Todos conocemos al jacarandá, pero la mayoría no conoce su origen, características naturales y funciones ecológicas. Su nombre científico es Jacaranda mimosifolia y sus nombres comunes varían de acuerdo a la región, pero los más usados son jacarandá y tarco. Se trata de un árbol originario de Sudamérica, de selvas tropicales y subtropicales, por lo que en Argentina lo encontramos principalmente en la ecorregión de las Yungas. En Catamarca crece de forma autóctona en los departamentos Paclín, Santa Rosa, y El Alto, siguiendo la distribución de la Selva Montana y sus bordes.

El biólogo Gonzalo Martínez explicó que se trata de un árbol “que puede tener un gran porte, dependiendo de las condiciones ambientales. Es semicaducifolio, lo que significa que deja caer sus hojas al momento de su floración durante la primavera para luego rebrotar. Su floración es lo más llamativo de este árbol, pues al igual que el lapacho (cuyo origen es el mismo), su copa se cubre enteramente de flores. Son de color azulado-violáceas y sumamente atractivas para animales polinizadores como colibríes y abejorros, cumpliendo así uno de los roles ecológicos más importantes en el ecosistema”.

La semillas del jacarandá se han adaptado a la dispersión anemócora, lo que significa que están diseñadas para ser dispersadas por el viento mediante membranas que hacen las veces de alas.

El jacarandá es uno de los tantos árboles que crecen naturalmente en las zonas serranas más húmedas, es autóctono de las yungas. “Sin embargo, se adapta tan bien a múltiples ambientes que es probable que sea uno de los árboles más cultivados como ornamental, usado principalmente para la parquización. De hecho, no solo se lo usa en los parques, jardines y avenidas de Sudamérica, sino que también en Norteamérica y Europa. Es por ello que mucha gente desconoce su verdadero origen natural”, explica el biólogo y agrega que “Puede crecer muy bien entre el nivel del mar y los 1700 msnm, soportando hasta heladas suaves”.

“Si bien el jacarandá es un árbol que parece abundar, se trata de una especie que se encuentra en estado vulnerable (VU) según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Esto se debe a que no es una especie naturalmente abundante, su tasa poblacional es baja y su hábitat originario se ha visto muy reducido por la frontera agropecuaria”, resaltó Martínez.

En Catamarca se la podría considerar como una especie en peligro, “teniendo en cuenta que no existen áreas naturales verdaderamente protegidas en las yungas, con la estructura y el personal adecuados para ello y con planes de reforestación de áreas que han sido devastadas o degradadas”, dijo el biólogo.

El jacarandá está en un gradual retroceso poblacional en Catamarca, principalmente por las actividades agrícolas y ganaderas sin control. De hecho, personalmente he podido observar a lo largo de los años una población de jacarandá que ha sido exterminada por incendios intencionales en el departamento Paclín, entre La Merced y la entrada a San Antonio, quedando solamente plasmada en las fotografías.

“La falta de reservas o parques naturales en zonas tan biodiversas como las yungas es algo serio. La creación de estas áreas naturales protegidas deberían ser prioridad en la agenda política, más aún estando en un contexto mundial de crisis climática y donde cada acción del cuidado ambiental es bien vista”, concluye.