“Primero le cerré los ojos porque no vas a aserrar a tu propia hija cuando está sentada ahí mirándote”. Con esas palabras se presenta Fred West en la miniserie Adulto Responsable (estrena hoy a las 22 por Europa Europa y culmina el próximo lunes en el mismo horario). En esa sala policial, además del homicida, hay dos oficiales, un abogado y la persona encargada de aquello que le da título a la entrega. Janet Leach trata de mantener la compostura mientras el dueño de “la casa de los horrores” de Gloucester, como denominó al caso la prensa británica, brota de la manera más convencional e implacable. El psicópata relata un filicidio como si lo hubiesen detenido por robarse un caramelo en un kiosco. Porque el foco aquí no es el de escarbar en la mente de un asesino, ni enseñar con morbo su legado, sino que se opta por el ascetismo del proceso judicial, pero por sobre todo en la relación entre ese hombre malvado con una mujer común.

Es un día de comienzos 1994, a Janet Leach le cuesta despertar a sus hijos, llevarlos al colegio, la ama de casa hasta se hace su tiempo para tomar un curso de servicio social. Y entonces la convocan para su primer trabajo. Para su sorpresa no será para tutelar a un menor sino para verificar que el interrogatorio a un albañil sea justo, también aconsejarlo y facilitar la comunicación. “No había ningún asistente social disponible”, le confiesan y de allí en más será testigo circunstancial de la obra de ese criminal descarnado que durante casi tres décadas violó, torturó y asesinó a más de una decena de mujeres sepultándolas en el jardín de su casa. Pero también de la inoperancia del sistema que tuvo varias alertas previas sobre su comportamiento, junto al de su esposa Rose, pero no hicieron nada por detener a la pareja. El hecho mismo de que una profesional sin experiencia esté en ese lugar, demuestra las fallas de la policía. Aunque, finalmente, sea ella la clave para resolver su raid delictivo y suerte de heroína de la clase obrera. “No sabés la cantidad de chicas que hay enterradas, pero esto es confidencial, no se lo podés decir a la policía porque sos un adulto responsable, ya lo sabías ¿no?”, le susurra el asesino a Leach. Y esas conversaciones entre ambos serán la base de la miniserie (aunque sería mejor describirlo como un largometraje dividido en dos partes). Un acierto y desafío narrativo que no quita lo aterrador del caso. 

No hay ninguna resonancia posible con la Cool Britania de por entonces. Adulto Responsable funciona como un improbable proyecto de Ken Loach- al menos de sus personajes y el contexto de corte proletario- con algo de El Silencio de los Inocentes por el interés que despierta el homicida. En cuanto a la puesta en escena, se destacan los espacios cerrados, las casitas prefabricadas con paredes de telgopor, sus vericuetos  y un patio interno que funciona como depósito de cadáveres. También se percibe cierto afán documentalista en los diálogos tomados de registros oficiales. Su creador, Neil McKay, había transitado un camino similar en otras producciones, su interés es el efecto de los crímenes más que estos en sí. La meticulosidad gris y alejarse del regodeo sanguinario no evitó que, antes de su proyección en Inglaterra, suscitara controversias entre familiares de las víctimas y la policía. 

Los dos protagonistas, Emily Watson y Dominic West (en su primer gran papel tras su Jimmy McNulty de The Wire), fueron premiados con un Bafta por sus encarnaciones. Durante varias escenas, Watson no necesita de parlamento para demostrar con su cuerpo y su mirada la incomprensión de lo que está oyendo. Para el actor es lo contrario,  sin remordimiento pone en palabras cada uno de sus actos. “Esta es una relación muy inusual entre un asesino en serie y un adulto responsable. Ella era una mujer vulnerable que obedecía las reglas. De repente, West sintió que podía desahogarse con esta mujer, confiaba en ella, le dijo cosas que no le contó a nadie. Sin Leach, podríamos haber oído hablar de uno o dos asesinatos”, dijo Watson. West, por su parte, confesó que interpretar al hombre con el que comparte apellido le dio pesadillas. “Estaba teniendo sueños muy horribles durante el rodaje. Me sentía subido a una pared y Fred West trataba de agarrarme y me tiraba hacia abajo. Sólo lo hice durante tres semanas y todo fue muy intenso, oscuro y desagradable”, señaló el actor.