Los tres trabajos actuales de los que participa Walter Jakob muestran distintos modos de ser del artista porteño. Performer en Medea meditativa, la obra que dirige en el Cervantes Emilio García Wehbi. Coautor de la versión de Vassa, de Máximo Gorki, que puede verse en el Regio con dirección de Felicitas Kamien. Director y coautor, también, de un espectáculo del circuito independiente, titulado El intermediario, que trata sobre “las creencias”, según resume en la charla con Página/12.

“Es interesante el hecho de que es una obra imposible de contar, porque contarla es spoilearla. Al mismo tiempo hay que salir a avisarle a la gente que estamos”, comenta Jakob entre risas. Comedia dramática de tres personajes, es la historia de dos hermanos de más de 50 años que comparten techo. Ella trabaja en una editorial al borde de la quiebra que por primera vez publica un libro de autoayuda. Ese título que para ella al final no conduce a ninguna salvación termina representando para su hermano mellizo el despertar de una transformación. Julia Catalá y Marcelo Mariño componen a la dupla familiar y además escribieron la obra junto al director. El tercer personaje -un vecino- lo encarna Rafael Solano.

Jakob dice que la escritura -colectiva como en muchos otros casos en su historia- no partió de un tema. Se preocupa por dejar la cuestión del sentido en manos del espectador. No obstante, desliza una lectura de cómo la obra resuena en él. “Tiene que ver con cuáles son las creencias que nos sostienen. Circunstancias de la vida, cosas que le han pasado al personaje de Marcelo, hacen que él sea el lector ideal de ese libro, que se le vuelva una suerte de religión. Después de la lectura arma un nodo vegetal en su habitación, un jardín en el que va a convocar a unos seres que supuestamente nos ayudan. Es difícil desacreditarlo. El relato busca una complejidad mayor”, expresa el director. 

Se me mezcla con que esta es una obra de teatro independiente que hacemos los domingos a la noche en una sala que, aún estando llena, no va a significar para nosotros mayor ganancia. Uno diría por qué demonios lo estamos haciendo, por qué armamos toda esa escenografía, pagamos armadores… por qué hacemos todo para las chauchas que por ahí nos gastamos yendo a comer, cuando salimos del teatro en las noches frías de julio. Evidentemente lo necesitamos. Nos llena la vida y es algo que puede sonar a religión. Es una creencia que nos sostiene", profundiza. 

Está contento también con Vassa y Medea meditativa (ver aparte). “También las hago por amor al arte, pero no sólo por eso. Es mi trabajo. Por Medea tengo un sueldo. Eso es lo ideal. Pero lo ideal en el teatro independiente no existe como posibilidad. Existe el puro amor al arte”, añade el actor también de cine. El intermediario se presenta en Timbre 4 (Boedo 640), los domingos a las 20.45.

-¿Cómo surge El intermediario?
-Teníamos ganas de volver a hacer una obra juntos con Marcelo y Julia. En 2016 habíamos hecho ¡Viva Italia!, que estrenamos en El Excéntrico. Hicimos dos temporadas, fue muy feliz para nosotros hacerla. Actuaban también Marcelo Pozzi y Carolina Zaccagnini. Colaboramos en varias obras juntos, actuando, a Marcelo lo dirigí en varias cosas… Sentíamos que era tiempo de volver a hacer otra obra. Sin saber muy bien qué hacer nos empezamos a juntar. Sabíamos que yo iba a dirigir y ellos actuarían. A partir de una serie de charlas e ideas empezamos a tomar decisiones que fueron la base de lo que íbamos a escribir. En ¡Viva Italia! ellos eran marido y mujer; en esta obra decidimos que fueran hermanos. Viven juntos a una edad en la que generalmente los hermanos no viven juntos, por ciertas circunstancias que teníamos que descubrir. Además, nos gustaba algo del universo literario, por eso ella tiene una pequeña editorial. Empezamos a imaginar la situación, generar un diálogo, y ponernos en ese extraño lugar que es escuchar a los personajes.

-¿Cómo es escuchar a los personajes?
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Hay formas y formas de escribir. Más que de imponer ideas sobre los personajes, hay una que trata de estar atento a ver qué sucede, qué aparece, qué pareciera presentarse y atraparlo.

-¿Es un proceso de escritura que se genera desde ensayos?
-No. Tirar textos en una mesa de trabajo y escribir de a varios también tiene su dimensión teatral. Pareciera que la actuación solo puede suceder en un espacio escénico. Si hay un actor tirando textos arriba de una mesa hay algo que también está actuándose, improvisándose. Desde el minuto uno estuve dirigiendo esta obra, incluso cuando estaba siendo escrita. La dirección empezó antes de la dramaturgia.

-¿Por qué te atrae la escritura colectiva?
-Escribo mucho con Agustín (Mendilaharzu), con quien nos conocemos de toda la vida, porque nuestras madres eran amigas antes de que naciéramos. Es mi hermano sin los conflictos que uno puede tener con un hermano. En la escritura colectiva no hay mucho espacio para el capricho personal. Hay que estar todo el tiempo consensuando y desarrollando la capacidad de escuchar a los demás. Es muy enriquecedor, y termina generando un material que no hubiese existido si no fuera por el encuentro. Son obras de construcción sólida que no son fruto de que “se me prendió la lamparita en casa”. En este caso hubo mucha discusión pero también escenas que se escribieron solas y otras que no recordamos a quién se les ocurrieron. Es el tipo de obra en la que manda el material y hay que entender qué necesita. El pide y guía.

Medea y la cruza de disciplinas

La notable Medea meditativa (jueves a domingos a las 18 en el TNC, Libertad 815) recorre el mito de Medea para dejar en el aire preguntas que tienen que ver con la actualidad. A Jakob le interesa trabajar con el fundador de El Periférico de Objetos porque es "un maestro de la escena" que posee "una mirada muy particular y personal acerca de lo que es el teatro". "La cruza de las diferentes prácticas y disciplinas se da de un modo interesante y complejo. A Emilio le interesan la literatura, la actuación, las artes plásticas, el objeto, las cuestiones espaciales y musicales, y están todas trabajadas de un modo muy equilibrado. La obra no transcurre sólo en la actuación como muchas de las obras que hacemos nosotros. Es en ese equilibrio de elementos donde él busca su síntesis. Es un teatro más conceptual, con muchas ideas expuestas; un viaje de sentido bastante especial", define.


La reescritura de Vassa

Felicitas Kamien los convocó a él y a Agustín Mendilaharzu para escribir entre los tres la versión de Vassa que ella dirige en el Regio, con una muy potente actuación de Humberto Tortonese. Jakob explica en qué consistió el trabajo: "Reescribimos la obra. No decimos que es original porque está basada en la de Gorki, pero hemos cambiado todas las circunstancias en que transcurre. Lo único que hemos respetado es el núcleo, la situación de Vassa, la protagonista, que quiere desheredar a sus hijos". Un dato es que el mismo Gorki ya había hecho esa misma tarea. "El escribió la obra originalmente antes de la revolución. En el año treinta y pico volvió a hacerlo de cero, la modificó por completo, respetando solamente al personaje de Vassa y su conflicto. Tuvimos absoluta libertad porque Gorki mismo, muy libremente, había reescrito su primera obra. Imaginamos circunstancias diferentes que tienen que ver con nuestra actualidad". Se trata de una "suerte de fantasía distópica". Hay crisis financiera, inflación y estallido social. Las funciones son de jueves a domingos a las 20 en Avenida Córdoba 6056.