dramaturgia y dirección de Diego Ferrando, y las actuaciones de Carolina Valmayor, Ernesto Falcke y Agustín Vanella, el relato del periodista y escritor se reconstruye sobre el escenario en una pieza de teatro homónima todos los viernes a las 20.30, en Ítaca Complejo Teatral (Humahuaca 4027).
La historia pone en escena a un periodista que concurre a la casa de un coronel del ejército argentino para entrevistarlo sobre el secuestro del cadáver de una mujer. Se trata, en verdad, de un encuentro real que sucedió cuando Rodolfo Walsh entrevistó en 1961 al Teniente Coronel Carlos Moori Koenig, uno de los responsables de la desaparición del cuerpo de Eva Perón, robado de la sede de la CGT después del golpe de 1955, ultrajado por sus apropiadores y escondido en la sede de los servicios de inteligencia del Ejército en Viamonte y Callao. Cinco años más tarde, en 1966, en plena proscripción del peronismo, y con un título que alude a Evita sin nombrarla, el periodista hizo pública esa experiencia junto a otros relatos en su libro Los oficios terrestres.
“Este es un texto maravilloso, que no tiene desperdicio porque, entre otras cosas, hace alusión directa al hecho de que lo que allí se narra no hubiera pasado con el cuerpo de un varón. Lo que sucedió se explica porque se trataba del cuerpo desnudo de una mujer joven. Y, en ese sentido, el cadáver de Evita fue una suerte de botín de guerra”, reflexiona el director Diego Ferrando, quien durante muchos años compartió este cuento en un taller de dramaturgia propio donde conoció, precisamente, a Juan Mainer, sobreviviente del ataque en el cual murió María Victoria Walsh, hija del escritor. “Walsh está considerado como un héroe dentro del periodismo, pero dentro de la literatura su figura está minimizada. Y para mí, es un escritor magnífico”.
- ¿Cómo surgió el proyecto de llevar este texto al teatro?
- Yo había visto este cuento representado muchas veces por elencos amateurs. Y siempre noté que se repetían los mismos problemas, porque eran puestas que no eran teatrales. Eso fue hace veinte años. Pero con el tiempo, sumé este material a mi taller de dramaturgia, como un ejercicio de llevar a escena algo que, en principio, no fue escrito con ese objetivo. Y así fui construyendo mi propia hipótesis.
- ¿Cómo resuenan hoy los hechos que se narran en “Esa mujer”?
- Este cuento se escribió diez años antes de la última dictadura, y lo que el coronel cuenta acerca de lo que sus camaradas querían hacer con el cuerpo de Evita es lo que, en definitiva, hicieron los militares durante el golpe con los desaparecidos. Entonces, lo que Walsh contó en aquel momento es lo que terminaron haciendo con él. Y hoy, a pesar de que creemos que a ese horror no volvemos nunca más, vemos que cada tanto el diario La Nación publica un editorial que reivindica la teoría de los dos demonios. Y esto es lo que me moviliza, porque la conversación entre el periodista y el coronel podría haber ocurrido hace muy poco tiempo atrás.
- ¿Profundizaste en el estudio de la época, más allá del cuento?
- Sí. Leí la novela Santa Evita, de Tomás Eloy Martínez, y después hice varias indagaciones periodísticas. Siempre me interesó la historia, así que sabía que para esta puesta era indispensable hacer un repaso de los hechos históricos que se desarrollaron desde el golpe del 55 en adelante. Todos los involucrados en este proyecto teníamos que saber mucho acerca del tiempo que íbamos a abordar. Y, por otro lado, también leí mucho a Walsh.
- ¿Qué descubriste en esas lecturas?
- Hasta hace unos años, no lo había leído mucho. Había leído Operación Masacre en la facultad, y no me había fascinado, pero cuando leí ¿Quién mató a Rosendo? entendí que era un autor que estaba en una determinada búsqueda literaria de lo que nosotros intentamos hacer teatralmente. Era un escritor súper fino y meticuloso que contaba la parte histórica, pero sin descuidar el interés literario. Y eso es lo que busqué respetar en nuestra puesta.
- ¿Se lo lee a Walsh, o es más bien una figura mitificada como lo es Evita?
- Creo que a Walsh se lo pone en un lugar inalcanzable porque se lo recuerda como a un mártir, y de esa forma se lee sólo la parte más política, y se lo desmerece como escritor. Pero creo que es uno de los escritores más importantes que tenemos. Por eso, lo mejor que puede pasar es que nos apropiemos de su obra.