El estrepitoso fracaso de la investigación de la muerte de Nora Dalmasso, en Río Cuarto, pega fuerte en la totalidad del poder judicial, policial y político de Córdoba. Es que, desde el primer día, el caso se politizó y derrumbó --como en otros casos-- la búsqueda de la verdad. A eso se agregó la siniestra mirada machista que, sin ningún fundamento, sugirió que las claves podían estar en relaciones sentimentales de la víctima, algo que los celulares demostraron que era falso.
Sin prueba alguna para apuntar al viudo, Marcelo Macarrón, el fiscal Julio Rivero tuvo que desistir de la acusación y eso fue la base automática del sobreseimiento. El Ministerio Público de Córdoba aparentemente designará un fiscal para seguir investigando. No podrá mandar a nadie a la cárcel porque el crimen está prescripto, pero intentará averiguar quién mató a Nora porque existe el derecho a la verdad.
La vergonzosa investigación deja muchísimos interrogantes. Algunos con respuesta, otros no.
1. ¿Cuál es el origen del fracaso de la investigación Dalmasso?
De entrada nomás, el caso se politizó. Las huestes de Luis Juez sostenían, más o menos abiertamente, que Macarrón era un testaferro de Juan Manuel de la Sota, el gran caudillo del peronismo cordobés. Eran tiempos de la guerra entre los dos referentes. Por lo tanto, no se aceptaba ninguna conclusión que no fuera que el asesinato tuvo ese móvil: que Nora quería el divorcio y se iba a quedar con dinero de la política, más precisamente de De la Sota. Con ese argumento pusieron en el centro de la escena al viudo, con el obstáculo demoledor de que estaba en Uruguay en un torneo de golf. En los casi 15 años transcurridos, nada se probó de que Macarron fuera testaferro de nadie o que tuviera una fortuna inexplicable.
2. ¿Cuánto influyó la mirada machista?
Enormemente. Se empezó a decir que Nora tenía una gran cantidad de amantes --otra falsedad, sólo se probó que mantuvo una relación con el contador Guillermo Albarracín, que también estaba en Uruguay-- y que entonces esa noche esperaba a un amante. De eso no hubo rastro alguno en sus celulares. Aún así, con esa hipótesis, los fiscales dijeron que tuvo sexo consentido y ese supuesto amante la mató, no se sabe por qué. Puro prejuicio machista, que incluyó hasta el famoso juego de las llaves entre distintas parejas, lo que también resultó falso. El punto más vergonzoso fue la acusación contra Facundo, el hijo de Macarrón-Dalmasso, hasta dejando entrever que mantenía una relación con su madre. En los niveles de prejuicio machista y sexista se pasó por encima de cualquier límite.
3. ¿Por qué todos esos elementos desviaron la investigación?
En su momento, el viudo contrató un equipo forense y criminalístico de primer nivel, integrado por el fallecido Osvaldo Raffo, el doctor Juan José Fenoglio y el criminalista Raúl Torre. Viajaron a Río Cuarto, estuvieron en la escena del crimen, revisaron las dos autopsias que se le hicieron a Nora. “Fue indudablemente un ataque sexual --dice Torre--. Ella tenía lesiones genitales, lesiones en las zonas cercanas a los genitales, una mordedura tremenda en un seno y, además, el homicidio se cometió de la manera típica de los violadores: estrangulamiento. En este caso, primero hubo un intento manual y luego la terminó asesinando con el cinturón de la bata. Además, tenía un golpe en la cabeza”. El defensor de Macarrón, Marcelo Brito, aclara: “un golpe con un elemento romo, es decir un palo de madera o de metal”. Además, se encontraron gotas de sangre en el pasillo que va del baño a la habitación de la hija de Macarrón-Dalmasso, donde Nora dormía porque se estaban haciendo reformas en la casa. De manera que una secuencia probable es que Dalmasso se había bañado o estaba a punto de hacerlo, salió del baño, le pegaron un palazo de atrás o la sofocaron, después se produjo la violación y el asesinato por estrangulamiento. Para Brito, hubo una primera violación en el pasillo, ella resistió, la llevaron a la indefensión tal vez por sofocamiento y terminó en la cama de Valentina, la hija.
4. ¿Por qué no se siguió esa pista?
Al principio se siguió. Eso llevó a la detención de Gastón Zárate, al que enseguida le pusieron el apodo de El Perejil, porque se insistía que el crimen tenía que ver con la política, con Macarrón supuesto testaferro de De la Sota. Parte de los opositores --en línea con Juez-- desacreditaban cualquier otra pista.
El fiscal Javier Di Santo, en aquel momento, juntó algunos elementos que eran de importancia. Zárate trabajaba en las reformas de la vivienda donde mataron a Nora, sabía cómo entrar a la casa y que ella estaba sola porque Macarrón se había ido a Punta del Este. En dos oportunidades, mientras pintaba en el primer piso, se le cayó la brocha y trepó fácilmente para ingresar otra vez por el balcón. Tenía, además, gravísimos antecedentes de violencia de género contra sus parejas, y dos intentos de estrangulamiento de su propia madre.
Hay otro hecho probado: el homicida se llevó el celular de Nora. Pudo haberlo robado otro --el personal que actuó después de la muerte-- pero es improbable. Un aparato del mismo color y la misma marca apareció en manos de la novia de Zárate y ella dijo que fue un regalo de él. El aparato nunca se secuestró y no se verificó si era o no el de Dalmasso. Se adujo que se detectó otro IMEI, la identificación del aparato, que no era el mismo que el de la víctima. Hay quien dice que el IMEI se cambia con cierta facilidad y Brito afirma que debió verse físicamente si era el mismo celular o no. Incluso está testimoniado que Zárate tiró un chip al inodoro.
Cuando detuvieron a El Perejil, Juez salió públicamente a decir que era una orden de De la Sota: o sea prohibida cualquier otra pista que no fuera para el lado político. Para Torre y también para Brito la mordedura en el seno y las lesiones en toda el área genital son prueba del ataque sexcual que nunca se investigó como correspondía.
5. ¿No se pudieron encontrar rastros de la agresión sexual?
La contaminación de la escena fue increíble. Lo más insólito fue que hubo que hacer 24 pruebas de ADN porque los que pasaron por el lugar fueron tantos que se mezclaron manchas posibles del homicida con manchas del fiscal, sus ayudantes, policías, el sacerdote, la familia y hasta forenses que no tomaron las precauciones. O sea, los procedimientos iniciales fueron catastróficos, en parte porque intervinieron personas muy inexpertas: un subcomisario y una médica que no habían actuado nunca antes en algo similar. Torre sostiene que la agresión sexual también fue anal y que no se hizo un análisis microscópico que, tal vez, hubiera permitido identificar al agresor.
6. ¿En tantos años de investigación no se pudo torcer el rumbo?
Inventaron, primero, que Macarrón había llegado a Río Cuarto en un vuelo nocturno, asesinó a Nora y luego volvió a Punta del Este. Una hipótesis grotesca porque un vuelo nocturno no pasa desapercibido. Además, a las ocho de la mañana del día siguiente, Macarrón ya estaba en la cancha de golf de Punta del Este, de manera que ni los tiempos cerraban. Después se lanzaron con la hipótesis del sicario, por supuesto que sin ningún elemento de prueba, ni nombre ni cómo llegó ni cómo se fue. Nada. Además, se trataría de un sicario extraño, que no mata de varios balazos simulando un robo, sino después de un ataque sexual y usando el cinturón de una bata que casualmente ella llevaba puesta.
7. ¿Hay futuro?
Es poco probable. La verdad sólo podría encontrarse arrasando con todo lo que se hizo, haciendo una crítica feroz a la incidencia de la política, al machismo y los prejuicios sexuales, pero sobre todo, a lo hecho por fiscales, jueces, policías y forenses. Todo indica que van a barrer la basura para dejarla debajo de la alfombra.